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Ya sabes que mi tiempo es distinto.
Ya sabes que mi tiempo es distinto… a veces puede que me pierda en el espacio interestelar o contemplando ese pobre manzano sin hojas, acariciando sus ramas, queriendo que la vida vuelva a recorrerlas y seré el último en rendirme a la evidencia.
Por eso me viene a la cabeza la épica de Pelayo, sí ese Rey mitad real mitad mitológico que rodeado por todos, se escondió en una pequeña cueva, en una montaña perdida, aquí, en el norte… Se me va la imaginación a esa montaña, la veo en medio de la bruma, el orbayu, el frío, la soledad… rodeados… el último refugio.
Y entonces… aquel puñado de héroes, decidieron atacar, locos, pobres locos… porque no se rindieron, porque querían vivir… y sus enemigos… no eran los que estaban a su acecho… no, el enemigo lo tenían en sí mismos. Y un día decidieron luchar contra sí mismos, resurgir, quitarse la vieja piel, como lo hace la serpiente cuando crece, y en el reflejo vieron un ser diferente, no sabían si iban a vencer, pero sí que lucharían por hacerlo.
Limpiaré a su alrededor, le hablaré, le acariciaré, le miraré en la distancia, animándole, le regaré…
La Reconquista.
Tu cuerpo es el campo de batalla. Hace unos años, casi estaba invadido por el enemigo, pero un día, refugiada en alguna pequeña cueva, seguramente en tu cabecita, decidiste comenzar la reconquista… la reconquista de tu vida. Lanzaste piedras, diste patadas y mil lágrimas vertiste, pero decidiste luchar y luchar, hasta que el último enemigo saliera de ti… y en eso estás.
Pelayo y sus sucesores tardaron 1000 años en vencer al último. Tú también llevas ya en la lucha tiempo… pero la próxima batalla no te vencerá.
Mi manzano está enfermo…, limpiaré a su alrededor, le hablaré, le acariciaré, le miraré en la distancia, animándole, le regaré… él tendrá que poner algo de su parte… tendrá que desear vivir… porque eso no lo puedo hacer por él.
Pelayo, el manzano… Tú… yo…. La Reconquista.