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Alvaro Vásquez del Real
Se ha levantado una crítica general contra la desidia del Gobierno para enfentar los efectos de la crisis. Esa crítica se resume en las palabras de Portafolio: «Ojalá no sea tarde para actuar». Ahora surgen propuestas para lograr que la recesión sea menos destructiva. Se sacan del archivo viejos planes de infraestructura hasta por un monto de 55 billones de pesos, la mayoría de los cuales son de origen privado. Se protesta porque los entes territoriales tienen en caja cinco billones de pesos para obras locales, que no han gastado. A lo cual se suman los proyectos de «Familias en Acción», bandera del asistencialismo uribista. Y se ofrecen préstamos para carros y electrodomésticos y la ampliación de ayudas para vivienda social. Los monopolios empresariales, por su parte, tratan de aprovechar la ocasión para proponer la supresión del salario mínimo, así como para reclamar la extinción de los llamados «parafiscales », que hoy se agregan a la nómina. Y no faltan los que piden la rebaja del impuesto a la renta y el alza del IVA, que es un recargo al consumo popular. Es decir, se trata de preservar las altísimas utilidades de las compañías, para descargar todo el peso de la crisis sobre la gente del pueblo. Pero lo esencial de la crisis está en la disminución de la demanda, cuyo componente principal es el salario real. Y su peor expresión es el aumento de la desocupación. Mientras haya capitalismo, la crisis periódica seguirá sucediéndose cada vez con más fuerza. Pero por ahora, al movimiento obrero y democrático le corresponde presentar unas propuestas anticíclicas que defiendan el nivel de ingresos y de trabajo y que atemperen los efectos de la crisis. Entre esas propuestas destacamos: El alza general de sueldos y salarios, que promuevan la demanda masiva; la fijación inmediata de un subsidio para los desocupados; una reforma agraria democrática, para favorecer a los trabajadores del campo y ampliar el mercado interno; la apertura de nuevos frentes de trabajo, no sólo de la infraestructura, sino de otros sectores; la supresión de los descarados subsidios a los capitalistas, que alcanzan a varios billones de pesos; la creación de un impuesto a las utilidades excesivas; la rebaja sustancial a los escandalosos gastos militares; una política monetaria de amplias facilidades de crédito para los pequeños y medianos empresarios. Es necesario hacer de éstas y otras iniciativas anticrisis, unidas a las exigencias de una verdadera política oficial de negociación de la paz democrática, la parte esencial y primaria del programa de la oposición progresista, así como de los eventos y movilizaciones de la lucha electoral contra la segunda reelección de Uribe, en la perspectiva de un Gobierno de amplia coalición democrática que releve en el poder a la derecha y cierre la etapa de la situación de conflicto, represión y miseria que caracteriza los gobiernos de la derecha en Colombia. Fuente: Periodico ?VOZ, la verdad del pueblo.