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Las represas de Lula y multinacionales matan a las tribus de la Amazonia y arruinan el medioambiente de Brasil

06/07/2016 11:20 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

El proyecto tiene un costo de unos 5.500 millones de dólares. El gobierno de Brasil ordenó la evacuación de la tribu Kayapó y otros pueblos nativos de la región amazónica. Un desastre

La represa de Belo Monte se está construyendo en el río Xingú, estado de Pará. Una vez finalizado el proyecto, la obra se convertirá en la segunda mayor hidroeléctrica de Brasil, después Itaipú, y la tercera del mundo detrás de Tres Gargantas, en China.

El proyecto será levantado a un costo de 3.000 millones de dólares, más otros 2.500 millones por la línea de transmisión. Pero para comenzarla el gobierno de Brasil ordenó la expulsión o evacuación de la tribu Kayapó, un pueblo nativo de la región amazónica del Mato Grosso que vive allí desde siempre.

Desde que se autorizó el proyecto, se levantó una férrea oposición dentro y fuera de Brasil. El jefe indio Raoni  encabezó la protesta, y se sumaron personajes tales como el cantante Sting y el director de cine James Cameron.

Organizaciones ambientalistas y de derechos humanos, entre ellas Survival International, han advertido que la represa de Belo Monte inundará una extensa área de tierra, desecará partes del río Xingú, destruirá la selva y reducirá las reservas de peces imprescindibles para la supervivencia de distintos pueblos indígenas de la zona, como los kayapó, arara, juruna, araweté, xikrin, asurini y parakanã, explica el diccionario Wikipedia.

Las denuncias añaden que para ser viable o rentable, Belo Monte necesitaría de otras represas aguas arriba para garantizar al año un flujo circulante de agua, lo que significaría la inundación de más bosques, y más daños a la selva del Amazonas.

Otro temor es que la llegada de trabajadores a una zona virgen amenaza con introducir violencia y contagiar enfermedades a los pueblos indígenas, entre ellos la tribu Kayapó, propietarios legítimos de una tierra heredada de sus ancestros.

Pese a los esfuerzos, nada detiene la construcción de Belo Monte. El último intento desesperado de freno ocurrió en octubre 2014, cuando el consorcio encargado de las obras se vio obligado a suspender nuevamente la construcción del proyecto tras una manifestación de más de un centenar de indígenas.

Según explicó el grupo adjudicatario Norte Energía,   las obras fueron suspendidas otra vez por motivos de seguridad tras la ocupación por parte de unos 80  pescadores del área en que fue construida una pequeña presa provisional para desviar las aguas del río Xingú. Y naturalmente terminó con la pesca.

LA ONG Amazon Watch, contraria al proyecto como todos los ambientalistas y respetuosos de los derechos de los pueblos, dijo en una nota que "los manifestantes indígenas se apoderaron de las llaves de los camiones y tractores y obligaron a los trabajadores a abandonar a pie el campo estratégico de trabajo Pimental". Well done!

Agregó que la ocupación fue promovida por 120 indios y pescadores que amenazan con permanecer en el lugar hasta que los responsables por la construcción cumplan los compromisos que asumieron para mitigar los daños ambientales generados por la hidroeléctrica. Y que por supuesto la multinacional no cumplió.

Amazon Watch dijo que la ocupación es fruto de una "alianza sin precedentes de pescadores y pueblos indígenas amazónicos" como los Xipaya, Kuruaia, Parakana, Arara, Juruna y Assurini y resaltó "el incumplimiento de la mayoría de los condiciones legales relativas a la construcción de la presa, la falta total de diálogo con los pescadores locales y la amenaza inminente de inundación a gran escala de áreas próximas a la ciudad de Altamira".

Belo Monte, cuyas obras también han sido paralizadas en otras ocasiones por decisiones judiciales, comenzó a ser construida en marzo de 2011 en la localidad de Altamira, en el estado norteño de Pará y ha despertado la ira de tribus indígenas y grupos ecologistas que alegan que la obra tendrá un impacto irreversible en la Amazonía.

Los indígenas kayapó y otros pueblos indígenas de la zona llevan protestando contra el proyecto de la presa desde que su construcción se propuso, inicialmente en los años ochenta.

Aún podeEn una carta dirigida al presidente Lula da Silva (2003-2011), los kayapó declararon: “No queremos que esta presa destruya los ecosistemas y la biodiversidad que nosotros hemos cuidado durante milenios, y que aún podemos preservar”.

Los indígenas afirman que se opondrán a la presa por todos los medios y que, si la construcción prosigue, el río Xingú se convertirá en un río de sangre.

Cuando arrancó el proyecto, Antonia Melo, coordinadora del Movimiento Xingú Vivo para Siempre, denunció: "Es una obra criminal, que significa la destrucción ambiental de una gran área de selva, que afectará la vida de decenas de miles de personas, y que secará el río para cinco aldeas indígenas que perderán la supervivencia de su alimentación".

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), órgano autónomo de la Organización de Estados Americanos, pidió a Brasil que suspenda la construcción y que consulte a los pueblos indígenas afectados por las obras. La petición no fue escuchada.

“No queremos perder nuestra cultura. El Brasil es nuestro, no se puede arruinar, acabar con la naturaleza", declaró a la prensa el cacique Kunue Kalapado, según la traducción de su hija Kuné, de la aldea guaraní Tenonde Pora.

"Estamos muy preocupados porque la primera aldea que afectaría (la inundación) sería la nuestra", que se encuentra en el alto río Xingú, afirmó Kuné Kalapado a un periodista de la Agencia Francesa de Noticias (AFP).

Pese a las preocupaciones y las protestas, la evacuación de la tribu Kayapó, ordenada por el gobierno brasileño, comenzó. Y con ella se desató el llanto de un pueblo que nació en mitad de la selva y no tiene otro hogar en el mundo más que el silencio y los misterios del Amazonas.

El gobierno de Brasilia no aceptó más de 600.000 firmas que fueron recogidas para detener las obras. Los firmantes imploran preservar la selva y resguardarla como patrimonio de la humanidad. Por lo tanto, dijeron ambientalistas, “la pena de muerte fue decretada para la selva y la gente de la gran curva del río Xingú”.Lula sacó el ejército a lA calle.

Indígenas y protectores del medio ambiente dicen que la pena de muerte fue decretada por gente realmente perversa, por tecnócratas maniáticos pero poderosos y los “inversores” de siempre, ávidos de negocios y ganancias. El presidente Lula sacó al ejercito a las calles para “convencer” a los indigenas.

Unos y otros se amparan en la "legitimidad" y el "derecho" que les brinda un tramposo sistema político economista y pseudodemocrático que decidió por todos los habitantes del Planeta (humanos y no humanos) que la máquina vale más que la vida, agregan.

Pena de muerte o declaración de guerra a la Biodiversidad y al Planeta Viviente, en la que ya no es posible para nosotros mirar para otro lado o permanecer como meros espectadores pasivos, sino que debemos decidir sin hipocresía en cuál de los dos frentes estamos ubicados, subrayaron.

Belo Monte inundará 400.000 hectáreas de valioso bosque nativo, un área que es más grande que el Canal de Panamá. Y unas 40.000 personas de las comunidades indígenas y locales, y el hábitat de numerosas especies animales y vegetales serán destruidos para siempre.

Belo Monte, temen los ambientalistas y los indígenas brasileños, lleva hacia el abismo de la fractura gaiana, hacia la muerte planetaria, hacia la carbonización de la atmósfera (como la de Venus y Marte, dos planetas muertos con una atmósfera de más del 90% de dióxido de carbono), así como a un calentamiento global que pondrá a la vida orgánica contra las cuerdas.

No se puede llamar "progreso" a la destrucción del mundo, puntualizan. La historia de la tribu kayapó debe ir por el mundo y tal vez provocar una reflexión. Una reflexión profunda, ponderante, fecunda. Lejos de la marcha despiadada de la sociedad capitalista y tecnocrática –siempre justificándose impunemente a sí misma-, hacia seres humanos auténticos, nobles, responsables…

La tribu Kayapó y los U’wa de Colombia son ganadores de varios premios por tener un entorno maravilloso, por su cuidado de la Tierra, por su respeto al ecosistema, por ser guardianes del Planeta para las generaciones futuras.

Belo Monte está a punto de acabar con una de las historias más bellas de la vida humana.

Durante una reciente visita a Paris, Francia, el jefe indígena Raoni Metuktire, fue recibido por el presidente François Hollande, dijo que la construcción de Belo Monte "es una falta de respeto a nuestra tierra, a nuestro río Xingú".

Raoni también denunció la deforestación que está sufriendo el territorio de su pueblo y pidió ayuda a los Gobiernos europeos para delimitar las tierras donde nació y donde están enterrados sus padres.

Greenpeace y Los Amigos de la Tierra advierten que "las represas hidráulicas no son una energía verde, ya que producen al menos el 4 % de las emisiones mundiales de gas".

Maldición de represa en Brasil no asusta a Lula

No hace falta explicar lo que es el genocidio de las rerservas de indios

El Consejo Indigenista Misionario (Cimi), aseguró que el proyecto vulnera una convención de la Organización Internacional del Trabajo, además de las declaraciones de la ONU sobre pueblos indígenas y diversidad biológica.

Dos años de abundancia y después sequía, esa fue la profecía sobre la polémica hidroeléctrica de Belo Monte en Brasil, después de que el líder indígena José Carlo Arará prometiera maldecir el proyecto si se realizaba en esta reserva amazónica.

El megaproyecto del río Xingú fue aprobado por el entonces Presidente Luiz Inácio Lula Da Silva y prometió que estaría en funcionamiento en unos 5 años.

"El monstruo de Belo Monte" como lo llaman las 180 tribus indígenas que habitan la región será una de las represas más grandes de Suramérica. Sin embargo, y aunque el Gobierno brasileño lo niega, tendrá un impacto negativo en el medio ambiente, según expertos ambientalistas.

Ni siquiera el cine ha sido ajeno a esta polémica. La exitosa película de James Cameron, "Avatar", tocó el tema y el director reconoce que su cinta podría estar basada en los hechos que ocurren en las reservas Paquicamba y Arará.

En diálogo con los periodistas, el analista brasileño Beto Almeida indicó que no se puede ignorar el crecimiento de la nación en los últimos años como un gran potencia. Pero es necesario que el desarrollo económico tenga un sostenimiento social. Y las tribus indígenas están en vía de extinción en el mundo, por lo que se debe preservar su hogar.

"No basta con decir que serán trasladados a nuevas zonas, eso lleva tiempo de adaptación. Los indígenas son personas que se aferran a sus tierras por el valor espiritual que poseen", explica.

"Para ellos es lo mismo que a un hombre civilizado le arrebaten su religión o le quiten a su familia, es el mismo sentimiento y a veces el desarrollo desgraciadamente trae males a estas comunidades", agrega.

El riesgo no solo es para las comunidades indígenas, la diversidad animal también está amenazada.

Según el líder indígena que lleva por apellido el nombre de la reserva Arará y quien lanzó la maldición contra el proyecto, al reducirse el cauce del río, un número indeterminado de especies morirá.

Tanto para las tribus de la zona como para los activistas que se oponen a la construcción, es triste que Lula califique la aprobación de la obra como una "victoria del sector energético", pese a que causaría el desplazamiento de unas 50.000 personas.

El gobierno de Lula adjudicó los trabajos a un consorcio liderado por la estatal Compañía Hidroeléctrica de Sao Francisco y en el que también participa la constructora privada Queiroz Galvao.

Asimismo, el Gobierno defiende la represa indicando que será un bien superior y proyecta un potencial máximo de más de 11.000 megavatios en épocas de máxima crecida del río, uno de los más grandes afluentes del Amazonas.

De todas formas, la obra se convierte en una de las principales apuestas de Lula, quien está próximo a ser procesado por corrupción, debido a que el costo de la represa es de unos 11.360 millones de dólares, de los cuales habria que seguir el rastro de la mitad.

La necesidad de más energía ha hecho que el hombre adelante proyectos monumentales. En China, por ejemplo, se construyó la represa de las Tres Gargantas que obligó a la inundación de 19 ciudades, 326 pueblos y al desalojo de 1.900.000 personas.

Cuando un ataque a un muñeco inflable llega a las portadas de los diarios, no es difícil anticipar nuevos vaivenes de la crisis política que sacude a Brasil.

El muñeco gigante personifica al popular expresidente Luiz Inácio Lula Da Silva (2003-2010) vestido de presidiario, y se ha convertido en un símbolo de los manifestantes que intentan derribar a su sucesora Dilma Rousseff.

Una simpatizante del gobernante Partido de los Trabajadores, fundado por Lula, perforó hace días a cuchillazos el muñeco, que cuando está inflado alcanza una altura de 12 metros. Hubo titulares de prensa sobre el "atentado" y una campaña de odio en las redes sociales contra la agresora.

El incidente, aunque una anécdota secundaria en la complicada situación que vive Rousseff, va mucho más allá del muñeco.

Hace meses que el carismático Lula, de 69 años, no esconde su inquietud por la crisis que afecta al PT.

Tras afirmar que recorrerá el país en defensa del gobierno, el líder histórico del partido que gobierna Brasil hace 12 años admitió que si es necesario será candidato a la presidencia en 2018.

"Los adversarios todo el santo día están hablando de mí, y aprendí una cosa: sólo se puede matar a un pájaro si se queda quieto. Si sigue volando es más difícil. Por eso, yo volví a volar de nuevo", afirmó Lula en un acto junto al expresidente uruguayo José Mujica.

"Ahora voy a hablar, voy a viajar, voy a dar entrevistas, voy a incomodar", advirtió Lula.

- ¿Salvavidas? -

Mientras, la presidenta de la séptima economía del mundo pelea contra un goteo constante de malas noticias. La última: la entrada en recesión de Brasil en el segundo trimestre de 2015, una contracción que podría alargarse al menos dos años, según analistas.

Al mismo tiempo, el histórico escándalo de corrupción que carcome a la estatal Petrobras -la mayor empresa del país- ahuyenta a los inversores, la inflación duplica la meta oficial y la tasa de desempleo marca su máximo en seis años.

Tampoco ayuda a Rousseff un Congreso convertido en un campo de batalla y un numero creciente de adversarios que piden su destitución. Pese a que fue reelecta el año pasado con 52% de los votos, la gestión de la gobernante sólo es aprobada por el 8% del electorado.

"LA presidenta Rousseff está enfrentando actualmente una gran crisis de gobernabilidad", afirmó la unidad de análisis de la consultora BMJ (Barral M Jorge) en una evaluación de riesgos que predice una "creciente inestabilidad" hasta el final del presente año.

"La combinación de la crisis económica con la agitación política ha empujado a Brasil a una tormenta perfecta en 2015", añadió el informe.

En este contexto, la intención de Lula de convertirse en el salvavidas de su sucesora no será una tarea sencilla.

Para David Fleischer, profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad de Brasilia, el exgobernante siempre quiso regresar a la presidencia y prolongar el dominio del partido que cofundó.

"Ahora que Lula ve que Dilma y el PT tienen grandes problemas va a volver a hacer viajes, a dar conferencias y discursos para 'salvar' al partido y una posible candidatura propia en 2018", analizó Fleischer.

"No está ahí para salvar a Dilma", opinó.

Difícil regreso

Aun con mayor credibilidad que Rousseff, Lula ya no goza del impresionante 80% de popularidad que tenía cuando dejó el poder en 2010, y que ni el escándalo de compra de votos de legisladores de la coalición al inicio de su primer mandato -conocido como 'Mensalao'- logró mermar.

Tras implantar con éxito ambiciosos programas sociales que sacaron de la pobreza a unos 40 millones de personas, el exobrero metalúrgico y líder sindical culminó su presidencia con Brasil creciendo un impresionante 7, 5%.

Lula y Rousseff han sido acusados por los medios en la causa del inmenso fraude a Petrobras -que tambien ha salpicado a varias figuras del PT-. El exmandatario es tambien investigado por la fiscalía brasileña por supuesto tráfico de influencias para beneficiar al gigante de la construcción Odebrecht.

El expresidente es un hábil político que logra aún un apoyo apasionado en el empobrecido noreste y otras zonas del país. Pero una encuesta reciente reveló que hoy perdería las elecciones ante sus posibles rivales de la derecha.

El grupo opositor Revoltados ON LINE, que describe la crispación política como una "guerra entre el bien y el mal", planea nuevas manifestaciones.

Mientras, el futuro del controvertido muñeco inflable está en el aire, tras reaparecer en la céntrica avenida Paulista de Sao Paulo con escolta policial y generar un nuevo enfrentamiento entre partidarios y detractores del gobierno.

 

 

 

 

 


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