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Para el oficialismo, el balance de todo esto debe obligar a releer su estrategia de conflicto y tensiones. Es así. Nosotros hagamos un ejercicio de análisis de los discursos de ambos frentes
De manera curiosa entramos al feriado de carnaval. La marcha de Guayaquil del día jueves patea el tablero político y pone nuevamente al gobierno en situación embarazosa después de haber desplegado una campaña de contrapropuesta mediática sin resultados.
Para el oficialismo, el balance de todo esto debe obligar a releer su estrategia de conflicto y tensiones. Es así. Nosotros hagamos un ejercicio de análisis de los discursos de ambos frentes.
En la dialéctica hegeliana y posteriormente en la marxista la disputa y el conflicto crean las condiciones escénicas para engranar la lógica de la historicidad y la modelación de las sociedades. En el marxismo se resuelve en la lucha de clases; la que parece ser la inspiración del oficialismo.
Sépase que éste registro tuvo su propia realidad en Guayaquil, pero no en este momento; que las demandas obreristas del Ecuador se concentraron en esa ciudad y encarnaron una posición enteramente de izquierda en la huelga general de noviembre de 1922 que devino en la masacre del mismo nombre, asunto que inspiró la fundación del Partido Socialista en 1926. Lo lamentable es que poco de esto se recuerda hoy.
Lo más visible es un modelo de desarrollo cuyo eje vertebral son las privatizaciones y un Nebot que reafirma su liderazgo seccional asumiendo un discurso cargado de halagos y un simbolismo patrio que favorece de un lado al levantamiento de una figura faraónica, caudillista y gamonal, y de otro, manda a los ciudadanos a resistir. ¿No es contradictorio todo esto?
La dinámica de accionar el derecho a resistir las disposiciones del poder público que son manifiestamente injustas no es desde el poder hacia los ciudadanos, sino lo contrario
No nos confundamos. En principio, la resistencia es un derecho para los individuos y colectivos; no para los poderosos frente a otras variantes del poder. La dinámica de accionar el derecho a resistir las disposiciones del poder público que son manifiestamente injustas no es de formulación descendente; es decir, no es desde el poder hacia los ciudadanos, sino en sentido contrario: los ciudadanos son los que subvierten espontáneamente la estructuración de la política pública a través de medidas de precisión social no organizadas ni patrocinadas por ninguna forma de poder.
La marcha de Guayaquil y la resistencia civil son dos cosas diferentes, señor Nebot.
(Opinión en homenaje a mi papá en su cumpleaños).
Gahidalgo@flacso.org.ec
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Las demandas obreristas del Ecuador se concentraron en Guayaquil y encarnaron una posición enteramente de izquierda en la huelga general de noviembre de 1922
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