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En la orilla del rió Combeima, encima de una de las manifestaciones de dureza mas promocionadas, aquella que al ser removida dejaría un enorme cráter enlodado, yace un hombre campesino, cuya cara empastada y muy rota, apunta el lunar negro, que se abre y se encoje, espejo de la corriente, hacia una peña que obstruye la potente vertiente, que de la punta de nieve desprende, entre sus manos de labrador próspero, un viejo bambú entre laza, y el roce de tubitos de guadua, hace desprender su voz, que desde el fondo se tranza, en una roncada tos, con sus historias del viejo Tolima recuerda una composición, y en un canto eterno, toma un sorbo de la cuenca, y en tanto termina... se olvida su grito pijao, que algún día a muchos enorgulleció.
Nuestra Pacha-mam a
Río Combeima (Departamento del Tolima).
La transición de vida a muerte de este deshidratado hombre, no fue por voluntad propia, es el reflejo divino de un campesino pijao, que por no cuidar sus tesoros, decidió irse en decoro, por el sendero divino, de lo que algún día fue un río.
JUAN DAVID GÓMEZ GONZÁLEZ.