La intensión de este artículo no es demonizar a la izquierda política, sino más bien lograr identificar que está podrida, antes de que le carcoma los sesos, le inculque el conformismo, la mediocridad y haga de los ciudadanos un mar de inútiles obedientes
Si hablamos o queremos escribir sobre política latinoamericana, el tema de la derecha y la izquierda es ineludible. Es casi imposible referir a la izquierda como doctrina política en la actualidad, sin que nos venga a la mente el tema social, ideológico/político por el cual atraviesan países como Venezuela o Argentina.
Por tradición e historia, la izquierda política se ha caracterizado por ser la clasificación de las diferentes doctrinas políticas que tienen como punto en común la defensa de la igualdad social. Recordemos por ejemplo la Revolución Francesa con la famosa y aclamada consigna de “Liberté, égalité, fraternité” (libertad, igualdad, fraternidad) que llegó a convertirse en lema no solo de la actual Francia, sino de la República de Haití y de cualquier movimiento revolucionario de la desde entonces a la fecha.
Asimismo, concentra gran parte de su discurso en argumentos como justicia como derecho, la inclusión como premisa y la reivindicación del ser humano por encima de las posesiones materiales. Cuestiona las bajas reivindicaciones salariales de aquellos que ejercen trabajos de esfuerzo físico, con relación a quienes fungen como empresarios o empleadores; en contraposición con la derecha, que defiende las diferencias sociales como fundamentales, de total normalidad y naturalidad. En otras palabras, reconoce las discrepancias como parte esencial de los seres humanos y su forma de organizarse socialmente.
Ahora bien, históricamente los regímenes que hacen a esta ideología, parte fundamental de su política siempre han terminado catastróficamente de manera similar.
Todo comienza con un caudillo que promete sacar a la nación del “conflicto” en el que se encuentra, o bien cambiar la situación política actual. Se manifiesta en favor de los menos favorecidos y recio para con quienes ostentan poder y hacen mal uso de el. Sin embargo, pronto al hacerse con el mando, cambia la base legislativa de la nación, suplanta instituciones, reemplaza personajes históricos y releva a las fuerzas armadas. En un abrir y cerrar de ojos se hace con el control de todas las instituciones y por su puesto las politiza en su totalidad.
Continúa con una pésima gestión en política internacional, así como en relaciones diplomáticas y un catastrófico manejo de los recursos de la nación. De seguro en este punto ya se ha apropiado del control de los medios de producción del país y es reemplazada la meritocracia por el partidismo. En otras palabras se silencian las faltas y la tosquedad al grito de una consigna.
Todo comienza con un caudillo que promete sacar a la nación del “conflicto” en el que se encuentra
Prosigue con la censura de medios de comunicación o en el mejor de los casos la compra gubernamental de la mayoría de los mismos. Convierte al Estado en un súper empleador, abarrotándolo de puestos de trabajo innecesarios que reportan gastos y pérdidas. Todo bajo el discurso de reducir los privilegios de las clases altas para aumentar los beneficios de los menos favorecidos.
Hagamos memoria con la Unión Soviética y sus años de avance tecnológico en contraposición con la pobreza, miseria y totalitarismo que sufrían sus habitantes. La Revolución Cubana que llegó a liberar a su pueblo de una dictadura y sumió a la isla en un atraso sin precedentes, sin mencionar las grandes carencias y una calidad de vida ínfima, la segunda más baja de Hispanoamérica, todo esto durante más de medio siglo de dictadura. Oh sí, una dictadura de 59 años.
Venezuela por su parte, se ha convertido en vitrina referente de la izquierda en la actualidad; cuenta con el índice de “desigualdad social” más alto de Latinoamérica y quizá esté en los primeros del mundo.
Según reportes internacionales, existe el mayor índice de pobreza, mal nutrición, insalubridad, escasez e inseguridad. No existe un estado que garantice el desarrollo de derechos humanos fundamentales, igualdad de oportunidades, ante la ley, derechos civiles, económicos, sociales y culturales. No existe garantía del derecho a la vida, la salud, la alimentación, la seguridad y el desarrollo propio de la economía. Sin embargo, el estado venezolano garantiza el derecho a una matrícula escolar, desde la educación inicial, hasta la profesional.
Sin embargo, a pesar de lo que ahora pueda pensar, la intensión de este artículo no ha sido demonizar a la izquierda política, sino más bien lograr identificar que está podrida, antes de que le carcoma los sesos, le inculque el conformismo, la mediocridad y haga de los ciudadanos un mar de inútiles obedientes.
La Revolución Cubana que llegó a liberar a su pueblo de una dictadura y sumió a la isla en un atraso sin precedentes
Atención: no es una vacuna contra la locura, delirio o cinismo 05/05/2018