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En medio de un idílico paisaje
montañoso en el interior de Panamá crece en cautiverio un super salmón
genéticamente modificado que pronto podría acabar en el plato de
cualquier estadounidense.
Boquete, en la provincia de Chiriquí, a unos 1.200 metros sobre el nivel del mar, parece un escenario insólito para albergar el polémico proyecto con el que la compañía estadounidense Aquabounty Technologies viene experimentando desde hace casi dos décadas.
De cumplir los requisitos de la Agencia de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos, (FDA por sus siglas en inglés) los salmones que crecen en sus tanques panameños podrían pasar a la historia como los primeros animales genéticamente modificados aprobados y comercializados para consumo humano.