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El director de Cineuropa, José Luis Losa, desvela algunos de los detalles de la vigésimo cuarta edición del festival de cine que se celebra en Santiago de Compostela
Santiago continúa inmersa en Cineuropa, uno de los certámenes cinematográficos más interesantes del país por lo que supone para el público: la oportunidad de acercase a películas que, desgraciadamente, no suelen llegar a las salas comerciales pese a los premios y reconocimientos internacionales que atesoran. Directores que ya forman parte de la historia del cine, como Jean-Luc Godard, Abbas Kiarostami o Manoel de Oliveira presentan aquí sus últimas producciones. Durante casi un mes, hasta el 3 de diciembre, la capital gallega se convierte en un oasis para los cinéfilos gallegos.
¿Cómo se ha elaborado el programa de este año?
El programa responde a la coherencia de cada edición, que es cubrir una carencia elemental que existe en este país. Sabemos cómo está el cine en el circuito comercial, no hay salas para la exhibición de determinados productos. Es increíble que directores como Godard o como Manoel de Oliveira, con sus cien años de sabiduría cinematográfica, no tengan sala para estrenar sus películas. Esto da una idea de cómo está la exhibición y Cineuropa, más que nunca, quiere ser esa ventana en la que esté la mayor parte del cine creativo, del cine que habla de verdades y no el cine charcutero que se ofrece en salas. Intentar ser un contenedor poético de todas esas obras que recorren los festivales del mundo y que no llegaría aquí sin no fuese por este festival.
¿Por qué los exhibidores se siguen escudando en la falta de público para estas películas y después Cineuropa llena en todos sus pases?
Yo tengo claro que hay un público, pero el mercado condiciona mucho, no solo en el cine, también en la literatura. Cuando sale Millenium ves a todo el mundo en la playa con estos libros.
Pero en las librerías puedes encontrar otros libros, puedes encontrar muchísima más variedad, además de la literatura comercial que se promociona en un determinado momento. En los cines, en cambio, no.
Sí, efectivamente en el cine acceder a determinados productos es imposible y si uno es cinéfilo sufre mucho. Y es terrible estar viendo que hay otro cine, que hay películas interesantes y que los festivales están mostrando grandes producciones pero que no podemos acceder a ellas. Por eso, aunque suene un poco ambicioso, en Cineuropa pretendemos acercar ese cine de los grandes festivales internacionales al público gallego, que tengan en casa las grandes películas de las que han oído hablar a lo largo del año. Por eso cuando se habla de hacer un gran festival yo digo que sí, que Galicia merece un festival de cine competitivo serio, pero creo que habría que mantener igual la fórmula del mes.
O incluso ir más allá y plantear un programa a lo largo del curso. Se ha hablado mucho de esta posibilidad, ¿por qué no se ha logrado todavía?
Lo ideal para una ciudad como Santiago, que tiene un público, es que hubiese una programación estable. Yo creo que es casi un clamor, pero un clamor individual que cada uno rumia en su casa pero que no se hace público. Y hablamos de un arte que en Santiago, exceptuando CIneuropa o Amal, no está cubierto. La gente espera el mes de noviembre con una gran avidez y nosotros lo agradecemos, pero somos conscientes de que es una avidez generada por la falta de oferta el resto del año. La gente se refugia en Cineuropa casi como en una marmita en la que coger fuerzas para todo el año, porque los amantes del cine en versión original o que buscan películas creativas no van a encontrarlas.
Este año hay más de 130 películas y aunque el festival dura un mes, será difícil poder verlas todas. ¿Qué recomendarías especialmente a los cinéfilos, qué no deberían perderse?
Hay películas evidentes, porque vienen ya con premios, como Neds o como De dioses y hombres, de Xavier Beauvois. Poetry, la película coreana de Lee Changdong; White material, la última película de Claire Denis, a quien el año pasado le dedicamos una retrospectiva junto a Arnaud Desplechin y que trae su película más reciente, con Isabelle Huppert, que está magnífica, y es muy recomendable.
Después hay nombres como Guerín o Isaki Lacuesta, que son dos documentales muy interesantes. Para los aficionados al ballet está El ballet de la ópera de París, de Frederick Wiseman, que es uno de los documentalistas más importantes del momento y me parece una obra esencial.
Para los amantes de las películas de terror hemos recuperado una película ya de culto como es Martyrs, de la que se ha hablado tanto y que sigue sin comercializarse y después hay películas que pueden pasar más desapercibidas, como la portuguesa de João Pedro Rodrigues, Morrer como um homen que pese a estar consagrada en festivales, como no ha estado en los principales suena menos y, para mí, es una de las películas más libres de este año en Cineuropa.
Hay otra que hemos rescatado del olvido Enter de void, de Gaspar Noé, cineasta que ha provocado tantas filias y fobias con < em> Irreversible< /em> y que también las provocará con esta.
Se me pasarán muchas, seguro, pero lo bueno de Cineuropa es sentarse en el cine e ir descubriendo estas pequeñas joyas.