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Las APAs detectan un aumento en el número de familias con varios hijos que sacan a los niños del comedor al no poder afrontar ese gasto
Esta semana comienza la cuesta de septiembre para miles de familias. Los chavales vuelven al 'cole' y las economías domésticas se resienten con el suma y sigue que trae consigo retomar la rutina: libros de texto, ropa, material de estudio, transporte, actividades extraescolares... Y el comedor, un gasto fijo en el presupuesto e ineludible para numerosos hogares, que puede oscilar entre los 75 y los 150 euros mensuales. La confederación de padres de alumnos de la red pública Ehige se propone plantear al Departamento de Educación la posibilidad de permitir a los alumnos que lleven su propia comida de casa, una medida que puede suponer un respiro para afrontar los efectos de la recesión. De hecho, la asociación ha detectado este curso un aumento de los casos en los que, como consecuencia de la crisis, los niños se han dado de baja en el comedor. Parejas en las que uno o los dos progenitores se han quedado en paro y pueden hacerse cargo de los pequeños a la hora del almuerzo y ahorrar así ese gasto, uno de los más elevados junto al transporte escolar. «Son familias con dos o tres hijos que, por determinadas circunstancias, ya no pueden permitirse afrontar ese coste», apunta la coordinadora de Ehige, Ana Eizagirre. Para estos padres, la solución ideal sería que los chavales llevaran al colegio la clásica tartera -o su versión más moderna, la mochila térmica-, una medida que ya se practica en algunos centros privados vascos y que es muy habitual en otros países europeos. En estos casos, las escuelas permiten a sus alumnos utilizar las instalaciones y servicios comunes del comedor abonando una cantidad, que suele rondar entre los 30 y los 40 euros al mes. La federación de padres apuesta por un modelo similar, en el que se desglose del precio total la cantidad correspondiente al menú. «No se trata de que los chavales no paguen nada, sino de que abonen una cantidad determinada por estar atendidos durante el tiempo de la comida», señala Eizagirre. A su juicio, la opción del 'tupper' sería muy recomendable para los estudiantes de Secundaria, adolescentes autónomos que no precisan «de una atención tan personalizada como los de Infantil o Primaria». Esta acción se enmarcaría en una propuesta más amplia que los padres de alumnos quieren trasladar al Gobierno vasco para «dar un vuelco» al funcionamiento general de los comedores escolares, que ahora «se utilizan de una única forma posible». La federación pretende que la consejería «flexibilice» las condiciones de uso de estos espacios, de forma que se integren en mayor medida en el proyecto educativo del centro. De los 334.000 jóvenes que inician esta semana el curso -hoy abren oficialmente la mayoría de los colegios-, aproximadamente la mitad almorzarán en el 'jantoki'. El coste medio por alumno y día en los centros públicos vascos asciende este año a 3, 60 euros, con lo que Euskadi se sitúa entre las comunidades autónomas con los precios más asequibles, junto con Asturias (2, 75 euros), Galicia (3) y Navarra (3, 25), según refleja un reciente estudio de la Unión de Consumidores de España. Cataluña casi duplica la cantidad que se abona en el País Vasco: con 6, 20 euros, es la más cara. En Madrid, los alumnos pagan 4, 45, cinco céntimos menos que en Andalucía y Murcia. No obstante, hay centros vascos en los que la comida no baja de los seis euros. Normativa sanitaria Las familias numerosas son, lógicamente, las que acusan este gasto en mayor medida: con tres o cuatro hijos, el presupuesto del comedor se dispara. «La idea de llevar la comida a casa me parece muy loable; yo misma lo haría con mis hijos si pudiera», asegura la directora de Hirukide, Natalia Díaz-Caballero. Madre de tres niños, la directora de la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de Euskadi recuerda que, antaño, acarrear la tartera desde casa era una opción «mayoritaria en muchos colegios».
Díaz-Caballero cree que iniciativas de este tipo chocarían ahora con «las estrictas normativas sanitarias» que rigen los 'jantokis'. «Sanidad debería autorizarlo y los centros tendrían que buscar la fórmula para cubrirse las espaldas ante una posible intoxicación de un niño por una comida en mal estado ingerida en sus instalaciones», reflexiona la directora de Hirukide. La solución, a su juicio, pasaría por ampliar las horquillas de ingresos para que más familias numerosas puedan acceder a las subvenciones previstas por el Gobierno vasco.
Fuente: elcorreodigital.com