Del Ciclismo y algo más

Pista circular, 500 metros de distancia de inicio a la meta. Bicicleta cross, marco pequeño, color azul de propiedad de mi prima y listo en la linea de salida. Dan la largada salen los 25 competidores que en un tramo estrecho impulsan como un rayo disputarse el premio del barrio, el reconocimiento como el mejor. Tomo la primera curva en el lote central buscando no chocar con nadie, siguiente curva sumo dos puestos y viene la recta definitiva 150 metros de sprint, y con mis 135 cm de estatura muevo mis piernas a tope. No lo puedo creer voy llegando a la cabeza de carrera mi euforia aumenta, ya veo la meta y de repente, el tenedor de la bici se rompe caigo de frente y como resultado dos manos raspadas un diente roto, una rodilla inflamada, el último puesto de la carrera y el abucheo general de mis vecino.

Tuvieron que pasar 12 años para volverme a montar en una bicicleta, ya con 23 años compre mi primera bicicleta todo terreno con marco de acero, pesada como el demonio rín 26. Y inicie mi desplazamiento al trabajo 23 Km por un terreno plano con un par de subidas. Era Octubre del 2003, y no tenia ni idea en lo que me metía. Con escasos 5 años escuchaba la transmisión de la vuelta España en la radio de mi papa. Y oía repetidamente a un locutor decir el Apellido Herrera. "Que curioso" pensé en ese momento, "ese señor dice mi apellido en la radio". Después de escucharlo por mas de dos horas gritaba eufórico la victoria de un tal Lucho Herrera.

Con curiosidad al día siguiente vi la transmisión por televisión y conocí a la persona que tenia mi apellido. Un señor con piel morena, delgado, con cabello negro y con una mirada de determinación que jamas se me olvido. Ese señor fue el causante de mi primera cicatriz en la cabeza al imitar una de sus maniobras en bicicleta, ese señor fue el causante de mi diente roto, ese señor fue el causante de que a los 23 años me subiera en una bicicleta. Ese señor "El jardinerito" como le decían fue el causante de que me enamorara del ciclismo.

Paso el tiempo y aun recordaba a los locutores colombianos narrar las gestas de nuestros escarabajos, que a punta de agua de panela subían las altas montañas de Europa

Paso el tiempo y aun recordaba a los locutores colombianos narrar las gestas de nuestros escarabajos, que a punta de agua de panela subían las altas montañas de Europa, y pese a las burlas de la élite mundial del ciclismo, sacaban lo mejor de si en las empinadas pendientes, imposibles para muchos. Españoles, ingleses, italianos, alemanes, holandeses, veían como los indios de Colombia se agigantaban en las cúspides del mundo.

Así me enamore, así empece a transmitir a mis estudiantes las historias que eras mas proesas de los ciclistas colombianos. Fue así como impulsado por ese amor me fui a mi primera aventura de 106 Kilómetros y entendí lo que sufre un ciclista. Sentí en carne propia como la lluvia cae en las piernas y se sienten como navajas que atraviesan la piel, sentí la impotencia al subir una pendiente de 11 del 12 %, sentí el hambre y la sed que dan sobre la bici y sentí y sentí como perdía por momentos el control de la bicicleta. Pero también goce la bajada de las montañas el fresco del aire en la cara y la alegría que se siente cuando termina una etapa.

No voy a ser ciclista profesional, con dificultad haré la distancia que estos señores hacen en un giro, una vuelta o un tour. No tendré una bicicleta de élite, pero si viviré con pasión cada carrera, cada montaña, el esfuerzo de cada compatriota y sus victorias.

Tuvieron que pasar 12 años para volverme a montar en una bicicleta

Mi amor por el ciclismo hasta ahora empieza.