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A pesar de que el rey está ya amortizado en sus servicios al Estado, seguimos pagando por él y por su familia también
Cambiar la monarquía por una república es a lo que aspiran cada vez más españoles. ¡No es necesaria la redundancia de gasto! Con un político solo ostentado los cargos de presidente y primer ministro de la III República sería más que suficiente. Ese cambio nos ahorraría, además, tener que ver a dos personajes distintos comparecer ante los españoles en pantalla de plasma a través del televisor, como viene haciendo el presidente Rajoy.
Pero sin entrar ahora en el debate de cambio de modelo de Estado, nos podemos preguntar ¿por qué hay que pagar la nómina de la señora Leticia Ortiz para que desempeñe una labor que los españoles no necesitamos? Resulta ofensivo que se le paguen 102.464 euros por un puesto de trabajo superfluo cuando hay unos 3 millones de españoles en paro que ya no reciben ningún subsidio. Y los que aún lo conservan no superan los 400 euros al mes, que se solo se convierten en 450 si esos parados tienen cargas familiares, es decir, si tienen que mantener, al menos, a dos familiares y al cónyuge, en un contexto en el que contabilizan —si los hubiera— los ingresos de los padres del parado, los hijos de ídem y los abuelos con su pensión. La condición para recibir la ayuda de 400 es que ninguno de los miembros de la unidad familiar supere la media de 481 euros de ingreso mensual. Comparativamente esos 400 euros no llegan ni al pico que percibe la princesa de Asturias por su no se sabe qué trabajo y gastos de representación: 102.464 euros.
La familia real tiene una media de ingresos per cápita de 168.332, 75 euros. Cifra que sin duda contrasta con la nómina de una masa creciente de españoles que apenas supera el salario mínimo interprofesional, congelado por el gobierno Rajoy en 645,30 euros al mes. Esta cantidad no implica que entren más sueltos en una casa. En muchos casos, es ingreso único por unidad familiar. Para situarnos en cifras, recordemos que la asignación a la familia real con cargo a los Presupuestos Generales del Estado para 2014 asciende a 7, 77 millones de euros:
Salario del rey: 292.752 €
Salario del príncipe: 146.376 €
Salario de la reina: 131.739 €
Salario de la princesa: 102.464 €
El resto del dinero público que se le paga a la familia real se va en gastos de representación de la infanta Elena (25.000 euros), en personal de la casa (3.870.000 euros), gastos corrientes en bienes y servicios (3.106.000 euros), un fondo de contingencia por lo que pudiera pasar (50.709 euros) e inversiones por valor de 50.000 euros.
¿Por qué hay que pagar la nómina de la señora Leticia Ortiz para que desempeñe una labor que los españoles no necesitamos?
Falta incluir ahí los 165.189, 22 euros, con cargo también al erario público, de las tres operaciones del Rey en el 2013, como consecuencia de sus caídas en cacerías donde no representaba a los españoles. En el precio están incluidas las sucesivas prótesis de cadera que le han implantado. En este punto conviene, recordar que según el Real Decreto del gobierno Rajoy (del 20 de abril de 2012), los españoles tenían que pagar una parte de las prótesis que necesitaran. Suerte que el Consejo de Estado se pronunció en contra del copago.
A todos esos gastos que los españoles financian, hay que sumar lo que nos cuestan los cerca de 400.000 políticos en activo que existen en España (diputados, senadores, alcaldes, concejales, miembros de los parlamentos autonómicos y de las diputaciones provinciales, de las mancomunidades, de las empresas públicas, así como los asesores de todos ellos y sus cargos de confianza). Según calculaba elEconomista.es “en España habría más cargos políticos que médicos, policías y bomberos juntos”.
Por si lo anterior no fuera suficiente gasto para los contribuyentes, también están los que generan las radios y televisiones públicas que sirven como medio de propaganda y maquillaje a los gobiernos de turno. Y todo ello sin olvidar lo que nos roban los políticos y sindicalistas corruptos, los grandes defraudadores del IBEX y los pequeños también.
¡Seguro que a ustedes se les ocurre más!