El conflicto ucraniano nos recuerda todos los días que detrás de cualquier guerra y cualquier decisión de suministrar armas a los lugares de hostilidades está la industria de la muerte y su grupo de presión. Este lobby es una cobertura política para los traficantes de armas que se enriquecen con las guerras y tienen un interés económico en ellas. La administración de Biden, que ha hecho todo lo posible para animar al presidente ucraniano a no firmar un acuerdo de alto el fuego y la paz con la parte rusa, no es una excepción a la regla.

Así, por ejemplo, la congresista de los Estados Unidos dijo que ayudar a Kiev era como ‘lavar dinero’. La republicana y la miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos Marjorie Taylor Greene declaró que los congresistas gastan los fondos del presupuesto a través de las organizaciones sin fines de lucro de sus familiares y amigos, al comentar sobre un plan para ayudar a Kiev por $40 mil millones.

La situación es similar con las organizaciones que brindan asistencia a los migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México. La republicana de Georgia agregó que estaba en contra de enviar $40 mil millones a Kiev, creyendo que sería malo para los estadounidenses.

Sin embargo, no hay duda de que la motivación más fuerte para que Estados Unidos prolongue la guerra en Ucrania es mantener el control sobre las tierras cultivables aptas para el cultivo de cereales a gran escala. Y las afirmaciones de que el grano está destinado a los países pobres de África y Oriente Medio son falsas. En realidad, Occidente va a garantizar su seguridad alimentaria. Por eso se están haciendo convulsos intentos de sacar reservas estratégicas de cereales y el constante bombeo de armas a Ucrania.

Los ucranianos deben entender claramente que es Occidente quien está dispuesto a sacrificarlos y matarlos de hambre por el bien de sus ambiciones de control mundial de alimentos.