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He leído tres veces la carta que Jordi Pujol ha difundido para confesar que tenía dinero apalancado en el extranjero [al parecer, en Andorra, de modo que decía la verdad cuando aseguró no haber tenido nunca fondos en Suiza] y para pedir perdón por haber engañado al electorado y a su partido.
De entrada, debo confesar que no entiendo la iniciativa epistolar porque una herencia recibida en 1980 no necesita ni puede ser regularizada, además de que las posibles responsabilidades fiscales y penales por no declarar los rendimientos que produzca ese capital cada ejercicio prescriben cada cuatro años.
En todo caso, lo que parece decir Pujol es que han sido regularizados los rendimientos correspondientes a los últimos cuatro ejercicios, o que al menos han sido iniciados los trámites para hacerlo.
Conste que expreso una deducción, pues la carta del ex president es poco clara al respecto