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El último hombre sobre la tierra (the last man on earth; u. S. A. -italia, 1964)

13/07/2011 20:50 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

imageHace pocos años, Francis Lawrence (del que acaba de llegar a nuestras pantallas "Agua para elefantes") firmaba una adaptación de un relato fantacientífico de Richard Matheson, "Soy leyenda", con protagonismo de una megaestrella del cine palomitero, como es Will Smith, y puesta en escena plagada de espectacularidad, con una imaginería de enorme impacto visual, muy acorde, por otro lado, con el signo de los tiempos. Un film que, sin ser nada del otro jueves, obtuvo un considerable éxito de taquilla, aun cuando la estimación general de la crítica no anduviera a la misma altura.

Curiosamente, no se trataba de la primera adaptación a la pantalla cinematográfica de ese texto literario, dado que éste ya fue objeto de su trasposición al celuloide en fecha bastante más cercana a la de la publicación de la novela de Matheson (para ser exactos, la misma fue publicada en 1953, mientras que el film en cuestión data de 1964), una adaptación de bajo presupuesto (eso que comúnmente llamaríamos hoy serie B...) firmada por Sidney Salkof y Ubaldo Ragona (dos perfectos desconocidos tanto para el gran público como para el que esto escribe), si bien bajo unos parámetros radicalmente diferentes (y no solo en su apariencia externa) a los de la propuesta más reciente: mientras en ésta prima la pirotecnia visual sobre los aspectos más enjundiosos de la narración, esa primera adaptación, sobre la que me extenderé acto seguido, jugaba con otros elementos.

Y es que esta versión primigenia de "Soy leyenda", titulada "El último hombre sobre la tierra", filmada en régimen de coproducción (con primacía de elementos italianos) y rodada en un blanco y negro bastante conseguido —muy a tono con ese mundo desolado y desolador sobre el que se despliega su trama argumental—, se halla bastante más en sintonía con los films de temática similar que se desarrollaron en su época (es un referente raudo e inequívoco un título con el que guarda evidentes concomitancias temáticas, como es "La hora final" —"On the Beach"; U.S.A., 1959—) que con el actual cine de su género y corte.

Hay en esta propuesta un tono de contención formal y de reflexión introspectiva sobre aspectos generales de la condición humana que se aleja de la ligereza con que tales aspectos son afrontados en las cintas actuales; y, sobre todo, hay una pretensión clara y rotunda de generar desazón en el ánimo del espectador desde el planteamiento de una premisa argumental especialmente ominosa, insertable en una línea de reflexión ampliamente trabajada por esa corriente cinematográfica que, con soporte tonal en los horrores de la guerra fría, dio lugar a un buen puñado de obras en las que la angustia se convierte en clave de bóveda para su desarrollo y comprensión.

En este caso, es el panorama de un planeta devastado por una infección de origen desconocido, y contra la que no ha sido posible plantear defensa médica alguna (de modo que la extinción de la especie humana ha sido casi definitivo), el que se erige como leit motiv dramático para el desarrollo de una historia cuyo protagonista, y dueño absoluto de la función, es su personaje principal, el doctor Robert Morgan, un médico que, curiosa e inexplicablemente, no ha desarrollado la enfermedad y, por tanto, sobrevive casi en la más absoluta soledad, rodeado, eso sí, de un batallón de seudocadáveres espectrales (zombies, vámpiros; en cualquier caso, seres que denotan una clarísima influencia de un film legendario como es el título de George A. Romero, "La nochede los muertos vivientes") que constituyen la principal amenaza para su supervivencia. Partiendo de ahí, la cinta va alternando el despliegue de la rutinaria y metódica vida del doctor Morgan, con secuencias que, en flash-back, nos van explicando y ofreciendo claves de cómo se llegó a la situación actual, en un mecanismo tan manido como eficaz y que Salkow despliega con tiento y mesura, consiguiendo un equilibrio narrativo más que correcto, a través de un desarrollo de ritmo pausado y constante, que desemboca en un final que, lejos de cualquier estridencia, "abrocha" la trama con la misma solvencia con que se ha desenvuelto previamente.

Y, como dueño de la función —condición que ya le viene atribuida por exigencias de la trama—, un monstruo de la interpretación como es el simpar Vincent Price: viéndolo desenvolverse en papeles como éste, y con trabajos de este nivel (desarollado en el contexto de un film, por decirlo de alguna manera, "menor"...), no resulta nada extraño el que haya llegado a ostentar la condición de actor de culto. Su personaje recoge con el mayor de los temples todo el abanico de sentimientos y actitudes por los que va recalando en su particular singladura, sin un ápice de afectación y sin que su presencia casi permanente en pantalla llegue a hacerse, en ningún momento, excesiva o pesada: mérito de primer orden para este gentleman de aspecto serio y concentrado, que, desde la pantalla, es capaz de hacernos partícipes de todas sus dudas y sufrimientos.

Se puede concluir, en suma, que esta "Soy leyenda", versión 1964, constituye una más que digna adaptación del texto de Matheson, y, aunque carente de las alharacas técnicas y visuales de su posterior versión (que nadie espere ver por aquí a tigres y gacelas correteando por una Quinta Avenida reconvertida en la jungla malaya...) y fuertemente influenciada por el cine de género de su concreto momento histórico, se deja ver de manera más que agradable, además de permitirnos disfrutar de una fastuosa interpretación a cargo de su protagonista, mucho antes de que éste se consagrara como icono del terror para millones y millones de jovenzuelos que ni sabían de su existencia, gracias, precisamente, a otros zombies bien distintos. Paradojas de la imagen, ¿no...?


Sobre esta noticia

Autor:
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globmanuel.blogspot.com
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Tipo:
Reportaje
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