Si alguien busca un ejemplo de como regalar un partido de rugby en la primera parte encontrará en este un modelo perfecto. Los australianos se adelantaron en el minuto dos con un ensayo del zaguero Adam Ashley-Cooper, el apertura Giteau convirtió los dos puntos extras. No empezaba mal el partido para los Wallabies, cero a siete y el oval no había ni sudado. Pero ahí apareció el niño travieso que todos llevamos dentro, el canijo revoltoso que no se puede controlar, las chiquilladas de una panda de hombres que deberían haber dejado la adolescencia. Los australianos cometieron golpes, y no faltas discutibles, todas claras, todas meridianas, hasta un observador inexperto de este deporte, como puedo ser yo, las vio sin albergar ninguna duda. El festival empezó en el minuto ocho, le siguió el once, el trece, veintiuno, veinticuatro, un ensayo en el veintisiete y durante el treinta y seis un nuevo golpe de castigo. Sin olvidar la tarjeta amarilla de Guiteau en el treinta y cuatro –por un placaje sin balón, que le puede acarrear una sanción, ya veremos- y después la expulsión durante diez minutos del flanker Brown por entrar por el lateral, en una acción increíble, donde sacó el balón del agrupamiento sudafricano como si fuera el medio melé de los Springboks. Llegamos al descanso con un veintitrés a diez. La segunda parte no tuvo más historia, siete puntos para Giteau, por medio de un ensayo y la transformación posterior, supongo que se ganó el perdón de su seleccionador, Rob

Un capítulo para él sólo se merece el señor Morne Steyn, grandioso con el pie y a un gran nivel en el resto de facetas del juego. Para muchos el solito borró a los australianos, para mi los Wallabies ayudaron lo suyo comprando las gomas Milán –esas que olían a nata cuando éramos niños.

Un capítulo para él sólo se merece el señor Morne Steyn, grandioso con el pie y a un gran nivel en el resto de facetas del juego

A Sudáfrica le faltan tres partidos, dos en Australia y uno en Nueva Zelanda. Los Kiwis y los Wallabies se enfrentarán dos veces más, una en cada país. Entre esos vecinos que tanto se quieren se vislumbran partidos tranquilos y apacibles. Cuando estuve en Nueva Zelanda encontré una camiseta, “Yo tengo dos equipos, Nueva Zelanda y cualquiera que juegue contra los australianos”, supongo que en el país de los canguros habrá otras parecidas.

Las fotos son de Scrum.

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