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Comentario de un relato del famoso escritor Edgar Allan Poe. Relato en el que mediante el simbolismo, Poe juega con la creencia cristiana del fin del mundo.
El simbolismo fue un movimiento artístico que apareció en Francia tras la publicación del “Manifiesto Simbolista” del poeta Jean Moréas en 1885. Las ideas defendidas por este documento fueron asimiladas en distintos ámbitos artísticos entre los que destacan la pintura y la literatura.
Los escritores simbolistas rechazaron las tendencias anteriores (el romanticismo de Victor Hugo, el realismo de Gustave Flaubert o el naturalismo de Émile Zola) y proclamaron que la imaginación era el modo más auténtico de interpretar la realidad. Entre los principales precursores del simbolismo literario figura el autor que estamos estudiando, Edgar Allan Poe.
Primera parte: El juicio final
El relato se inicia con la celebración de un juicio en el que el denunciado es sentenciado a muerte. Los jueces son miembros de la inquisición, por lo tanto, miembros de la iglesia católica; de este modo tenemos los elementos característicos de la narración del Apocalipsis en la que Dios demostrará su ira a los hombres y acabará con el mundo para castigar a todos los pecadores. En este caso, los inquisidores son los representantes de Dios y el personaje condenado es el representante de los pecadores
Segunda parte: El descenso al Purgatorio
Después de la sentencia, el protagonista se desmaya y este suceso lo describe así: «me envolvió la más negra de las tinieblas. Todas mis sensaciones fueron tragadas por un torbellino de una caída en la profundidad, como la del alma en el Hades. Y luego el universo no fue más que silencio, calma y noche» (p.75). Para designar la bajada a este nuevo mundo, nos describe que su sensación fue la de caer; el verbo "caer" hace referencia a un descenso de un punto a otro más bajo que el de origen; así pues, el sentenciado cae de la tierra a la escala inferior que es el purgatorio.
El juicio final, el descenso al Purgatorio, la salvación y el Apocalipsis en boca de Poe.
Tercera parte: El Dios, el Diablo
Mientras el prisionero camina por la celda, tropieza con un pozo «me estremecí al descubrir que me había desplomado exactamente al borde de un pozo circular» (p.80). En el sentido antiguo del concepto del mundo, «los pozos son galerías de acceso al mundo inferior» (Biedermann, 1993:382) que realiza «una síntesis de tres órdenes cósmicos: cielo, tierra, infiernos […] es una vía vital de comunicación» Por lo tanto, la presencia del pozo en la celda simboliza la presencia del Diablo.
Las torturas del Purgatorio para la purificación del alma empiezan con el prisionero amarrado a una madera, sin agua cerca de la tabla pero sí con comida picante. En esta posición, el personaje describe un objeto que tiene justo encima de él, el péndulo. El péndulo es un símbolo de la representación divina; colgado del techo, se trata de un objeto que proviene de las alturas, del cielo, y será la principal herramienta de tortura por parte de los inquisidores, pues son ellos quienes controlarán su oscilación y descenso hacia el prisionero.
Cuarta parte: La salvación
En el Purgatorio donde se encuentra nuestro personaje se mezclan los dos polos opuestos del estado del alma tras la muerte: el cielo y el infierno. Los símbolos representantes de ambos estados se entremezclan durante la narración de los hechos que sufre el protagonista y, es por esta mezcla que el prisionero ya no diferenciará lo bueno de lo malo aplicando las teorías cristianas sobre estos opuestos, sino que lo hará bajo su perspectiva. Y es en este instante, en el que la bondad y la maldad se encuentran fuera de las leyes de la moralidad cristiana, cuando el condenado califica de «demonios [a aquellos que] podían haber detenido el péndulo» (p.85). son considerados animales aliados al infierno. Sin embargo, tras la rotura de la moral católica, el condenado se atreve a pensar en ellas como en unas posibles aliadas para obtener su salvación. Y eso es lo que hace, hasta el punto de conseguir que las ratas rompan las ligaduras que lo mantenían amarrado al tablón de madera y se conviertan así en «mis libertadoras» (p.89).
Quinta parte: El Apocalipsis
Cuando el personaje del cuento está a punto de caer al pozo, «¡ oí un discordante clamoreo de voces humanas! ¡Resonó poderoso un toque de trompetas! ¡Escuché un áspero chirriar semejante al de mil truenos!» (p.91). La destrucción de la tierra empieza en el mismo instante en el que los siete ángeles tocan las trompetas y esta destrucción se lleva a cabo mediante el lanzamiento de «truenos, voces y relámpagos» (Biblia, 1986:2490). La finalidad del Apocalipsis es el castigo a los pecadores y, durante la narración del relato hemos presenciado cómo los únicos que llevaban a cabo actos de maldad eran los inquisidores. Por lo tanto, el Apocalipsis, el sonido de las trompetas, se produce para anunciar la abolición de la Inquisición, la condena de los inquisidores, ergo, la desaparición de los pecadores del mundo.
Enlace al cuento: http://es.wikisource.org/wiki/El_pozo_y_el_p%C3%A9ndulo:_01