Fanático. Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas.

Sectario. Fanático e intransigente, de un partido o de una idea.

Que el señor Zapatero responde fielmente a las definiciones que da la RAE de fanático y sectario es evidente, ya que sus hechos lo confirman sin lugar para la duda. Por lo que cabe preguntarse: ¿Un presidente de gobierno debe ser sectario? Y mi respuesta es: Si gobierna para una secta, evidentemente es “el enviado de Dios” para gobernarla. Pero si gobierna para una sociedad plural y democrática, será un presidente funesto. Ya que la pluralidad de ideas, requiere un mandatario muy inteligente y capaz de ver todos los problemas sociales como dignos de ser solucionados. Cosa que el fanático es incapaz de ver ni contemplar.

¿Es el señor Zapatero ese mandatario inteligente, capaz de ver y asumir todos los problemas que la sociedad española tiene en este momento?Quien diga que si, es otro fanático que no nada más que por el “ojo izquierdo”. Hoy el señor Zapatero gobierna para una idea muy fija, desestimando los valores y tradiciones que configuran la mitad de la sociedad que gobierna.

Al igual que Francisco Franco en 1936, se creía que había sido enviado por “el dios azul” para salvar España, Zapatero se cree enviado por “el dios rojo”.

Zapatero tiene una idea fija en el cerebro: configurar una sociedad española a su imagen y semejanza; y eso es totalmente imposible en una sociedad democrática, puesto que, la base de la democracia es todo lo contrario de lo que pretende Zapatero. Los pilares, ya ha quedado dicho, son las leyes que la regulan. Leyes que al señor Zapatero, igual que a sus camaradas de 1936 sólo las respeta cuando favorece sus acciones; y se la pasa por “el forro de sus nobles” si le son desfavorables.

Al igual que Francisco Franco en 1936, se creía que había sido enviado por “el dios azul” para salvar España, Zapatero se cree enviado por “el dios rojo” para deshacer lo que “el enviado del dios azul” hizo hace 70 años. Y hoy afortunadamente, ningún dios es capaz de destruir las pilastras que sostienen una democracia consolidada. Y no me cabe ninguna duda, que “el enviado por el dios rojo”, no podrá cambiar nada, porque la mayoría de sociedad española, está dando pruebas que no cree en "enviados de nadie",