¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Edelweys escriba una noticia?
El médico llamó primero a recepción
El médico llamó primero a recepción para pedir una silla de ruedas, luego desató una por una las ligaduras y la ayudó a incorporarse. Tati parecía fuerte. No se sentía mareada. Al ver que podía mantenerse en pie por sus propios medios, la ayudó a sentarse en la silla. Tati obedeció dócilmente.
-Ahora cumpliré con mi promesa de llevarla adonde está su marido, pero antes quiero preguntarle si está segura de que lo quiere hacer- le dijo el médico suavemente. - No es un lugar agradable y el espectáculo será menos agradable aún. Piénselo con tranquilidad unos minutos y luego contésteme-.
-Lléveme ya donde está él por favor- le dijo en tono suplicante- no necesito pensarlo. Necesito verlo. Tengo que convencerme que es verdad que está muerto y que jamás volverá a mi lado. No podré vivir sino lo hago-.
-Si es así- le contestó, ya mismo cumpliré lo prometido-.
-Puedo ir yo también?- le preguntó Ruth. - Pese a que yo ya lo vi, quisiera despedirme nuevamente de él y aunque se que no me escucha, quiero volver a pedirle perdón por haberle fallado como le fallé. Soy médica cirujana, así que estoy acostumbrada a ese “espectáculo” como usted lo acaba de llamar. Es mi hijo al que vamos a ir a ver-.
-Por supuesto que puede, doctora- le dijo el médico – si es su deseo. Tal vez le sirva de apoyo a ella-.
-Ojala pudiera- dijo Ruth con un suspiro ahogado- ojala pudiera servirle de apoyo y que ella que está viva, pueda perdonar mi comportamiento en nombre de los dos-.
-Quien se acuerda de eso ahora, Ruth- dijo Tati, ofreciéndole la mano en gesto amistoso. - Que importancia tiene todo eso ahora? Ninguna. Las dos hemos perdido lo que más queríamos. Estamos juntas en el dolor. Aquí no tiene importancia a que religión pertenecemos cada una. Olvidemos todo aquello-.
-Gracias Tati- le dijo entre sollozos de dolor y de alegría por la oferta que le estaba haciendo su nuera- temí que jamás quisieras volver a dirigirme la palabra-.
-Aunque no nos hayamos visto personalmente muy frecuentemente, tu siempre fuiste la “tía Ruth” como mi madre me enseñó a llamarte desde muy pequeña- le contestó Tati con un dejo de cariño, tratando de demostrarle que todo lo pasado habían sido solo palabras y que quedaban enterradas para siempre en el olvido ante esto que estaban viviendo.
-Lo se- le dijo con dulzura. -Pero yo perdí ese título el día que te rechacé como nuera-.
-El título lo perdiste el día que pasaste a ser mi suegra, te gustase o no- le replicó Tati.
-Tienes razón- le contestó Ruth tomándola de la mano y apretándosela con fuerzas.
-Me permite empujar la silla de mi nuera?- le dijo suavemente al médico.
-Claro- le respondió al tiempo que quitaba las suyas de la silla.
Recorrieron todos los pasillos hasta llegar a la morgue sin decir ni una palabra más. Cada una estaba inmersa en sus propios sentimientos y sintiendo que las lágrimas rodaban sin parar sobre sus mejillas. Ninguna intentaba detenerlas. Sólo se sonaban la nariz cada tanto.
Cuando llegaron a la puerta de la morgue, Ruth volvió a tomar la mano de Tati apretándosela con fuerza.
El médico fue directamente al número que le habían informado desde recepción, al momento de solicitar la silla de ruedas.
Abrió el cajón y expuso el cuerpo de Sebastián. Tati intentó abrazarse a el, pero el facultativo le aconsejó que no lo hiciera, así que se quedó mirándolo sin llorar, como si no pudiera entender lo que tenía ante sus ojos. Veía la cara de Sebastian sin un rasguño. Veía su rostro que no demostraba ni dolor ni asombro. Como si no se hubiese enterado de nada, como si la muerte lo hubiese atrapado en sus brazos sin darle tiempo a nada.
Al cabo de unos minutos, el médico que se había retirado unos pasos para dejarlas a las dos solas, se volvió a acercar y con mucha dulzura les dijo: –Es mejor que nos vayamos ya. No tiene sentido que se sigan atormentando. Lo que pasó es irreparable-
-Porque tuvo Sebastián que ser una víctima inocente de este atentado sin sentido? Sabe, a él jamás le interesó la política. Era judío, creía firmemente en su religión y la profesaba con fervor, pero sin oponerse a las ideas de nadie. Jamás fue activista en un grupo de protesta. Jamás criticaba las actitudes de otra persona. Era un pacifista nato. Porqué tuvo que morir en esta situación?- le preguntó Tati llorando sin cesar.
-No tengo la menor idea que es lo que lleva a un grupo de personas a perpetrar este tipo de ataque- le contestó el médico. –Jamás he podido averiguar si existe alguna razón que los impulsa. Tal vez la haya y nosotros no podamos verla-.
-Cuando podré llevarme los restos de mi hijo?- preguntó Ruth. –Perdón, cuando “podremos” retirar sus restos para repatriarlos?-.
-Primero tendrán que hacer una comprobación de ADN. Recién cuanto estén los resultados, podrán hacerlo- le contestó el médico. –Si quiere ahora mismo podemos ir a laboratorio para que obtengan una muestra de su sangre-.
-Por supuesto que si- le respondió Ruth. –Es mejor terminar con todo esto lo antes posible. No pienso marcharme de este país sin él-.
-Ni yo!- dijo Tati con firmeza. – Creo que lo mejor sería llevarlo a San Francisco, que opinas-?
-Yo no creo que vuelva a Israel- dijo con un tono muy quedo y con la voz vacilante Ruth, mirando fijamente a su nuera. -Que haría allí sola? Que haría con todos los recuerdos? Prefiero estar lo más lejos posible de ellos. Sólo que no se dónde ir-, dijo exhalando un profundo suspiro. –Creo que no hay sitio para mi en este mundo-.
-No digas eso por favor- le dijo sollozando Tati. -Porqué no te vienes con nosotros a San Francisco? De esa forma las dos estaríamos cerca de él. Que te parece la idea? Supongo que no te costará ningún esfuerzo conseguir un trabajo en esa ciudad, con la experiencia que tienes. Podrías repatriar los otros cuerpos y empezar de nuevo-.
-No se que contestarte. Estoy demasiado confusa como para poder pensar y tomar ahora una decisión como esa. Veremos cuanto tardan en darnos el visto bueno para que nos devuelvan el cuerpo de Sebastián. Durante ese lapso, estudiaré la propuesta que me haz hecho y cualquier otra opción que se me pueda ocurrir. Gracias por ofrecerme tu apoyo. Se que no lo merezco. Eres una gran persona. Vuelvo a pedirte perdón por lo que te hice- le dijo con voz apesadumbrada Ruth.
-Basta ya de eso Ruth – le dijo Tati con tono enérgico. – Hagamos un pacto. Nunca más volveremos a hablar del tema. De acuerdo? Ninguna de las dos. Ya pasó. Ya no estuviste ese día. Ya no le diste tu apoyo. Ya no podemos cambiar nada. Hoy estas arrepentida y eso vale. Se que Sebastián te está oyendo y no me cabe la menos duda que está contento de tu cambio y que te está enviando su perdón-.
-De acuerdo. Nunca más volveremos a hablar del tema- le contesto Ruth. – Aora creo que tenemos que hacer lo que nos dice el médico e irnos. Será lo mejor para las dos. Puedo quedarme contigo durante este día o mientras consigo un hotel donde alojarme o hasta que tengamos los resultados? Podremos charlar un poco y hacernos compañía. No creo que a ninguna de las dos nos convenga quedarnos solas. Que te parece-?
-Me parece una magnífica idea- le contestó Tati. –No sabes lo que deseo tener a mis padres cerca, pero no me animo a llamarles. Además estamos tan lejos que para cuando ellos llegaran aquí, probablemente ya será el tiempo de volver, no te parece-?
-Si- respondió Ruth. –No tiene sentido hacerlos venir. No creo que tarden mucho en darnos el resultado del ADN. Me resulta gracioso pensar que no tengo idea de cuanto tiempo se tarda en hacer esa prueba. Es que no es mi campo de acción y nunca me lo había preguntado-.
- Normalmente los resultados están en una semana – acotó el médico, que aunque se había apartado un poco para darles privacidad, cuando habían comenzado una nueva conversación, al escuchar el tema planteado. -Pero en las actuales circunstancias, no puedo garantizarlo debido a la cantidad de muestras que habrá que analizar. Nunca había ocurrido nada parecido en esta región y no estamos preparados para todo esto-.
-Gracias por la información- le respondió Ruth. –Ahora sabemos que tendremos que permanecer una semana por lo menos en este país-.
-Si es así, voy a llamar a mi amiga y pedirle que por favor hable con mis padres y le cuente todo lo que está pasando, así ellos podrán decidir si quieren venir o no- dijo resueltamente Tati. –Podría indicarme dónde hay cabinas telefónicas para poder hacer llamadas de larga distancia-?