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La fiesta más corta de San Fermin
Un año más estos Sanfermines han sido los máscortos.
Siempre lo son.
A pesar de llegar al final con las fuerzas justas, los bolsillos con telarañas, el estómago perjudicado y déficit de sueño, siempre se nos hacen cortos.
El comienzo es acelerado, ansioso, emocionado e impulsivo, disfrutando a tope: el ecuador se nos hace más mortecino, languideciente y pausado; al final, y aunque el cansancio hace mella en los cuerpos henchidos de juerga, revive en lo más hondo de nosotros el espiritu sanferminero impasible al paso de los nueve dias de jarana.
Y losintensos días disfrutados son, como dicen los socarrones comilones tras una opípara y suculenta sentada gastronómica "todo muy bueno, pero un poco escaso".
Los biorritmos sanfermineros son ciclicos, como la vida misma, y ajenos en mayor o menor medida a los avatares políticos, a la guadaña de la omnipresente crisis y los achaques propios de la edad.
En la recta final de la fiesta, el penúltimo Encierro nos ha metido el miedo en el cuerpo y ha puesto en evidencia la fragilidad de los principales protagonistas de nuestro internacional novenario festivo, que no son otros que las personas.
De aqui y de fuera.
La responsabilidad, o la falta de ella, se ha vuelto a poner de manifiesto como elemento clave de quienes deben tomar decisiones que afectan a una ciudadanía que se merece las mejores fiestas.
Hoy, la algarabía ya ha terminado.
Pero hemos disfrutado con intensidad.
Ha sido una gozada, pero se nos ha hecho corta.
Y este año, además, 18 minutos más corta.