La educación nunca dejará de ser una tarea sobre la que debemos estar atentos si deseamos tener un respaldo de conocimientos que sigan y persigan los medios y fines de nuestras experiencias. No es sencillo conseguirnos con una persona que tenga la extraordinaria virtud de orientarnos en nuestros pasos. Pero nadie ha dicho que conseguir y seguir a un maestro sea asunto sencillo. Lo cierto es que a cada maestro que no conseguimos, encontramos o queremos encontrar a un ídolo que simule serlo. Por eso nos preguntamos: ¿cuál es el papel de los ídolos para nuestra formación?

El aprendizaje que no es en casa

La formación convencional suele detenerse en considerar algunos elementos esenciales para cumplir con la transmisión de conocimientos de generación en generación. Son valores fundamentales tanto para la sociedad presente como para la sociedad futura que se quiere establecer con esa cultura.

Pero lo cierto es que necesitamos más que lo que aprendemos en casa para saber eso que necesitamos para ser ciudadanos conscientes, alertas y responsables ante todos los fenómenos de nuestra vida moderna. Puede pensarse que es fácil intentarlo, pero nadie ha dicho que lo sería: la educación nunca es sencilla.

Elegir los ídolos

Y es que a los ídolos hay que saber elegirlos. Si no, podemos convertir en un ídolo a alguien que no le importe ser de esos comedores compulsivos barcelona. Tratemos, por eso, de tratar de que los ídolos que elijamos nosotros o nuestros amigos. Hay que tener criterios para saber a quién vamos a seguir.

Tratar, entonces, de seguir a cualquiera admiramos es no saber si esa persona hará posible que las orientaciones que necesitamos lleguen a su justo lugar. Y es que no se trata de seguir con ceguera cuanto nos dicen: se trata, sin embargo, de saber que lo que nos dicen es susceptible de ejercer su guiatura o no en nosotros.

Cada rol, un nuevo aprendizaje

Pero si realmente apreciamos todas las aristas de nuestra educación, si realmente queremos ser algo más que simplemente aprendices epidérmicos y empíricos, entonces tendremos que decir que no podremos evitar querer remplazar las figuras tutelares convencionales por otras que aparecen en el espectro público.

Esas figuras bien pueden ser cantantes, artistas, poetas, pintores, pedagogos, publicistas, etc. Casi diríamos que una persona con un oficio fuerte y una pasión relacionada con ello pueden convertirse en figuras especiales, tutelares y magníficas para todos nosotros. Pero no todos los ídolos son positivos.