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Conrad Roth (bloguero), cuya erudición literaria, a diferencia de la mía, parece bastante genuina (si la cabecera no es suficiente advertencia, los lectores deben saber que yo nunca he estudiado ninguno de los temas sobre los que pontifico con tal autoridad profesoral, y algunos comentaristas ya han visto lo fácil que es rascar mi falso y polifacético barnizado), me hace el distinguido honor de enlazarme.
(Es decir, no suena el nombre "Conrad Roth" como a alguna célebre figura literaria? ¿Un hombre que podría haber chocado vasos con Svevo en Trieste, apuñalado a Robert Musil con un bastón-estoque en la Ringstrasse, o consolado a Edmund Wilson durante su turbulento matrimonio con Mary McCarthy? De hecho, me da la impresión de que apenas tiene la edad suficiente para beber, pero como yo mismo soy un niño prodigio fracasado difícilmente podría quejarme. De todos modos, su blog, the Varieties, bien merece una visita.)
Conrad, si me lo permiten, está muy interesado en mi falta de seguir la convención ? aceptada por hindúes, marxistas y escolásticos por igual ? de clasificar las castas según importancia. Como si antepusiéramos alguna Gran Cadena de los Seres, con simios inocentes de grandes ojos situados justo debajo de los escuálidos pobres de clase baja, a continuación de nuestros simios, caballos y perros, esos nobles animales, y así hasta llegar a las amebas, abogados y agentes inmobiliarios. Admito que esto es habitual y razonable, y que debo explicar mi desviación.
Soy uno de aquellos que creen que la conducta social humana no es completamente aprendida. Los chimpancés y otros primates exhiben muchos patrones sociales que sonarían a cualquier humano como algo familiar. Forman tribus, se asean recíprocamente, realizan devastadoras emboscadas en reuniones del consejo de dirección, y así sucesivamente. Uno de estos patrones sociales es, por supuesto, la clasificación lineal.
En una sociedad chimpancé estable, cada chimpancé conoce su rango frente a cualquier otro chimpancé. Esto exige un increíble impuesto mental en el pequeño cerebro del chimpancé, pero permite que estos levantadores de pesas naturales vivan juntos sin estar constantemente arrancándose los genitales entre sí. (Si alguna vez te encuentras en una pelea con un chimpancé, recomiendo la posición fetal). Podemos pensar en este ur-Rangordnung como una especie de versión simia del formalismo. La Ley del Chimpancé es que el pequeño chimpancé cederá al Gran Chimpancé, y todos se llevarán bien.
Cuando el sistema falla y los rangos no están claros, sobreviene el caos. Y funciona igual entre los seres humanos ? no sólo entre personas, sino entre castas.
En términos de chimpancé, la historia de los últimos 200 años es una battle royale desgarra-genitales a cuatro bandas por el dominio reproductivo entre la vieja nobleza feudal-clerical, la nueva nobleza comerciante, diversas cofradías militares, y lo que en el Antiguo Régimen Francés llamaron la noblesse de la robe ? la casta erudita o Brahmán. Los perdedores en esta lucha puede que mantengan sus gónadas, pero pierden sus repetidores, es decir, las instituciones que instalan valores y creencias en los jóvenes.
Así que, dadas las victorias Brahmanes del siglo XX, es muy raro para un joven hombre occidental el crecer en nada parecido a una tradición aristocrática o militarista, o aprender de negocios en el estilo tradicional de aprendiz que empieza desde abajo. En su lugar todos están Brahamanizados a fondo, y si esto no tiene lugar, permanecen nekulturny ? en una palabra, Vaisyas, cualquiera que sea su horquilla de pago de impuestos.
La gente de alguna manera asume que este cambio es una consecuencia automática de la tecnología moderna, como si los reproductores de DVD fueran de alguna manera incompatibles con elegantes bailes de gala, sádicos campamentos de entrenamiento pseudo-espartanos, o aprender un oficio o negocio mediante practicarlo realmente. Por supuesto, la historia militar es azar a todo efecto práctico, y seguramente si la Luftwaffe hubiera ganado la batalla de Gran Bretaña, estarías leyendo esto en el Internet Nazi. Tendría entonces que usar delicados circunloquios para tratar de convencer a mis lectores de que los hombres y las mujeres jóvenes podrían pasar un poco más de tiempo estudiando, y un poco menos dejándose horribles cicatrices faciales unos a otros con obsoletas armas blancas.
En cualquier caso, durante este período "moderno" ? que está llegando a su fin, sobre todo porque los Brahmanes han llegado al punto en que no les quedan verdaderos enemigos, y su credibilidad en la evocación de una amenaza Optimate de Coroneles Blimp, cardenales pedófilos y capitalistas devoradores de obreros ya no es lo que era ? la Rangordnung lineal no tiene aplicación. En su lugar había dos o más castas (he agrupado a todas las élites no Brahmanes en mi casta "Optimate" simplemente porque de lo contrario no habría suficiente para llenar un salón de baile decente) contendiendo por el puesto de Gran Chimpancé.
Podemos ver esto más claramente cuando miramos las emociones que las diferentes castas expresan unas hacia otras. La lengua inglesa, al menos, usa palabras muy diferentes para respuestas emocionales grupales en función de la relación de rango entre las castas involucradas.
Por ejemplo, el afecto, tal como se expresa de superior hacia inferior, se convierte en cuidado o preocupación. Así, por ejemplo, los Brahmanes se preocupan por los pobres (Dalits e Ilotas). Pero cuando esta misma emoción va de inferior a superior, se convierte en lealtad o respeto. No es que los Dalit tengan mucho de cualquiera de ellas, pero supongo que los Ilotas probablemente las tienen. Históricamente, la relación de preocupación y lealtad recíproca, normalmente sentida entre las élites y sus súbditos, es muy común y remarcablemente estable.
Del mismo modo, la animosidad, cuando se expresa de superior hacia inferior, aparece como desprecio. Expresada de inferior a superior, aparece como resentimiento. Nadie podría confundir estas emociones la una con la otra.
Una laguna fundamental del pensamiento Brahmán es la confusión y descategorización constante de desprecio y resentimiento. Por ejemplo, el fenómeno histórico al que los Brahmanes llaman "odio" (o fobia) es sin duda desprecio ? por ejemplo, la actitud de muchos blancos hacia muchos negros en el Viejo Sur. La actitud de muchos Brahmanes hoy hacia muchos Vaisyas ? por ejemplo, los hipsters de San Francisco frente a los suburbanitas de la Península ? es también el desprecio. Y en ambos casos, la animosidad recíproca era y es el resentimiento.
Sin embargo, los brahmanes tienen dificultades para asimilar esta comparación. Y también tienen dificultades para ver que los resultados genocidas de la animosidad intercasta tienden a surgir no del desprecio, sino del resentimiento. El Nacional Socialismo, por ejemplo, se vio impulsado por la animosidad del Mittelstand, los alemanes Vaisya, hacia los Judíos cosmopolitas ? resentimiento a las claras. La masacre de los tutsis fue resentimiento puro. Y sin embargo, los Brahmanes, que arremeten contra el "odio", y extirpan de raiz cualquier rastro de resentimiento por parte de Optimates o Vaisyas con la furia de sus Wiccafóbicos antepasados puritanos, parecen poner una gran cantidad de energía en cultivar el resentimiento Dalit.
Lo que es tan inusual en el conflicto Brahmán-Optimate es que la emoción es, o por lo menos era, desprecio por ambas partes. Su punto de vista del conflicto es quizás el menos registrado, pero estoy seguro que los hoy desaparecidos altos Victorianos satirizados por Lytton Strachey sentían exactamente lo mismo por él, que lo que él sentía por ellos. En otras palabras, lo encontraban patético, al igual que los encontraba patéticos él. En toda especie homínida esta es una receta para la violencia titánica, y así de hecho se demostró.
En última instancia esta es la razón principal por la que no me considero un "conservador" o un miembro de la "derecha". No es que no esté de acuerdo con muchos de los puntos de vista de gente como Larry Auster. Pero mi objetivo no es aplastar a los Brahmanes ? en modo alguno. Mi objetivo es, a mi pequeña manera, intentar recordarles que en realidad son la casta gobernante, que básicamente sus enemigos ya no existen, que pueden aparcar su loca furia chimpancé del siglo XX sin que sus genitales sean arrancados y devorados por una banda acechante de igualmente enfurecidos Optimates.
Considero que la estrategia de tratar de involucrar a los Vaisyas (los "campesinos con horcas" de Pat Buchanan) en la política democrática, como especialmente contraproducente. Lo que hace de un Vaisya un Vaisya es que él o ella es una persona normal y sensata que centra su interés apropiada y saludablemente en su propia vida. Tratar de involucrar a estas personas en el desastre de la democracia, en una especie de intento de restaurar una cultura Optimate asolada por los Brahmanes, que no puede ser más restaurada que la Provenza albigense o la India mogol, y que en todo caso no fue más perfecta que cualquiera de estas sociedades maravillosas y fallecidas, me parece un enorme error. Enfurece a los Brahmanes y no logra nada, dado que Occidente ha estado dirigido por sus funcionarios, no por sus políticos, desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuál es la gloria y la culminación de 40 años de política conservadora estadounidenses desde Barry Goldwater? ¿El gobierno de Bush? Su señoría, a las pruebas me remito.
Si se necesitan los votos Vaisya para ayudar a abolir nuestro profundamente disfuncional y moribundo sistema de gobierno según un procedimiento legal adecuado, bien. Pero que voten una vez, en una proposición que sea inequívoca y definitiva, y evítales tener que preocuparse nunca más del ridículo absurdo de la democracia electoral de escuela secundaria (tan brillantemente satirizada por Alexander Payne). Hasta que haya una elección en la que una papeleta sea un mandato claro para abolir el New Deal, si no el propio Washington, los conservadores demócrata-cristianos están perdiendo el tiempo y mareando la perdiz.
El artículo original, aquí.