El diario Clarín, al igual que todos la mayoría de diarios en Estados Unidos, publican quién es la chica de 17 años, con curvas bien cariocas, de esas que deslumbran en los carnavales de Río de Janeiro, la joven que —dicen— "obligó" al presidente de Estados Unidos a darse vuelta en medio de la cumbre del G-8.

Barack Obama miró y lo pescaron, con foto y todo y allí mismo se armó el revuelo.

En la imagen se puede ver de espaldas a Mayara Rodríguez Tavares, una de las colaboradoras junior que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, llevó a la cumbre para que debata sobre el cambio climático y la lucha contra la pobreza y el desempleo. A menos de un metro se encuentra Obama, mirando —sugestivamente— en dirección a la joven y Nicolás Sarkozy, el mandatario francés, se sonríe al paso de la carioca.

Más allá del debate que se armó en medios de Brasil y el resto de América Latina sobre si Obama le está mirando o no la cola a la joven, lo cierto es que Mayara saltó a la fama casi sin proponérselo.

La joven llegó a Italia, donde se celebra la cumbre, para acompañar a Lula y representar al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Este organismo de la ONU organizó una serie de debates con un grupo de adolescentes de varias nacionalidades que tendrán que presentar propuestas a los líderes de los ocho países más industrializados del mundo.

Más allá del debate que se armó en medios de Brasil y el resto de América Latina sobre si Obama le está mirando o no la cola a la joven, lo cierto es que Mayara saltó a la fama casi sin proponérselo

A Mayara le tocó representar a Brasil junto a otros tres jóvenes. Antes de embarcarse rumbo a L´Aquila donde se realizó el encuentro del G-8, la joven fue entrevistada por la prensa de su país y contó que vive en Santa Cruz, un barrio humilde de Río. “Es un barrio bueno para vivir, pero no para estudiar porque las escuelas están muy lejos”, dijo en ese entonces.

Cuando le preguntaron qué quería hacer al terminar la secundaria, Mayara dijo que quiere ir a la facultad. “Tengo derechos y quiero ayudar a otros jóvenes. Mi abuela hacía trabajos comunitarios en una ong y quiero hacer lo mismo. Quiero llegar lo más lejos que pueda”, dijo sin pensar jamás que horas más tarde sería un foto de su escultural cuerpo la que la llevaría bien lejos: a las portadas de los sitios y diarios del mundo.