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Nando R LunaMiembro desde: 19/11/19

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19/11/2019

El principio de toda grandeza sobre la Tierra ha estado totalmente y extensamente empapado de sangre. - El Magistrado, Saló o los 120 días de Sodoma, 1975

 

Muchas películas tienen el potencial para dejarnos una marca imborrable en nuestra mente, ya sea por sus escenas, música o historia inolvidable.

Una de estas películas es sin lugar a dudas, la polémica “Saló o los 120 días de Sodoma” del año de 1975, dirigida por el escritor y director, Pier Paolo Pasolini en la que se adapta un texto del Marques de Sade llamado “Las 120 jornadas de Sodoma o la escuela del libertinaje”.

Básicamente la historia trata acerca del rapto, perversión, tortura y asesinato de un grupo de adolescentes por parte de cuatro fascistas que serán jueces y verdugos de las desafortunadas víctimas durante cuatro meses, en una enorme Mansión a las afueras del pueblo de Marzarbotto en Italia, a finales de la segunda guerra mundial, cuando en el norte de dicho país existía la llamada “República de Saló” de dónde esta cinta toma su título.

El revuelo causado por este filme fue tal, que se presume que fue la gota que derramó el vaso para algunos gobernantes en esa época, los cuales supuestamente habrían orquestado el asesinato del director el día 2 de noviembre de 1975. Sin embargo, a causa de la falta de pruebas de este hecho, esto no es más que pura especulación y la muerte oficial de Pasolini sigue siendo un homicidio perpetrado por un chico de 17 años que ejercía la prostitución, el cuál aparentemente atropelló al escritor después de haberle robado su propio auto.

Muchas personas en Italia siguen creyendo que este atentado fue un asesinato político, el veterano escritor habría sido víctima de su última obra, pero lamentablemente no fue la única víctima de Saló.

La mayoría de los actores que participaron en el filme eran personas con poca experiencia, en algunos casos eran simplemente comerciantes o dramaturgos amateurs, los cuáles fueron despreciados debido a su participación, en lo que la gente de ese entonces consideraba como una serie de escenas de explotación sin sentido vulgares y asquerosas. Causando así la desaparición de carreras nacientes en el ámbito actoral  y hasta el suicidio de uno de los jóvenes actores.

Umberto Paolo Quintavalle, quien personificó a uno de los cuatro fascistas, el magistrado de la corte de apelaciones, fue un prolífero escritor que aceptó el papel debido a una íntima amistad con Pasolini.

El señor Quintavalle se sentía muy interesado por la estimulante obra magna del Marques de Sade al comienzo de las grabaciones, este escritor fue una persona sumamente culta y con una mente abierta a nuevas experiencias así que, con nula preparación actoral, logró realizar un papel muy creíble, el del intelectual, pero a la vez malvado y decadente magistrado de la corte de apelaciones.

Una vez terminada la película, vimos escenas grotescas

Quintavalle pensaba que su vida corría peligro tras el asesinato de Pasolini, al igual que sus otros colegas que participaron en la película que en ese entonces se consideraba maldita, así que decidió dedicar un libro en dónde contó todas sus experiencias vividas en la grabación, siendo así el único diario de grabación de aquel filme censurado.

A continuación, daré a conocer la opinión de Umberto Paolo Quintavalle acerca de Saló o los 120 días de Sodoma, las palabras de un hombre que estuvo inmerso en la grabación de una de las películas más crudas de la historia.

Era raro ver feliz a Pasolini, su sentido del humor, si es que se le puede llamar así, era particular. Recuerdo que una vez me contó un sueño que tuvo en el que yo aparecía con un aspecto extremadamente gracioso, cosa que le hizo reír mucho. Ahora que lo pienso, tal vez fue la única vez que disfruté realmente la grabación, todos estábamos tan ocupados tratando de averiguar en qué consistía esa extraña comedia que estábamos haciendo.

Nunca nos explicó sus intenciones ni que quería de nosotros, limitándose a dar órdenes muy superficiales, nunca supimos si era una película seria o una parodia grotesca.

Una vez terminada la película, vimos escenas grotescas con toques graciosos. Muchas veces el director nos exigió que actuáramos tan terriblemente mal que nos daba la impresión de que quería que esas escenas atroces fueran una farsa, sin saber el monstruo fílmico que habíamos creado.

También fue curioso ver como ninguno de los actores principales se parecía a su contraparte en la historia, por ejemplo, Aldo Valletti quien hizo del extravagante Presidente, se trataba de un antiguo seminarista que no se había convertido en sacerdote y había estado hablando en latín por veinticinco o treinta años, apareciendo en la ópera romana y eventualmente en el cine.

Aquellas personas que acaban de ver el filme, en especial las que son de las que no les gusta distinguir la realidad de la ficción y que despreciaron a los cuatro señores, incluso deseándoles la muerte sabiendo que solo se trataban de simples actores, más allá del sombrío y realista ambiente de la película, deberían ver la vida y obra de cada uno de los involucrados en la realización de esta incomprendida pieza del cine clásico del neorrealismo italiano, podrían llevarse grandes sorpresas.

El revuelo causado por este filme fue demasiado

 

 

 

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