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En invierno se incrementan las visitas a la montaña y el principal atractivo es la nieve y realizar cursos de esquí, pero hay que tener mucha precaución, sobre todo seguridad en aludes y glaciares
En invierno se incrementan las visitas a la montaña y el principal atractivo es la nieve y realizar cursos de esquí, pero hay que tener mucha precaución, sobre todo seguridad en aludes y glaciares.
Para ello es importante el buen conocimiento de la nieve para los que se dedican al esquí de montaña, que debe facilitar el recorrido antes de realizar el itinerario, previniendo los aludes y por anticiparse en el descenso, y eso se sabrá fijándonos en la calidad, color, brillo y textura. La nieve ya desde su precipitación no es igual dependiendo de la temperatura, de la presencia de viento o la humedad.
Los aludes son la principal amenaza para el esquiador de montaña y originan la mayor parte de accidentes mortales en esta disciplina. No hay mejor solución que evitar este infierno blanco, pues las probabilidades de salir ileso de un alud son escasas. Alud se define como el deslizamiento de una capa de nieve sobre una distancia mayor de 50 metros y en la formación de un alud influyen fundamentalmente 3 factores: la naturaleza del terreno, de la nieve o la temperatura. Pueden establecerse dos grandes tipos de aludes: los de superficie (desliza la capa superior de nieve) y los de fondo.
No hay otra solución que la prevención, de forma que el buen esquiador de montaña adapte sus planes a la predicción de aludes. La complejidad en la predicción de aludes es grande, pero se puede aceptar que la peligrosidad es evidente en las siguientes situaciones:
- Después de una nevada, en especial si el grosor supera los 40 cm. Es aconsejable esperar un mínimo de 24-48 horas.
- Después de las horas de calor y con tiempo primaveral, se debe salir temprano, y después de lluvias.
- Las pendientes de 30º o más con nieves frescas y primavera.
Es norma general atender a las condiciones de cada zona, la evolución de la innovación de cada temporada, los partes meteorológicos y las cada vez más frecuentes predicciones de aludes. La elección de cada itinerario debería tener siempre en cuenta el riesgo de aludes como un factor prioritario.