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El Tercer Reich de Hitler, desarrolló una gran sensibilidad por la naturaleza y los animales en total contradicción con su conducta racista, genocida y sanguinaria respecto al ser humano, no ario,
El Toro ario que ideó Hitler como símbolo de la raza falló genéticamente
El III Reich con Hitler a la cabeza buscaba un símbolo para su ideal nazi y eligieron el toro europeo que abrazara a animales, hombres y cosas. Todo lo anterior explica bien que Adolf Hitler, además de crear una generación de alemanes ‘arios’ perfectos, pretendía también fabricar animales perfectos que acabaran con la “degeneración de razas” existente en Europa, según él, a finales de la década de los treinta del siglo XX. Y que Blondi, su perro, fuera sacrosanto y más digno de vivir que ciertas razas humanas degeneradas, empezando por los judíos.
Ese sueño loco terminó con el suicidio de Hitler en el bunker de Berlin 1945, pero el toro falsificado sobrevivió.
Los hermanos Heck hicieron una chapuza genética pero Hitler prefirió tragarse el fracaso del uro europeo como símbolo de la raza
Hitler, Heck, Goering, uro, áfrica, europa, razas, bovinos, genética, pureza, holocausto, toro. Todo valía en esos díasdel nazismo.
El Tercer Reich de Hitler, desarrolló una gran sensibilidad por la naturaleza y los animales en total contradicción con su conducta racista, genocida y sanguinaria respecto al ser humano, no ario, que se reflejó trágicamente en el Holocausto.
La promulgación de tres leyes proteccionistas de los no humanos es característica: la ley de protección de los animales (la Reichs-Tierschutzgesetz de 1933), la ley de caza (Reichs-Jagdgesetz de 1934) y la ley de protección de la naturaleza (Reichs-Naturschutzgesetz de 1935). Es curioso -pero nada casual- que este visionario cuerpo jurídico del medio ambiente y los animales fuera el primero de este tipo en toda la historia, y que se haya dado precisamente, bajo este régimen totalitario. Los altos mandos del partido nacionalsocialista alemán eran vegetarianos, ambientalistas y protectores de la naturaleza. Por ejemplo Hitler amaba a su perra Blondi, al igual que su amante Eva Braun, pero además -según sus biógrafos- no admitía que se fumara en su presencia, y cuando compartía la mesa con personas que comían carne, les describía con lujo de detalle los horrores del matadero. De hecho, él mismo declaró que "En el nuevo Reich no debe haber cabida para la crueldad con los animales”.
Se trataba del primer toro salvaje europeo por supuesto, cuya génesis había que seguir y cuya pureza genética estuviera fuera de toda duda. Lo básico se lo comunicó en ”petit commité” a sus hombres de confianza Hermann Göring, a Joseph Goebbels, Martin Bormann y a Rosenberg. Entre todos barajaron nombres capaces de captar la idea y dar los pasos precisos para hacerla realidad. En realidad ya muchos médicos como el Dr Mengele estaban haciendo, con cobayas humanos, cosas revolucionarias, que con frecuencia terminaban con la vida de un ser humano. Todos los campos de concentración tenían sus instalaciones donde se hacían esos experimentos
En su libro El Nuevo Orden de la Naturaleza, el filósofo francés Luc Ferry explica que la preocupación nazi por el medioambiente se basaba en una visión estética que unía al pueblo alemán en un sentimiento común:
... la belleza como sentimiento y la edad de oro perdida son, esencialmente... una naturaleza original, salvaje, pura, virgen, auténtica e irracional, accesible únicamente a través de las vías del sentimiento. Esta naturaleza original se define como tal incluso por su carácter extrahumano. Es exterior al hombre actual y sobre todo anterior a él - exterior a su razón matemática y anterior a la aparición de la cultura artificial de la que el desvarío y el orgullo humanos son los únicos responsables."
Con esta idea pangermánica de la pertenencia a la propia tierra, la Naturaleza (así, con mayúsculas) era ejemplo y base: la ley del más fuerte que impera en la naturaleza, y el triunfo de los más preparados y los mejores genéticamente, es básica en la ideología y la propaganda nazi. De este modo, los dirigentes del partido nazi no tenían más deber que proteger y defender esta "naturaleza natural" como madre amorosa y acogedora, del ser humano, fuente del modo de ser pangermánico. De ahí que la Naturaleza fuera protegida en su ley de protección establecieron la figura de los "Monumentos Naturales", como "creaciones originales de la naturaleza cuya presentación resulta de un interés público motivado por su importancia y su significación científica, histórica, patriótica...".
Por su parte, el respeto a los animales estaba dado no por su visión utilitaria desde el ser humano, sino por su valor intrínseco como ser vivo. En cuanto a la Ley de Caza, delineaba la figura y el papel del cazador en tanto: "el deber de un cazador digno de este nombre no consiste sólo en dar caza a la presa, sino también en mantenerla y cuidarla para que se produzca y se preserve una situación de la presa más sana, más fuerte y más diversificada en lo que a las especies se refiere". No se cree ignorara las hazañas genéticas de su brazo derecho el mariscal Goering que en su casa de Claringhaus tenía como trofeos cornamentas de ciervos y búfalos y animales disecados, pero era también el forjador de su poderosa aviación “Luftwaffe”
Con la lectura y comprensión de los conceptos anteriores, no es difícil entender porqué bajo la Alemania Nazi la protección a la naturaleza y los animales fueron impulsados y defendidos. La tierra madre, sus bosques, sus ríos, su flora y fauna, debían ser preservados -además- de la crueldad humana y de la contaminación que comenzaba con la industrialización del país. Salvar el refugio y sostén de la raza aria era un deber ineludible para todo alemán.
La paradoja es que mientras se instauraban zonas protegidas ecológicamente, millones de enemigos políticos eran humillados, gaseados y exterminados en los campos de concentración. De ahí que Luc Ferry insista en la necesidad de que la nueva ecología que se forme en el futuro, promueva el respeto de la naturaleza por sí misma, y de los animales más allá de la mera instrumentalización del hombre, se olvide de los animales en cautividad como los zoos y se guíe en eso por utilidad médica, respetando a la vez la institucionalidad democrática y las personas del planeta.
En su biblioteca Hitler había leído muchos textos latinos empez ando por “La Historia de Roma” de Herodoto que había hecho traducir y otras obras históricas le vino la idea de revivir el toro perfecto, el toro salvado por los arios sobre el toro salvaje europeo y quería volver a resucitarlo. Pensó en él como símbolo ideal de la raza aria y era uno de sus típicos sueños. Y así buscó entre criadores alemanes nazis a alguno que intentara la aventura porque era parte de los ideales de su mentalidad, arianizarlo todo, seres vivos, hombres, animales y cosas.
Se trataba del primer toro salvaje europeo por supuesto, cuya génesis había que seguir y cuya pureza genética estuviera fuera de toda duda. Lo básico se lo comunicó en ”petit commité” a sus hombres de confianza Hermann Göring, a Joseph Goebbels, Martin Bormann y a Rosenberg. Entre todos barajaron nombres capaces de captar la idea y dar los pasos precisos para hacerla realidad. En realidad ya muchos médicos como el Dr Mengele estaban haciendo, con cobayas humanos, cosas revolucionarias, que con frecuencia terminaban con la vida de un ser humano. Todos los campos de concentración tenían sus instalaciones donde se hacían esos experimentos. Pero esto no era también algo de tipo genético médico y había que buscar doctores veterinarios, naturalistas, historiadores. Por fin encargaron el trabajo de elaboración de datos a los hermanos Heck. ¿La idea? ‘Resucitar’ a través de cruces genéticos el auténtico toro europeo, el Uro -más grande que el toro español-, desaparecido a principios del XVII.
En 1920 los hermanos Lutz y Heinz Heck, ambos alemanes, fueron elegidos para «recrear» al (Bos primigenius primigenius) bajo la tesis de que los genes de este animal no se podían haber perdido del todo, y habrían llegado a nuestros días ocultos en el material genético de sus descendientes: las razas vacunas domésticas. Hitler quería el Bos Europeo Puro y los hermanos Heck contestaron que era posible. Negarse de plano podía haber sido peligroso. Así que el ministerio les hizo llegar desde Berlin, una extensa documentación encabezada por el informe secreto "Uro europeo" (Haplotipo mitocondrial "P", Haplotipo sexual masculino "Y1").
El vocablo “uro“, lo leyeron en la parte histórica del informe, proviene de la palabra que Julio César escuchó decir a los habitantes del bosque Hercínico: Hélvetos, Rauracos y Németes (Antiguas tribus celtas), refiriéndose al toro salvaje: «...tertium est genus eorum qui "uri" apellantur, specie et colore et figura tauri ...». «..Existe un tercer género que llaman "uro", poco más pequeño que un elefante, del color y forma del toro"..» (La guerra de las Galias).
Plinio, famoso naturalista romano, escribió lo siguiente acerca del uro y el bisonte: «...pauca contérmina Germania insigniata men "boum ferorum", excelletique vi et velocitate uros...». «..Poco se sabe acerca de las clases de "bovinos salvajes" de Germania, bisontes lanudos, y uros fuertes y veloces..». Y añadió..“Que la gente ignorante llama búfalos“. Despejó el significado de "uro": «..."uri" enim Gallica vox”. Uri es una palabra del idioma Galo que significa "bovino/toro salvaje"..».La lectura de Plinio gustaba al Fuhrer.
Isidoro de sevilla en su obra "Etymologiarium" del siglo VI, había corroborado la idea de uro.
Conrad Gessner, describe en su libro, que la palabra de origen Galo "uro", cambió a "urochs", y que esta última, pasó al idioma germano como "auwerochs", porque los Suevos, Bávaros y otros Germanos cambian la letra "U" por "Au":
Los antiguos pueblos Sumero-Acadios llamaban al uro: "El buey/toro salvaje de las montañas" (Exploraciones en Turkestan). Jhon Jhonstonus, en su obra Historiae Naturalis (1657), le llama "wild ochsen" o "boves feris", añadiéndole el carácter de salvaje a lo anterior. Y en la biblia, al uro le llaman "reem" (buey salvaje): «...Sálvame de la boca del león, y óyeme librándome de los cuernos de los "bueyes salvajes".." Isaías 34:7.
Los Heck no sabían si había una raza bovina que descendiera directamente de esta subespecie europea que describen los historiadores sobre todo los romanos que es la que Hitler deseaba. Lo dudaban, pero sabían seguro que existía cierto aporte genético por parte de estos animales al ganado doméstico europeo contemporáneo. Pero tal era el interés del Fuhrer alemán que dijeron que sería bueno estudiarlo. Le dijeron a Hitler que harían falta algunos cruces de ejemplares de distintas razas de ganado vacuno que aportaran cada característica del primitivo uro para, mediante una estricta selección artificial, y fijando estas características en las nuevas generaciones, hacerlos nuevamente aflorar y hacerse visibles. El ministerio les animó a investigar, poniéndoles en contacto con veterinarios y médicos nazis.
Las redes sociales se hicieron eco de la enorme pancarta nazi que presidió una corrida de toros en el pueblo de Pinto,
Al cabo de unos meses, aseguraron por fin que podían lograr el renacimiento del uro primigenius, y de este modo, el animal que se creía perdido volvería a la vida. El proyecto se puso en práctica tras una búsqueda de un ejemplar de uro europeo por todo el continente que duró mucho tiempo. Pero al no hallarlo, había que crearlo.
El método utilizado fue el de cruzar las razas bovinas domésticas con mayor apariencia “rústica“, las cuales los Heck suponían genéticamente más cercas al uro original, para volver a crear una diversidad genética menos afectada por los cambios derivados de la domesticación y luego seleccionar en el grupo resultante los animales que se asemejaban al fenotipo primitivo.
El experimento mismo y la personalidad de los hermanos Heck que se encontraban protegidos por el régimen nazi dio lugar durante la posguerra a una acalorada polémica. Algunos biólogos críticos consideraron al bovino de Heck como una superchería científica, o cuanto menos un experimento fallido, consistente en un simple grupo de vacas sacadas del establo y puestas a pastar en bosques y praderas. El profesor Z. Pucek, responsable del programa de recuperación del bisonte europeo en el Bosque de Białowieża (Polonia), llegó incluso a definir al toro de los Heck como «la mayor estafa científica del siglo XX» y se negó rotundamente a la introducción de unas cuantas cabezas en la reserva. Otros en cambio, especialmente en Alemania y Holanda, defendieron tanto el enfoque original como también la introducción de manadas de esta raza en áreas silvestres europeas.
Según recogió en aquellos días el diario suizo ‘Tages Anzeiger’, el ‘nuevo’ Uro de laboratorio es una realidad que se puede admirar en los zoológicos de Múnich y Berlín.
Y añadía que “el bovino de Heck es una raza bovina lograda por selección artificial, un logro científico del III Reich cuyo objetivo es volver a la vida la especie salvaje de la cual se originan las actuales razas de ganado bovino doméstico de Europa, es decir, al extinto uro europeo. Es un éxito genético más extraido de una idea de nuestro genial Fuhrer”.
Se le llamó periodísticamente y en revistas de ganadería el «bovino de Heck», raza de Heck, toro de los Heck, toro de Heck, «uro» de Heck, neo-uro europeo, y para los más entusiastas: el «uro europeo de Heck». Era una nueva raza grande, robusta, de largos cuernos y pelo negro o castaño que incluso hoy, en el siglo XXI se puede ver en algunos zoológicos del mundo, como una curiosidad pero quitándole el adjetivo de admiración.
Un poco más despectivamente, también se le llamó ganado de Heck, ganado de los Heck, y los antinazis le bautizaron como uro-reconstituido a piezas, enfatizando que los ejemplares de esta raza no eran ni de lejos uros, sino un híbrido de mil leches.
Comparándolo con imágenes de siglos anteriores, el resultado no era nada encomiable. Y no fue siquiera posible compararlo con épocas antiguas porque la Gestapo y los hombres de Goebbels, recogieron toda la literatura gráfica al respecto, para evitar chistes o críticas adversas. La apariencia física era claramente más rústica o primitiva que la de los toros existentes, pero el tamaño siguió siendo ligeramente inferior a la de los uros extintos, los cuernos eran a menudo mucho más grandes y el color más claro. La capacidad de vivir en libertad estaba bien documentada. En el aspecto temperamental los uros recreados se hallaban en situación peor que los bovinos normales, ya que eran incapaces de encontrar alimento suficiente en invierno o defenderse de cualquier animal que los atacara y mostraban debilidades como la de espantarse y huir de lo imprevisto.
Cierto que algunas cualidades de sus antecesores estaban presentes, pero eran parecidas a las del toro común. Y nadie osaba discutir con Hitler que el proyecto no había sido brillante. En su fuero interno él mismo lo debía saber, porque nunca trató de hacer del uro europeo como pensaba al principio un símbolo del poderío del III Reich y menos de poblar todos los pastizales de los países ocupados con el uro de los hermanos Heck.
Las críticas comenzaron a aparecer sobre el resultado del toro ario prácticamente desde la aparición del primer «toro de Heck» viera la luz, generalmente no escritas por antinazis. Varias de las supuestas características primitivas potenciadas por los Heck no eran tales en realidad, sino fruto de concepciones erróneas de los criadores.
Parte de los críticos pro-nazis de la raza uro intentaron dos métodos para lograr cabalmente el objetivo original de Hitler : someter a los bovinos de Heck a un nuevo programa de cría, o sustituirlos directa y secretamente por una nueva generación de ganado selecto partiendo de cero. Salvarían la faz de Hitler y se podría evitar cualquier venganza fanática contra los hermanos Heck.
La raza bautizada como ‘Heck’ desapareció en parte tras la derrota de Hitler. La mayoría de los ejemplares fueron investigados por los vencedores y sacrificados. Unos pocos fueron comprados subrepticiamente a los zoológicos, entre ellos un par de animales de la capital bávara que un belga logró llevarse a su país. El toro Heck fue reproducido por varios ganaderos europeos.
Hoy existe una ganadería en Europa de unos 2.000 ejemplares de ‘Heck’, 600 de ellos en Holanda. El resto se localiza en Alemania, donde el toro europeo ‘recreado’ por los nazis incluso dispone de la asociación facha, ”Amigos de Heck” en Dinamarca y Francia.
Como lo apuntó Van Vuure, se da la paradoja que esta raza tenía menos cualidades físicas taurinas que los toros de lidia u otras razas de ganado bovino doméstico como el toro de la Camarga o el Miura, la maremana de Italia, la highland escocesa, la esteparia húngara, las enanas de Córcega y Turquía, y la maronesa de Portugal entre otras. En distintos lugares la propia selección natural hizo que razas locales de animales se asemejaran mucho más a los primigenios uros que los propios bovinos de Heck. De hecho, Van Vuure llegó a sugerir incluso que los toros de lidia son el más urinos que los descendientes del Bovino de Heck, al que consideró un experimento fallido de uro recreado por cría selectiva en algunos zoológicos durante el siglo XIX, y que hoy están siendo introducidos erróneamente en reservas naturales de los Países Bajos y Alemania. Por esta y otras razones, los críticos de los Heck consideran su experimento fracasado rotundamente.
La verdad que jamás se dijo en Alemania pero el toro europeo, como raza original, nunca existió.
El uro euroasiático (Bos primigenius primigenius o Bos taurus primigenius) es un mamífero del que desciende en realidad el primigenius europeo siendo el ejemplar postrero, una hembra que murió en el antiguo bosque de Jaktórow (Polonia) el año de 1627, el uro europeo como raza autóctona es pues asiático cosa que Hitler debía haber sabido.
O sea que el mismo Hitler se había guiado por Herodoto o “La guerra de las Galias” y su autor Julio César quien era un gran guerrero pero no un especialista en cría de ganado y escribía lo que había oído a otros guerreros. Y les confería a los europeos la gran velocidad que eran capaces de alcanzar. Al parecer, Julio César, los pintó como animales agresivos, capaces de atacar a cualquiera que no guardara la suficiente distancia: "...muy fuertes y rápidos, no dudan en atacar al hombre o animal que divisen..." .
Toda esta literatura terminó por convencer al “petit comité” de Hitler para adoptar al uro europeo, como un animal ario capaz de representar a su raza.
Era, en total, un animal bellísimo y bravo que gustó sobremanera al Fuhrer alemán. Y quedó elegido como símbolo. También existió el Bos primigenius africanus "uro africano" que dio origen a las mejores razas africanas. Se hablaba de un animal feroz, agresivo y rápido, que atacaba a cualquier animal o persona que se atreviese a acercarse. Habitaba los bosques que alguna vez cubrieron la región del norte de África. Pero Hitler despreciaba a los africanos, suponiendo que llegó a oír hablar de esta especie. Y prefería el europeo, existiera o no.
- Las redes sociales se hicieron eco de la enorme pancarta nazi que presidió una corrida de toros en el pueblo de Pinto, muy cercano a Madrid, que celebraba su fiesta patronal. En la pancarta se podía leer el texto ‘Adolf Hitler tenía razón’, acompañado de una esvástica. El espectáculo de toros tuvo lugar de principio a fin, con esta pintada. Antifascistas del País Valenciano difundieron la imagen en Twitter.
Poco después, el dirigente de Solidaridad Alfonso López Tena también twiteó la imagen, con un texto en inglés y con menciones específicas al primer ministro británico David Cameron y el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardor. López Tena les decía nada más: ‘Homage (Homenaje) a Hitler, hoy en España’.