La desafortunada frase de Rajoy, afirmando que la reforma es "justa y necesaria", de servir solo sirve para calentar más los ánimos de parados, futuros parados y personal de apoyo en las manifestaciones de ayer que anda retirado ya y cobrando pensión. La solidaridad es natural porque tienen hijos y nietos con trabajo que perder.

Rajoy podía haberse quedado solo con el adjetivo "necesaria". Eso lo entienden muchos, por sangrante que resulte en la práctica. Sobraba la analogía con el Ordinario de la Misa, en su prefacio común segundo sobre la salvación por Cristo: "En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno".

El fenómeno Rajoy se califica en algunos medios de comunicación como marianismo o religión de Mariano y, a la postre, van a tener razón. Gracias a la nueva fe que se profesa en el PP, para los sindicatos el futuro pinta mejor de lo que pudieron imaginar en el pasado reciente.

De Bienpagaos por el gobierno Zapatero y denostados por la opinión pública, en general, pasan a ser líderes en la audiencia de la calle. Su movida contra lo que llaman ya contra-reforma laboral del PP arroja buen saldo en los prolegómenos. Sin duda, consecuencia del amplio calado social del paro que los sindicatos están rentabilizando. Para asuntos propios, todo sea dicho.

En sociología se sabe que hay muchas variables imposibles de predecir y, menos aún, de controlar. El uso del rodillo que ha hecho el PP sin edulcorarlo con tacto -demasiadas sonrisas improcedentes entre el presidente de la Patronal y la ministra, inmortalizadas por las cámaras- ha levantado ampollas entre los españoles que hace nada le dieron en las urnas mayoría absoluta. El PP era su esperanza para salir de la angustiosa situación de paro que les dejaba la era Zapatero. Y lo que ven ahora es que difícilmente volverán a trabajar. La reforma no va a generar empleo en mucho tiempo, en eso coinciden también Patronal y Gobierno. A lo sumo, dará trabajo precario a jóvenes que sustituirán a profesionales, actualmente en activo, que gozan de mejores condiciones laborales que las que tendrán ellos. Un periodo de prueba de 1 año da mucho juego al empleador para puestos en los que el recambio frecuente de personal no afecta a la marcha de la empresa.

Por tanto, a los parados sin esperanza se suma la marea de trabajadores de cuello blanco y mono azul que temen perder su empleo consecuencia de la "agresiva reforma" rajoyniana, su primer gran rodillazo. Tal vez alguien considere que el PP no ha hecho uso de esa herramienta tan de cuño felipista. A fin de cuentas, tienen el apoyo de los nacionalistas catalanes. Poca garantía es esa que no va más allá de una broma, entendiendo broma en su acepción de "molusco bivalvo marino cuyas valvas perforan la quilla de los barcos" a medio y largo plazo.

El resultado no es otro que el evidente: los sindicatos progresan adecuadamente en su interacción social. Tiene tirón su nuevo look de sensatos y sosegados defensores de parados y, especialmente, de futuros parados. ¡Así se le da un vuelco a la calle! Algo inusitado antes de la reforma laboral del PP y que se podía haber evitado con una mejor gestión del asunto por parte del Gobierno.