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Rosa Díez, una chica mala para Rajoy
Eugenia LopezMuñoz
De lo que no se habla, no existe, así que Rajoy eligió ayer suprimir el amplio abanico de corrupción política, constatada en el Reino de España. La erradicó de forma contundente, negando la mayor de Rosa Díez en réplicas y dúplicas a la diputada de UPyD. Sin duda, optó por la vía más rápida para acabar de una vez por todas con los gurterles y urdangarines que, obviamente, salpican de lleno a su partido.
Y gracias al tupido velo de Rajoy—su falta de condena expresa de todos y cada uno de los casos que le afectan—, el PSOE se beneficia también del cese discursivo de la corruptela nacional. Los casos Blanco, Chaves, eres andaluces o Bonos con pisos familiares  —entre los más destacados— se volatilizan y dejan de ser un problema para la sociedad española y sobre todo para Rubalcaba. Hay muchos políticos honestos, repitió una y otra vez Rajoy a la portavoz de Unión Progreso y Democracia, señora Díez, reprendiéndola por ser una chica mala al decir que la corrupción política era algo generalizado en España. Y en efecto, no todos los políticos son corruptos, pero sí es cierto que la corrupción es un hecho generalizado en los entornos e interiores de los dos grandes partidos que alternan en la Moncloa desde que Suárez desapareció.
Oyendo a Rajoy negarlo, daba la impresión de que lo políticamente incorrecto no eran la prevaricación y el cohecho, sino la alarma social que produce denunciarlo. El poder absoluto asusta, sin duda, y eso es lo que reveló ayer la estrategia de Rajoy. Aunque de poco sirve negar la realidad. Así no va a desaparecer el marrón de la mierda que tiene en casa el señor Rajoy. Hoy por hoy, su portavoz, Esteban González Pons, firmó un contrato con Urdangarín por 5 millones de euros, cuando Pons era consejero del Gobierno valenciano. Curiosa forma de honestidad política patrocinar un evento que nunca se realizó. El duque sabrá dónde está el dinero y Pons, por qué se lo dio. Lo que sabemos los ciudadanos es que todo apunta a que se empleó dinero del contribuyente para fines particulares de los señores Pons, del PP, y Urdagarin, presidente de la fraudulenta Fundación Nóos, según apunta la propia Casa Real.
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