Cada vez la tecnología Clean Diesel está más cuestionada en los Estados Unidos. Después del paquete de 25.000 millones de dólares que le ha caído a Volkswagen -que admitió su culpabilidad- los fabricantes americanos no se libran de sospecha. Fiat Chrysler está siendo formalmente investigada por el Gobierno, y General Motors ya ha sido señalada con el dedo en una demanda privada.

Pero vayamos por partes.

Fiat Chrysler Automobiles recibió una notificación de violación del estándar de emisiones (NoV) de la EPA en enero. El ente público advirtió que podría caerle una multa de 4.600 millones de dólares por haber comercializado más de 100.000 vehículos con motor 3.0 V6 EcoDiesel y programaciones tramposas que emiten más óxidos de nitrógeno en carretera de lo tolerado por la ley.

Este fabricante ha sido demandado por el Gobierno de Estados Unidos el pasado martes. Como el fabricante no asume la culpabilidad y niega la mayor, el proceso puede alargarse un poco. FCA cree que con una reprogramación de todos los Jeep Grand Cherokee y RAM 1500 afectados se podrá llegar a un acuerdo con las autoridades sin que la sangre llegue al río. Esa programación es la misma que se ha propuesto para la gama 2017, y que teóricamente cumple a la perfección con las normativas federales y de California (aún más duras). Si es aprobada, se aplicará a los modelos 2014-2016 mediante llamada a revisión, no hay que cambiar ni una pieza.

En la demanda también se acusa a VM Motori, el fabricante italiano de motores adquirido parcialmente en 2010 y totalmente en 2013. Las autoridades han conseguido correos electrónicos en italiano que refuerzan las sospechas de implicación de este proveedor. Para el que se pierda, se lo explico: si VM Motori sabía que no se iba a poder aprobar la normativa medioambiental por las buenas, alguien tuvo que sugerir una "solución alternativa", o lo que es lo mismo, una programación que detecta las condiciones de prueba para que los sistemas antipolución funcionen a pleno rendimiento.

Motor Duramax Diesel 6.6 V8 Turbo

En cuanto a General Motors, ha recibido un pleito colectivo de dueños de pick-ups con motores Duramax Diesel, y hablamos de más de 700.000 Chevrolet Silverado y GMC Sierra. De acuerdo a la demanda de 190 páginas, entre 2011 y 2016 el gigante americano ha vendido vehículos con motor diésel que emiten dos a cinco veces más óxidos de nitrógeno de lo que permite la ley. Esto último vendría sostenido por pruebas de emisiones en carretera. Dicha desviación respecto al estándar es totalmente normal según la forma europea de ver las cosas.

Obviamente General Motors y sus abogados niegan que la compañía haya hecho trampas. Bosch, que también ha suministrado componentes para motores diésel a Volkswagen, también es señalado en la demanda. Ojo, Mercedes-Benz también tiene un pleito en su contra muy similar a este, y tampoco ha sido auspiciado por el gobierno federal.

Tanto a FCA como a GM les ha impactado negativamente en su cotización estas noticias judiciales. Por otra parte, estas demandas son un aviso a navegantes y conspiranoicos: Estados Unidos no busca ser proteccionista y arruinar a los malvados alemanes; los fabricantes nacionales también pueden sufrir las consecuencias del Dieselgate. ¿Y qué pasa con Ford? También tiene algunos motores diésel en los states, los Powerstroke, pero de momento no les ha caído ninguna demanda por el Dieselgate. ¿Serán los siguientes?