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Tres años de contrataciones han sido decisivos para forjar la leyenda del Real Madrid en España, Europa y el mundo. El primero de ellos fue 1931, cuando se compraron del Alavés por la enorme cifra -para aquellos años- de 65 mil pesetas los defensas Ciriaco y Quincoces, quienes junto con Ricardo Zamora formarían una muralla.
Llegó también del conjunto vasco Manuel Olivares, quien sería el primer pichichi merengue; además de Luis Regueiro que se volvió el cerebro en la media cancha, Ateca, Hilario y Bestit II.
Con esas compras, el Madrid conseguiría sus dos primeras ligas, en la debutante se fue invicto, y dos copas tras largos años de sequía en esa competición.
Con estos jugadores el Madrid se labraba un importante espacio en el futbol ibérico y podía darle la competencia al rival más fuerte de aquel entonces, el Bilbao. En el espacio europeo, aunque no existía un torneo para determinar la fuerza de los equipos, estaría sin duda al parejo de la Juve que dominaba la naciente serie A (1929-30) con cinco títulos al hilo (1930-35), un poco mejor de los equipos pioneros de la Ligue 1 surgida en 1932-33; pero estaría detrás del Arsenal, que en esos años era muy probablemente el mejor equipo del mundo, por la ventaja que en tácticas, organización y desarrollo disfrutaba el futbol inglés por la antigüedad de su liga profesional.
La guerra civil que afectaría al futbol como a todos los sectores de la vida nacional, impediría la consolidación de ese Madrid, que sin embargo, a partir de esa etapa adquiriría su gusto por tener los jugadores más destacados desembolsando el dinero necesario, conseguir trofeos y a soñar con la grandeza.
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La Libreta de Mou , y también a la cuenta