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Al pie del altar, en la penumbra teñida de rojo, cae el cuerpo que encarna a Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo salvadoreño asesinado de un tiro en el corazón hace 34 años en misa: el público se estremece en un céntrico teatro costarricense, con el estruendo del disparo.
El "Martirio del Pastor", del fallecido dramaturgo costarricense Samuel Rovinski, se estrenó la noche del miércoles en San José, en un repleto Teatro de La Aduana, para rendir tributo al autor y a monseñor Romero, símbolo latinoamericano de justicia social y la denuncia valiente contra la represión militar.
"Valiéndome de un hombre ejemplar y de una obra como la de Samuel, busco conmover artísticamente, desubicar, mover, sacudir a la gente", expresó a AFP el director Luis Fernando Gómez, quien precisamente la protagonizó cuando se montó por primera vez en 1987.
Entonces Centroamérica se desangraba en guerras civiles. Hoy, puesta por la Compañía Nacional de Teatro (CNT), la obra vuelve en momentos en que avanza la causa de la beatificación de Romero -abierta en 1993 y por años estancada-, desbloqueada por el papa Francisco.
Interpretado por el actor Andrés Montero, varias veces galardonado, incluso con el Premio Nacional al Mejor Actor, el arzobispo de San Salvador revive en toda su dimensión histórica y humana.
"Es un enorme reto, un compromiso, comprenderlo y acercarse a sus vivencias, compasión, solidaridad y capacidad de desafiar el status quo en pos de la justicia social", comentó a AFP en el ajetreo de los últimos ensayos.
- "Un teatro urgente" -
Veinticuatro actores dan vida al pueblo, gobierno, militares, obreros, políticos, organizaciones populares, oligarquía, guerrilla y sacerdotes conservadores y progresistas.
La fuerza actoral se mezcla con pasajes reales de documentales proyectados en la pared, facilitados por el Museo de Palabra de Imagen de El Salvador.
"Este tipo de obra es urgente. El teatro debe entretener, atrapar, pero dar algo más, que es lo que precisamente hace que el arte humanice", comentó Gómez.
La obra, cuya temporada concluye el 26 de octubre, nunca fue llevada a El Salvador. Cuando se montó hace 27 años ni siquiera se podía hablar de Romero en su país, explicó.
"Yo la voy a proponer (en El Salvador). Estoy impresionado por la elevada calidad de la puesta", declaró a AFP el embajador salvadoreño Sebastián Vaquerano, tras el estreno.
Para Gómez, recordar a Romero es "un deber de los centroamericanos: Fue un hombre honesto, consecuente y valiente, que enfrentó fuerzas terriblemente egoístas y desalmadas que no tenían empacho en reprimir y matar".
- "La voz de los sin voz" -
Ungido en 1977 arzobispo de San Salvador, de posturas conservadoras, Romero empezó una transformación cuando mataron a su amigo, el jesuita Rutilio Grande. En plena Guerra Fría, la injusticia y represión lo llevaron a ser "La voz de los sin voz".
"Reflejar esa conversión es desafiante. Son saltos emocionales muy grandes: pasar de esa ingenuidad, al dolor, a la indignación, a la tristeza en fracción de segundos es técnicamente muy complicado", manifestó Montero.
Toda la potencia de su interpretación la desbordó en la intimidad de las oraciones ante el altar y las homilías, como la del 23 de marzo de 1980 cuando Romero conminó a los militares a obedecer el mandamiento divino de "no matar", aun desacatando órdenes de sus jefes.
"En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: cesen la represión", resonó en el escenario.
Al día siguiente, el 24 de marzo, Romero fue asesinado a los 62 años por un francotirador en la consagración cuando oficiaba misa en el hospital de cancerosos La Divina Providencia, en San Salvador.
Con su asesinato estalló la guerra salvadoreña que dejó 75.000 muertos en 12 años. Una comisión de la ONU identificó como autor intelectual al mayor del Ejército Roberto D'Aubuisson.
"Meterse en su vivencia es un desgaste físico y emocional, estar siquiera en empatía con él... es ya una batalla interna. Desgastante, pero satisfactoria", comentó Montero.
Para abordar al personaje, estudió su biografía, homilías y mensajes, pero también -explicó- se valió de analogías de episodios que marcan la vida, como la muerte de alguien cercano.
Pocos en el teatro sabían que su madre había fallecido horas antes del estreno.