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Si hace poco más de un año empezamos a oir hablar del fin del "hipsterismo" y sus usos y costumbres; parece que hoy podemos certificar su muerte definitiva. Al menos en nuestro país, el polémico ensayo de Víctor Lenore, "Indies, hipsters y gafapastas; crónica de una dominación cultural" parece haber dado la última estocada a este fenómeno. Todos hablamos ahora de "normcore", del poder de lo colectivo frente a la hiperdiferenciación individual, de Podemos... sí, todo muy poco hispter.
Aún no sabemos en qué quedará todo esto, a pesar de las muchas pistas que empiezan a dar los informes de tendencias acerca de los nuevos estilos de vida que marcarán tendencia en las nuevas generaciones (Millenials, Generación Z...); pero sí hay una cosa que parece cada vez más clara: Si una de las características fundamentales (mucho más importante que si llevaban barba o camisa de cuadros) del fenómeno hipster era la hiperconexión digital (Whatsapp, Facebook, Twitter, Instagram...) una de las características fundamentales del normcore será una tendencia creciente a la desconexión.
Todos los expertos parecen coincidir (y si no atentos a la infinidad de artículos que en estas fechas empiezan a publicarse en torno a las tendencias para el 2015) que el nuevo año será, entre otras cosas, el primero en que comprobaremos que la tendencia a la desconexión digital ha llegado para quedarse.
No, no es que la gente este año vaya a darse de baja masivamente de sus cuentas en Facebook o Twitter o a desinstalar Whatsapp de sus smartphones. Lo que veremos es que la nueva generación de influencers empezará a dar la espalda al culto a la hiperconexión que mostraba la generación de influencers precendente. Aún está por ver qué forma tomará este nuevo fenómeno; lo que está claro es que va a dar más de un quebradero de cabeza a los expertos en marketing que quieran acercarse a estos nuevos marcadores de tendencia.
Y para muestra un botón. Aquí un post sobre las lecciones aprendidas tras una "dieta digital" publicado en un portal de referencia como Hipertextual. Atentos al último punto: ¿y si aburrirse de vez en cuando empieza a ser un buen plan?