Hasta hace unas pocas semanas le hubiera contestado a cualquiera que me preguntara por las hormigas que me dan asco. Creo que después de la segunda evaluación he cambiado de opinión. ¿Por qué? Por una profesora:

Todo empezó cuando la profesora de euskera al darnos las notas, nos dijo que a pesar de estar menos capacitados para la asignatura que los de la clase de al lado, éramos hormigas. En la clase se hizo el silencio hasta que la profesora decidió explicarlo. Según ella muchos de nosotros teníamos falta de base, nos costaba hacer la estructuras, no entendíamos los textos… pero trabajábamos bastante más que los otros. En principio, no me gustó la comparación con las hormigas puesto que se tratan de bichos y yo siempre he odiado los bichos, pero cuantas más vueltas le daba, más me sentía identificada con ellas. Esos pequeños bichitos con antenas, patas minúsculas y un cuerpecito marrón y a mi ojo deforme, eran capaces de levantar cincuenta veces su peso y de arrastrar treinta veces el volumen de su cuerpo. Si me comparo con ellas debo admitir que me siento algo inútil. Además, esas hormigas se pasan todo el verano trabajando para tener provisiones en invierno y no correr el riesgo de salir con la lluvia, el viento, la nieve…

``No estoy a la altura de una hormiga y probablemente nadie en mi clase lo esté´´

Me miro a mí misma y me veo tan diferente a ellas. Yo no creo poder ser tan trabajadora como ellas por más que me esfuerzo, ni creo ser capaz de levantar incluso mi propio peso. Simplemente soy una estudiante normal y corriente que hace sus deberes y sale con sus amigas en cuanto tiene una ocasión. No estoy a la altura de una hormiga y probablemente nadie en mi clase lo esté. Por eso, hoy diré que es un gran honor haber sido comparados con el bichito más trabajador, activo y fuerte entre todos. Gracias a las hormigas por ser unos seres tan maravillosos y gracias a la profesora de euskera por darme la oportunidad de admirar y tomar ejemplo de un animal tan laborioso.