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Marita Verón tenía 23 años, una hija que criar y toda una vida por delante cuando el 3 de abril del 2002 salió de su casa de San Miguel de Tucumán para nunca más regresar. Han pasado ya 7 años y nadie ha podido dar con su paradero
Han pasado ya 7 años y nadie ha podido dar con el paradero de Marita Veron. Algo así podría haber derrumbado hasta la más abnegada madre, sin embargo Susana Trimarco, estaba llamada a ser la elegida para librar una lucha que trascendió las fronteras de su propio dolor.
El día en que Marita desapareció se había dirigido a la maternidad para realizarse un chequeo, testigos declararon haber visto cómo unos desconocidos la forzaron a subir a un auto, secuestrándola a fin de obligarla a ejercer la prostitución, un delito que crece día a día en Argentina. Días después unos policías revelaron que la encontraron a unos kilómetros de la capital tucumana, en estado lamentable y según se cree, escapando de algo o de alguien. Los policías la enviaron de regreso a la capital en un colectivo, pero ya no se supo nada más de ella. Muchas son la versiones y las pistas que la policía ha seguido infructuosamente, lo cierto es que esta historia se ha repetido para muchas jóvenes de Argentina en estos últimos tiempos. La trata de personas se ha convertido en un negocio muy redituable e impune para quienes trafican con la vida de miles de chicas, las cuales pueden llegar a ser vendidas por entre $100 y $1000 dólares. La trata es el tercer negocio más redituable del mundo, luego del tráfico de drogas y de armas, con ingresos estimados en U$S 32 millones, según datos proporcionados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El destino de las víctimas varía y van desde cabarets ilegales hasta casas y fiestas sexuales en Argentina o el exterior, donde la explotación está muy ligada a las drogas y el maltrato físico y psicológico, quedando, aquellas que tienen la suerte de ser rescatadas, con severas secuelas, muy difíciles de superar tanto en lo personal como en lo social pues el estigma les genera otro sufrimiento más: la discriminación.
En la lucha por recuperar a su hija, Susana Trimarco no sólo golpeó puertas, se enfrentó a las organizaciones mafiosas más peligrosas o se disfrazó de prostituta para obtener datos sino que creó una fundación que hoy lleva el nombre de su desaparecida hija: “Fundación María de los Angeles”, la cual ha ayudado a rescatar y reinsertar en sociedad a más de 200 víctimas de la trata de personas.
El dolor no sólo no ha acabado con Susana, sino que la ha hecho más fuerte y se ha convertido en la voz de muchas madres que comparten el dolor por haber perdido a sus hijas. La pobreza y la ignorancia son los flagelos de los que se sirven esta clase de delincuentes para comerciar con la vida de jóvenes, por lo general, de bajo estrato social, sin estudios y sin dinero.
La lucha de Susana se ha visto entorpecida pero a la vez fortalecida por el constante acoso de sus enemigos, quienes el año pasado incendiaron su casa, destruyendo el cuarto de Marita, donde ésta guardaba todos los recuerdos de su hija, intentaron atropellarla en la calle y hasta tuvo que aprender a convivir con las numerosas amenazas que no dejan de llegarle día a día incluso hasta en la página web de la fundación (www.casoveron.org.com.ar)
En medio del oscuro panorama y el dolor de la ausencia de Marita, Susana recibió en 2007 un galardón en Washington por su coraje y valentía en la lucha contra la trata de personas, incluso el canal Telefé de Argentina puso en el aire la serie “Vidas Robadas” Protagonizada por Soledad Silveyra y Facundo Arana, cuyo libreto estuvo inspirado en el caso Verón. La ficción, con una gran repercusión, puso en el tapete un flagelo que muchos desconocían y esto ayudó no sólo a las campañas de prevención sino también al rescate de varias mujeres.
Lo cierto, luego de 7 años de búsqueda incansable es que esta madre, que podría haberse resignado a la adversidad, en el silencio, alzó la voz y contra todos los pronósticos se ha convertido en un faro de esperanza para muchas mujeres víctimas de la trata de personas. Susana jamás oculta su dolor, cada pista falsa, cada operativo infructuoso le recuerda el sufrimiento de su hija pero también la anima al mismo tiempo a seguir adelante a pesar de todo. Un ejemplo de vida y de lucha.