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La policía paquistaní y las tropas paramilitares fueron enviadas a la ciudad de Karachi para intervenir ante la ola de violencia étnica y política que en los últimos tres días ha dejado 77 muertos, informaron hoy las autoridades. Los centros comerciales y las gasolineras permanecieron cerrados, mientras el transporte público se suspendió, luego que el partido político dominante en Karachi, el Movimiento Muttahida Qaumi (MQM), anunció un día de duelo ante las muertes recientes. La última oleada de violencia en el centro financiero y comercial de Pakistán, que en las últimas 24 horas cobró la vida de más de 20 personas, obligó al presidente Asif Ali Zardari enviar tropas para recuperar la normalidad en la ciudad de 18 millones de habitantes. Zardari instruyó al ministro del Interior, Rahman Malik, coordinar con el gobierno provincial las medidas necesarias para restablecer el orden público en el puerto de Karachi, capital de la provincia de Sindh, en el sureste de Pakistán. Las órdenes de Zardari llevaban el sello de "urgente" y la acotación de actuar con firmeza frente a los elementos delictivos sin importar su filiación política, reportó el canal de televisión Samaa. El MQM, el partido más poderoso de Karachi, continuó presionando al gobierno federal para que ponga coto a la ola de violencia y amenazó con llamar a una huelga en toda la ciudad si su demanda no es atendida. Karachi, que es la ciudad más poblada de Pakistán, se ha convertido en una "bomba" demográfica en la que mohayires, punyabíes, pastunes y otras comunidades pugnan por la supremacía política. Según un informe de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP), el año pasado en Karachi fueron asesinadas 750 personas, con y sin vinculación a partidos políticos.