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Esta misma semana vio una foto de Putin. Una de ésas que Millás coge y hace lo que sólo él sabe hacer con las palabras. Así que ella hará lo que pueda y escribirá una columna al uso. Les habla de la cara de Putin al ver una mujer protestando con el torso desnudo. Parecía un chiste. Un chiste verde, antiguo, fácil, soez. Pero en esas estamos. En un mundo en el que una exposición de esculturas de la antigua Grecia ha tenido que ser cercenada en Catar. La obscenidad siempre está en los ojos del que mira. En fin.
Se trataba de la enésima protesta del movimiento feminista FEMEN, un colectivo de mujeres del Este que igual protesta contra la prostitución en Ucrania que contra la explotación infantil femenina, eso sí, siempre con el torso desnudo. La idea de mujeres bellas vociferando con el cuerpo cubierto únicamente de pintadas y las razones bien enhiestas, supone que por el frío, le abracadabra. No tanto porque en pleno siglo XXI una mujer proteste con las tetas al viento sino porque el mero hecho del desnudo aún despierte la atención de los medios. Lo que reivindique, es lo de menos. Ya funcionó con PETA, cuyas integrantes se rebozaban en pintura, desnudas, para denunciar el uso de pieles. Pero este caso es diferente.
Tiene el corazón partido. Los derechos de las mujeres están en proceso de regresión. La crisis siempre se ceba con las más débiles. Lo de la reforma del aborto de Gallardón no tiene nombre. Por no hablar que el mundo se desmorona y se vuelve peor, pacato. Los colectivos feministas no saben que pensar. Unas defienden a las chicas tipín del FEMEN, otras, las de las vieja escuela, encuentran un pelín contradictorio que enarbolen su pecho como bandera para luchar contra la explotación sexual. Las activistas mantienen que más pornográfico es velar el cuerpo de una niña. Razón no les falta.La Comisióneuropea acaba de hacer público un informe en el que tráfico de personas en Europa va en aumento. Unas 23.600 son esclavas, del sexo. Por supuesto, la mayoría de ellas, son mujeres y niñas con un deleznable 80%.