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Como cada año, la pasada noche del 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano, se reunieron en el monumento megalítico de Stonehenge unas 14.500 personas para observar el amanece
La construcción del monumento megalítico de Stonhenge ha sido siempre un misterio.
Como cada año, la pasada noche del 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano, se reunieron en el monumento megalítico de Stonehenge unas 14.500 personas para observar el amanecer, hacer ritos paganos, disfrazarse de druida y, ya de paso, armar una buena fiesta, a juzgar por los 33 arrestos por robos, consumo de drogas o alcohol y el centenar de incautaciones de marihuana.
El monumento, que se construyó en la Edad de Bronce, entre el año 3.100 a.C y el año 2.500 a.C, ha sido siempre un misterio, y ha dado pie a numerosas interpretaciones sobre su uso y creación, a cada cual más peregrina: de su construcción alienígena a su uso prominente como altar para hacer sacrificios humanos. Pero todas estas teorías, en su mayoría de corte esotérico y anticientífico, podrían llegar a su fin.
La verdad sobre Stonehenge, tal como explica un reciente estudio llevado a cabo por cinco universidades británicas, podría ser más prosaica: el monumento, según estos investigadores, se construyó como un signo de paz entre los pueblos del este y el oeste de Gran Bretaña tras un largo periodo de conflicto.
El monumento, que se construyó en la Edad de Bronce, entre el año 3.100 a.C y el año 2.500 a.C, ha sido siempre un misterio, y ha dado pie a numerosas interpretaciones sobre su uso y creación
Según el estudio, las enormes piedras del monumento, que provienen de diferentes lugares tan lejanos como el sur de Inglaterra y el oeste de Gales, podrían haber sido escogidas adrede para representar a los antepasados de algunas de las primeras comunidades agrícolas de Gran Bretaña. Esto explicaría, además, la ubicación de Sotonehenge, que se encuentra en un punto central de la isla.
¿Un monumento de unificación nacional?
Aunque los conceptos de nación y Estado no existían de ninguna manera en la Edad del Bronce, según explica el profesor Mike Parker Pearson de la Universidad de Sheffield, Stonehenge podría ser fruto del surgimiento de cierta unidad entre los pueblos británicos: “Cuando se construyó Stonehenge estaba surgiendo una cultura común compartida por toda la isla. El mismo tipo de casas, cerámicas y herramientas se estaban usando de Orkney [la isla más al norte de Escocia] a la costa sur. Esto era algo muy distinto al regionalismo de los siglos anteriores. Stonehenge fue una empresa de gran envergadura, que debió requerir el trabajo de miles de personas para mover las piedras, darles forma y levantarlas. El trabajo tuvo que requerir el esfuerzo de todo el mundo, por lo que podría haber sido un acto de unificación”.
La asociación astronómica de Stonehenge tendría pues otro significado. Los investigadores sugieren que el lugar en el que se levantó reunía ya una serie de características especiales, y podría tener, antes de la construcción del monumento, una significación especial para los antiguos pobladores de la isla. De hecho, al margen de la estructura, según se explica en el estudio, el lugar donde está emplazado Stonehenge tiene una serie de formaciones naturales que forman un eje entre la dirección del amanecer en verano y el atardecer en invierno. El profesor Parker cree que el monumento se construyó en ese preciso lugar, “probablemente porque los pobladores de la isla pensaban que era el centro del mundo”.
Una construcción genuinamente británica
La singularidad de Stonehenge es lo que ha alimentado siempre las peregrinas teorías sobre su origen extraterrestre o su influencia egipcia. Pero, según el profesor Parker, no hay nada de singular en el monumento, más allá de su hermosura y su inmenso tamaño: “Podemos encontrar todas las influencias arquitectónicas de Stonehenge en monumentos y edificios anteriores esparcidos por toda Gran Bretaña, con origen en Gales y Escocia. De hecho, los británicos del neolítico estuvieron aislados del resto de Europa durante siglos. Puede que todos los británicos se unificaran, pero no hubo ningún interés por interactuar con la gente que estaba más allá del Canal de la Mancha. Stonehenge parece haber sido el último suspiro de esa cultura de la Edad de Piedra, que se mantuvo al margen de las nuevas tecnologías, como el metal y la rueda, que se estaban usando ya en el continente”