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Ataviada con un vestido rosa chicle confeccionado con una cortina de salón abierta, unas gafas de cuando Bartolo vendía cupones y un bolso de plástico negro de los chinos, así apareció nuestra querida Lady Gaga para dar un paseo por Cabezón de la Sal, en Cantabria.
Ya bien sabemos de sus excéntricos gustos a la hora de vestir, incluso peor que el de algunas chicas que muestran su ropa en los foros de Vogue, pero lo que esta vez ha llamado la atención no se encontraba en ninguna pieza de su atrezzo.
Lo más llamativo ha sido el descubrir la caída que sufren sus jóvenes pechos de una escueta talla 90B, toda una batalla perdida contra el principio de la gravedad.
¿Qué le habrá sucedido a sus tetas para tenerlas así de colgantes? ¿Será sumisa practicante y su Amo le colocará lingotes de oro con pinzas colgando de sus pezones todas las noches?