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El debate sobre el reingreso de Cuba a la Organización de Estados Americanos (OEA) se perfila como uno de los temas más polémicos que podría instalarse en junio próximo en la XXXIX Asamblea General del organismo. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, quien visitó Cuba este año, y el secretario general de la OEA, el chileno, José Miguel Insulza, son los más empecinados adalides del retorno de La Habana a la organización que la suspendió hace 47 años. La idea parece contar con el respaldo de muchos países miembros, entusiasmados por el anuncio del presidente estadunidense Barack Obama, de cambios de dirección en la política hacia Cuba, aunque sin levantar todavía el embargo económico. Obama ha eliminado restricciones de viajes de familiares y envío de remesas a Cuba aplicadas en 2004 por su antecesor George W. Bush, pero el gobierno isleño considera insuficientes esas acciones y exige el fin del bloqueo. La cita de los 34 cancilleres tendrá lugar de 1 al 3 de junio en San Pedro Sula, Honduras, y cuenta, hasta ahora, con dos firmes opositores a esa pretensión: los gobiernos de Estados Unidos y de Cuba, ocupantes de las esquinas roja y azul de un imaginario cuadrilátero. Con la activa promoción de Washington, el gobierno cubano fue suspendido de la OEA en 1962, por su orientación marxista-leninista y sus vinculaciones con los países del bloque chino-soviético, consideradas "incompatibles" con el sistema interamericano. A raíz de la Cumbre de las Américas efectuada el mes pasado en Trinidad y Tobago, Insulza anunció que se propone promover a la próxima Asamblea General del organismo, examinar la derogación de la resolución que suspendió la participación de Cuba en la institución. Honduras, por su parte, presentará este viernes para su abordaje oficial por el Consejo Permanente de la OEA un proyecto de resolución encaminado a que la Asamblea General de San Pedro Sula, levante la suspensión impuesta a Cuba en 1962 en plena Guerra Fría. Se trata de un borrador que sin embargo competirá con otro que se afirma preparan Costa Rica y otros países empeñados en evitar un áspero intercambio y que, en esencia, propone postergar algunos meses el reintegro al foro creado en 1948. Venezuela, Bolivia y Nicaragua encabezan el grupo de naciones que alientan el retorno de La Habana a su asiento en el organismo que el extinto canciller isleño Raúl Roa bautizó en su momento como el "ministerio de colonias yanqui". La secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien estará presente en la cita hemisférica y a la que se atribuyen posiciones más recias frente al tema cubano, ha expresado su oposición a esa posibilidad y condicionado el retorno a cambios de política interna en la isla. "Hemos sido muy claros sobre ello, emprender el camino hacia la democracia, liberar a los presos políticos y respetar las libertades fundamentales, eso es lo que significa ser miembro de la OEA", declaró ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. En una poco frecuente coincidencia de criterios, el líder cubano Fidel Castro, y su hermano y actual presidente de Cuba, Raúl Castro, ratificaron en más de una ocasión su falta de interés por regresar a un organismo que consideran responde a los intereses de Washington. El pasado 11 de mayo, Fidel afirmó que respeta el criterio de otros gobiernos de América Latina y el Caribe, pero ratificó que Cuba rechaza regresar a la OEA, y el día 8 de este mes, en sus habituales "Reflexiones", la calificó como una "desvergonzada institución". Castro, quien se apartó de la Presidencia desde julio de 2006 por un percance de salud, pero continúa como primer secretario del Partido Comunista, dijo en abril pasado que la OEA le produce "repugnancia" y descartó que La Habana vaya a pedir "de rodillas" ingresar. En un comentario directo sobre los aprestos de Insulza expresó: "él sabe que nosotros no queremos ni siquiera escuchar el infame nombre de esa institución". En forma coincidente, Raúl Castro estimó que la OEA "destila sangre desde su propia creación", al evocar el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz en 1954, quien había ganado los comicios de ese año con las reglas del juego de la democracia representativa. A mediados de abril, recordó que Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Cuba el 3 de enero de 1962 y llamó la atención que el 31 de enero de 1962 la OEA expulsó a Cuba, meses después de la invasión de exiliados de Bahía de Cochinos. Raúl sostuvo que la OEA no expulsó a Cuba antes de la invasión porque el plan -sostuvo- era darle apoyo y reconocer al gobierno títere, si se consolidaba y anotó que la separaron en 1962, "porque esta vez no era una invasión mercenaria, iba a ser una invasión directa norteamericana".