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Es importante entender que los milagros no ocurren sin que exista plena convicción de su maravilloso poder, en otras palabras, si no tenemos fe, los resultados serían desalentadores. Nuestro subconsciente estará siempre dispuesto a cumplir fielmente el mandato
La historia universal registra en sus anales, hechos que pudieran ser dignos de una fuerza divina o quizás desconocida. Referencias recogidas de distintos sectores religiosos y sociales avalan estas experiencias con fidelidad.
En reiteradas oportunidades hemos escuchado el popular refrán que reza: «No hay peor ciego que el que no quiere ver», cuyo contenido pudiera ser aplicado a innumerables casos de seres que han sufrido las graves imposiciones que el destino ha reservado para ellas.
Cuando somos víctimas de enfermedades o nos encontramos afligidos, suplicamos al Dios Todopoderoso que se apiade de nosotros y con su bondad decrete la obra de sanación, sin embargo, súbitamente aparece en escena el enigmático y contradictorio PERO, (Disculpen la entonación) permitiendo que nuestro fresco y cristalino oasis se desdibuje en décimas de segundos.
Es importante entender que los milagros no se materializan sin que exista plena convicción de su majestuoso poder, en otras palabras, si no tenemos fe, los resultados serían desalentadores. Nuestro subconsciente estará siempre presto a dar fiel cumplimiento al mandato.
La unificación de los elementos cuerpo-mente actúan en consonancia, hasta subsanar las dificultades que nos acosan y ponen en riesgo nuestra integridad. Esta magnífica combinación es la base del éxito o fracaso, de manera que somos los únicos responsables de los resultados de la gestión.
En las páginas de la santa Biblia aparece reseñado un pasaje conmovedor, acontecido en aquella época, donde una persona ciega se acerca al maestro Jesús, el nazareno, y le dice: «Jesús, hijo de David, ten compasión de mi». Entonces Jesús admirado le dice, «¿Qué quieres que haga por ti?» y el ciego le responde, «Señor, quiero ver». Inmediatamente Jesús exclamó, «Recobra tu vista, tu fe te ha curado». Enseguida el ciego recuperó la visión y lo siguió, brindando bendiciones a Dios.
El laureado escritor brasileño, Paulo Coelho, nos regaló esta hermosa y alentadora frase, «Cuando deseas alcanzar u obtener algo en la vida, el universo conspira a tu favor para que lo logres».
Autor: Alfredo Pirela Velásquez