Hace unas semanas me escandalizaba ver como se pagaban 96 millones de euros por un jugador de fútbol, días después me escandalizaba el sueldo que este jugador de fútbol iba a cobrar y hace horas me escandalizaba escuchar como este equipo de fútbol ya empezaba a rentabilizar su fichaje vendiendo miles de camisetas a 89 euros con el nombre del fulano en cuestión.

Yo he jugado al fútbol toda la vida, me ha gustado con locura, pero han conseguido que me aburra. Se lo debo a todo el circo que hay montado alrededor.

No entiendo las cifras que se mueven, por mucho que me digan que es un negocio, que si la ley de la oferta y la demanda, que si tanto generas tanto cobras y cosas por el estilo.

No alcanzo a entender como endiosamos tanto a modelitos que le pegan patadas a un balón (algunos bastante mal por cierto) y que suelen tratar con desprecio a sus seguidores, los cuales deben tratarlos como dioses de la antigüedad.

Por suerte hoy en el mundo en su edición digital leía la siguiente noticia:

"Iniesta dona las botas del gol al Chelsea para tratar a un niño alicantino con parálisis" http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/08/valencia/1247070968.html

Y es que por suerte en el mundo del fútbol, ese mundo de vanidad y egoísmo aparecen figuras como la de D. Andrés Iniesta, gente sencilla, sin ánimos de protagonismo, viviendo su sueño con una tranquilidad pasmosa e intentando usar su fama para ayudar a los más necesitados.

Estas noticias en esta época de crisis me hace sentirme un poco más orgulloso de ser albaceteño, de ver como alguien de la tierra es capaz de hacer gestos como este.

Y es que en este mundo sobran Cristianos y faltan Andresitos.