La experiencia nos muestra que si no hubiera algo o alguien que separara a la madre del niño, la unión de ambos duraría más tiempo del conveniente para ambos. La madre no desea separarse del hijo ni el hijo de la madre y la separación solo se producirá si se dan ciertas condiciones procedentes del exterior. Para el niño pequeño, la madre es la imagen de si mismo, es decir, siempre que mira al frente, la ve a ella. Esto es así hasta que no aparece lo que vamos a llamar EL TERCERO y será todo lo que desvía la atención de la madre hacia su hijo. Esto permite que el niño se de cuenta que a parte de él, hay otras cosas o personas hacia los cuales, la madre muestra su atención y deseo, pudiendo ser desde una llamada telefónica, ir al trabajo o la figura del padre. El padre viene a interrumpir dicha unión, siendo necesaria su presencia para que ese ser único ? que es el niño con la madre- se divida en dos y el niño distinga a la madre de él mismo. Para que existan el dos tiene que haber tres. Es el número tres ? el padre- el que otorga la existencia al número dos, es decir, el tercero viene a diferenciar y a distinguir al niño de la madre. Muchos problemas de pareja surgen con la llegada del primer hijo debido a que, lo único que la mujer deseaba del hombre, era ser madre y cuando su deseo se ve cumplido, aquel pasa a un segundo plano en la relación madre- hijo. Ella no está dispuesta a compartir a su hijo porque piensa que es de su pertenencia y el padre-marido-pareja se convierte en un obstáculo molesto, con el que acaba, por lo general, por romper, una vez alcanzado su objetivo. Pero ¿ qué es un padre? . Ser padre es acceder a un lugar, a una posición desde la cual va a ejercer una función: LA FUNCION PATERNA. Para Todo hombre, alcanzar dicha posición tiene que ver con la transmisión inconsciente de una función que va a depender del modo en que su propio padre la ocupó, a su vez, para él. La función paterna consiste en trasmitir que hay Ley. El padre debe enseñar al hijo las normas sociales : lo que es bueno y lo que es malo, lo que está prohibido y lo que está permitido. Pero sobre todo, que la madre le está prohibida como objeto de sus deseos sexuales. Tanto La ideología materna como la paterna se trasmiten de generación en generación y guardan relación con la función padre y la función madre en ambos sexos. Cuando un padre no es capaz de llevar a cabo su función correctamente, decimos que es UN PADRE DESVALORIZADO para el hijo. Cuando a Sus hijos les corresponda esa tarea, mal transmitida, posiblemente lo harán, a su vez, de forma fragmentada e incompleta. Esto es lo que denominamos HERENCIA PSÍQUICA GENERACIONAL DE UN PADRE El Padre es una realidad sagrada en sí misma, más espiritual que de cualquier otra índole. Al Padre solo se le puede amar porque es quien trasmite el orden familiar y social, ya que prohíbe al hijo a la madre como objeto de sus deseos sexuales. El equilibrio emocional y educacional que los hijos muestran en la realidad es efecto indicativo de que el padre ha ejercido correctamente su función. Como viene de la mano de la aceptación de que madre y niño son dos, deducimos que hubo de haber presencia de la figura paterna. La mayoría de los trastornos emocionales y de conducta infantiles tienen que ver con alguna complicación en este proceso. Un niño puede tener un padre real y sin embargo, dificultades para simbolizarlo. En la mayoría de los niños rebeldes y problemáticos, encontramos que algo relacionado con la función paterna todavía no está instalado en su psiquismo. La causa puede deberse a un padre débil que no logra posicionarse debidamente en su función o a una madre que eclipsa y anula dicha figura. Para un niño ¿ qué es un padre.? En primer lugar, un rival molesto que viene a interrumpir esa unión perfecta que tiene con su madre y por tanto, el primer desencadenante de sus celos. En segundo lugar y por definición, es un acto de fe . El niño debe creer a su madre cuando le dice que ese hombre es su padre. Así como nunca tuvo dudas acerca de quien es ella; que su padre lo sea es un convencimiento al que va a acceder solo si verdaderamente la cree; por tanto un padre siempre es una cuestión de creencia y fe en la palabra de la madre. Quiere esto decir, que si la madre lo mira con amor y lo tiene en cuenta en los pequeños actos de la vida cotidiana no va a haber dudas pero si lo hace con recelo, con desconfianza o asco, el niño va a tener sospechas al respecto. Las dudas neuróticas sobre si el padre que se dice tal, es el padre auténtico surgen, cuando la relación entre los progenitores no es del todo armoniosa. Cada vez que la madre, delante del niño, le discute o le quita la autoridad al padre, este va a quedar cuestionado. Por consiguiente, si una mujer tiene problemas con su pareja, en mas de una ocasión, va a surgir en ella la tendencia inconsciente a despreciarlo, censurarlo y anularlo frente al hijo, lo que va a ser aprovechado para confirmar la hipótesis de que " ese rival tan molesto, al que tan poco quiere mi madre, no puede ser mi padre ". El padre es el eslabón necesario que regula la relación del niño con la madre. El Padre existe solo si la madre lo autoriza a existir como tal. La figura del padre biológico no se corresponde con el padre simbólico. El padre es, por tanto, una construcción a la que se llega a través de la palabra de la madre, que es quien le reconoce su autoridad, su valor y su crédito frente al niño. Por eso, cuando lo desprecia o lo desvaloriza, podemos asegurar que " el padre cae ", es decir, que el niño se queda sin representación psíquica de la figura paterna, aunque lo tenga sentado a su lado. ( continuará )
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