Una de los proverbios que solemos aprender sin interrogar reza que “para gustos, hay colores”, queriendo decir con ello que la diversidad existe porque es necesaria para darle un gusto a la vida. Es una frase incuestionable para nosotros y que no dudamos en aplicar y vociferar apenas vemos que alguien tiene un problema con los gustos de alguien. Pero es también una aseveración que nos cuesta pensar a cabalidad debido a que, en realidad, nos cuesta disfrutar eso que se le escapa a nuestro gusto. Una prueba de ellos son los géneros de música. ¿Podemos aprender a disfrutarlos todos?

Encerrarse en uno de los géneros de música

Tal vez el primer concepto que el arte desea compartirnos es el concepto de la libertad. Se escucha música porque sentimos que con ella tenemos algo así como unas alas para volar y alejarnos de nuestros problemas o para verlos mejor, desde arriba, sea cual sea nuestro deseo.

Esta no es una aseveración del todo injusta: basta recordar esos momentos en los que una canción estuvo allí para nosotros y para interrumpir el curso descendiente de un mal día o para hacernos creer realmente que aún teníamos oportunidad para zafarnos de nuestras angustias y lograr algo distinto.

Cada canción nos proporciona una sensación y nos ata tanto a algo que vivimo como a algo que no hemos vivido. Y esto último es tal vez lo que más se pierde cuando nos encerramos en un solo género: sentimos que sólo pocas cosas pueden definirnos. Y eso no es del todo correcto.

La enredadera

Así que si deseamos, en verdad, disfrutar más de la música, disfrutando los géneros de música, tendremos que empezar a pensar en abrir nuestro juicio un poco más y dejar que sea la música la que decida nuestro gusto y no la razón.

Tratemos de imaginar que disfrutemos de un hospedaje en merida y que de pronto suena una canción de música campesina. ¿Debemos rechazarla porque nos inclinamos a ritmos más caribeños o anglosajones? ¿No hay algo en la región que nos invita a disfrutar este tipo de estilo musical?

Retos

Podemos, entonces, tratar de pensar los géneros de música como si se tratasen de enredaderas que estamos tratando de extender: empezamos por un lado, luego crecimos, luego cambiamos. Y así vamos.

Puede que la libertad que ganamos de la música suceda en todo momento gracias a este movimiento de alma. Además, si en algo se parece la música al alma es en este punto, ¿no es cierto?