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Estamos viviendo un ciclo involutivo, la antítesis del talento político. donde gente sin dotes ni méritos, desde la más absoluta ineptitud. imponen a la sociedad el liderazgo institucional de trepas y mediocres
Es tiempo electoral un período de ingente trajín para "trepas" y mediocres, esos personajes sin ideas ni escrúpulos, volcados especialmente en instalarse en el liderazgo de la esfera política y aprovechando las ventajas que les reporta su localización, desde esa atalaya, mejorar su posición y potenciar su notoriedad con la exclusiva finalidad de garantizarse puesto de salida en los comicios, y con ello, seguridad de conseguir credencial de representación que le asegure la asignación de un sueldo público como colofón.
Su existencia es sin duda un descrédito para la política, pero más grave si cabe es la permisividad social hacia su elasticidad ideológica, desde el punto y hora que la influencia de sus andanzas causa graves perjuicios al interés general que nunca a sus apetencias, pues su verdadero objetivo no es hacer política, sino vivir de ella.
Perversidad constatable con solo comprobar que destinan su tiempo y recursos a la organización y el control interno del aparato de partido, y nada en absoluto al desempeño de la acción política que pueda comprometer su usual indefinición, pues en todo momento su posición política no será otra que aquella que más le convenga y que en ningún caso ponga en peligro su continuidad en el cargo y las prestaciones económicas de acompañamiento.
Tal es así que su exasperada propensión a tomar el dominio de la organización choca de plano con su inconexo modo de actuar, pues lejos de someterse a los cánones de disciplina y funcionamiento establecidos, suple la celebración de asambleas, juntas y consejos por la clandestina celebración de cenáculos y reuniones privadas en donde unilateralmente decide lo más ventajoso para sus intereses sin necesidad de dar participación ni rendir cuentas ante las bases del partido..
La egolatría es en ellos el común denominador, sin que por ello las necesidades colectivas forme parte de sus preocupaciones no importándoles para nada lo ideológico, porque para ellos su planificada indeterminación es homólogo de supervivencia, una condición características de quienes no son capaces de mirar más allá de sí mismo, pues no debemos olvidar que estamos refiriéndonos a unos arribistas que priorizan el qué y el cuánto sobre el cómo.
Su desvergüenza sólo es equiparable a su excedida ambición, una actitud característica de quien solo le interesa el estraperlo político, es decir, lo que le reporta contrapartidas fructíferas, siendo por ello que detesta toda relación con la razón idealista de la política, pues al no acarrearle provecho pecuniario lo concibe como una fatídica pérdida de tiempo.
Trepas y mediocres que a título personal no fueron capaces de destacar profesionalmente, se convertirse ´políticamente en los más afamados gestores de la cosa pública
Una actitud muy propia de los que con su forma de proceder expresan su sumisión para con los de arriba y su despotismo y crueldad con los de abajo, dando a entender con ello que el bando en que se encuadran es pura eventualidad y que llegado el caso no dudarían en cambiar de camarilla, resultado una obviedad tal actitud a juzgar por su absoluta falta de convicciones, principios y valores.
La propagación de esta mixtura de trepas y mediocres tiene su origen en el seno de los partidos políticos, que con el paso del tiempo se han transmutado en tabla de salvación de la peor calaña de vividores que sin oficio ni beneficio conocido van progresando en el seno de estas organizaciones.
Auténticos trileros, buitres o “subasteros”, buscando “cacho” fácil de obtener vía directa a través de su participación en las instituciones; excesos que de no poner línea roja, llegado será el momento que la desafección y desconfianza del electorado hacia todos ellos generará tal descrédito. que pondrá en serio peligro la supervivencia de las siglas políticas.
Cuando los trepas y mediocres que a título personal fueron incapaces de destacar en la sociedad, hacen obrar el milagro de convertirse ´políticamente en los más afamados gestores de la cosa pública, todo viene a indicar que después de hundirnos en el retroceso con sus contraproducentes dinámicas, para colmar su despropósito intentan convencernos ahora de las “bondades” de su gobernabilidad.
En su hacer cotidiano la verdad es sustituida por la mentira, la democracia desfalcada por el autoritarismo de sus partidos políticos, su enemistad con los valores éticos cohabita sin rubor con la corrupción, desprecian a sus representados a los que jamás rinden cuentas, les estremece hablar de dimisión, no reparan en enriquecerse ilícitamente a manos llenas , y en su arbitrariedad funcionan como la mafia calabresa, atribuyéndose la autoridad a aniquilar a quienes les perturben el desempeño de su despótico ejercicio de degradación.
Solo en el corto plazo del periodo electoral, por conveniencia, disfrazan su identidad aparentando ser demócratas.
Por eso, es tu deber no dejarte engañar dignificando tu VOTO