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Vincent Lindon, galardonado este domingo con el premio a la mejor interpretación masculina por su papel en la película "La ley del Mercado", de Stéphane Brizé, encarna en el cine la fragilidad del hombre contemporáneo.
En esta película, que hace un devastador retrato de las víctimas del capitalismo salvaje, interpreta a Thierry, un desempleado de larga duración, padre de un hijo discapacitado, que llena sus días con entrevistas de trabajo humillantes y cursillos de formación inútiles.
Al final logra un contrato como vigilante en un supermercado, pero se ve ante el dilema moral de tener que espiar a sus colegas para a la mínima falta, despedirlos.
"Es un personaje con el que soñaba, me encanta. Aunque encarnarlo no me ha dejado indemne", dijo a la AFP Vincent Lindon, el único actor profesional en la película, y que da una dimensión muy real a Thierry, su personaje.
"Es un actor fantástico, alguien que cuestiona cada momento sobre el plató, que necesita saber todo el tiempo si es creíble" lo que hace, dice Stéphane Brizé.
Este versátil actor de 55 años, que se introduce con pasmosa facilidad tanto en la piel del tipo corriente y moliente como de un ladrón, ha estado designado cinco veces al César como mejor actor, sin conseguirlo nunca.
Este premio de Cannes corona una brillante carrera de más de sesenta películas, tanto de carácter social como policiacas, comedias o cine de autor, bajo las órdenes de directores como Claude Lelouch, Diane Kurys, Claire Denis, Benoît Jacquot, Pierre Jolivet, Philippe Lioret, Coline Serreau o Alain Cavalier.
"Mi obsesión, tanto en la vida real como en mi trabajo, es rechazar el confort. Siempre me siento en la esquina de una silla, con el codo atravesado, en una mala posición. El confort me angustia... He elegido la intranquilidad", decía recientemente en una entrevista al semanario Telerama.
Vincent Lindon, nacido el 15 de julio de 1959, es hijo de un industrial y sobrino del editor Jérôme Lindon. Empezó en el cine como ayudante de vestuario en "Mi tío de América" de Alain Resnais y regidor en un espectáculo del cómico Coluche, tras terminar el bachiller.
Después de estudiar teatro, hizo su primer papel en "Le Faucon" de Paul Boujenah, en 1983, pero la actuación que le dio a conocer fue la de "37, 2 le matin" de Jean-Jacques Beineix, dos años después. Llegaron después "Unos días conmigo" de Claude Sautet, "Un hombre enamorado" de Diane Kurys, "La Baule-les-Pins" o "La crisis" de Coline Serreau, que lo dirigió también en "Caos".
Un idilio con Carolina de Mónaco lo catapultó a principios de los años 1990 a las páginas de la prensa del corazón.
En 1994 trabajó en "L'irrésolu" con Sandrine Kiberlain, la madre de su hija Suzanne que nació en 1999. La pareja se separó después.
Púdico y discreto sobre su vida privada, el actor trabajó en "Paparazzi", con su amigo Patrick Timsit, nacido el mismo día y a la misma hora que él, en "Ma petite entreprise (Mi pequeño negocio)" de Pierre Jolivet y que le valió una de las cinco nominaciones a los César, y con el que volvió a coincidir en "Fred", "Le Frère du guerrier (El hermano del guerrero)" y "Filles uniques (Hijas únicas)".
En 2008 trabajó en "Welcome", un drama sobre la inmigración clandestina de Philippe Lioret, que lo volvió a dirigir en 2011 en "Toutes nos envies", sobre el tema del endeudamiento. Son películas de cariz social por las que se siente tan atraído.
Actor fetiche de Stéphane Brizé, ya ha trabajado a sus órdenes dos veces en "Mademoiselle Chambon (La señorita Chambon)" y "Quelques heures de printemps (Unas horas de primavera)".