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La despreocupación política por el futuro de Fene viene a advertir que sin trasladar a la calle la reivindicación social, su problemática demográfica, económica y laboral afianzará rutina de continuidad
Desde la década de los 60 del siglo pasado, el ayuntamiento de Fene, favorecido por el auge de su emergente sector naval experimentó una evolución demográfica alcista cuya tendencia se mantuvo durante un período de casi veinte años, y cuya culminación, ha de fijarse en el año 1986 por ser este el momento que duplicando casi los habitantes de principios del período, la población municipal se aproximó a los 16000 habitantes, un referente de esplendor que paradójicamente se transformó al tiempo en punto de inflexión e inicio de su decaimiento, que como consecuencia de la forzada reconversión de su esencial sector productivo motivó que desde aquel momento el ayuntamiento perdiese un 14% de su censo hasta situarse en sus actuales 13385 habitantes, una cuantía en clave descendente y por tanto sin perspectivas de recuperación.
Sin embargo el negativo efecto que Fene está soportando como consecuencia del devenir de la crisis industrial, al igual que la perjudicial influencia demográfica causante de su pérdida de población, así como de la generación de elevados niveles de desempleo y la repercusión causante en dificultar el acceso al mercado de trabajo de las nuevas generaciones, son aspectos que en su conjunto en modo alguno debieran tener mayor relevancia ni significación estadística de mediar una mínima predisposición política para su resolución.
A tal efecto, decir que contra la repercusión del propio declive económico y los efectos asociados por el desmantelamiento de su principal sector productivo, además de mostrar su radical oposición, en su momento, la administración municipal en vía a corregir al imperante “monocultivo industrial” procedió en revisión de su planeamiento genuino estableciendo urbanísticamente en su ámbito una amplia bolsa de suelo industrial como oferta de diversificación, ubicada en óptimo emplazamiento, ventajosa conexión infraestructural y planificado acceso de interconexión con el propio astillero.
Un Polígono industrial de 853000m2 cuya parte alícuota sumada a los 950000 m2 del recinto fabril del astillero, hacen que Fene con un 5, 5% de su superficie total clasificada como suelo industrial consolidado, reúna requisitos sobrados para cumplir una función dinamizadora y al mismo tiempo la condición de enclave industrial de referencia.
Pero si a pesar que actualmente la oferta de suelo facilita la instalación de nuevas actividades económicas en el ámbito del polígono, y que el astillero una vez superado el plazo del veto dispone de autoridad sobrada para retomar su actividad principal, si aún así, la infrautilización del suelo industrial mantiene idéntica tónica, entonces debe resultar obvio, que no es la planificación territorial lo que falla, sino que el mal reside en la desidia colectiva de una clase política sin el mínimo interés en reconquistar y ampliar la vitalidad del tejido productivo municipal a pesar de las derivaciones y los pernicioso efectos que al futuro del ayuntamiento y de sus gentes ocasiona su actitud de indolencia.
Fene es una realidad territorial que se debate entre el esplendor de otra época y el declive del presente; paradigma de los nefastos efectos de una desindustrialización sin ton ni son
Muestra que viene a confirmar tal afirmación, es la actitud de negligencia generalizada del conjunto de fuerzas políticas sobre el futuro industrial de la localidad, la conducta de inacción mantenida por todas ellas, cuando la Agencia Gallega de Infraestructuras de Xunta de Galicia aprobó definitiva el trazado de la Ronda Oeste, cuyos 900 metros iniciales discurren por el interior de la antigua Astano, y que mas allá del propio ancho de la traza viaria, establece una zona de servidumbre cuya repercusión espacial en el ámbito del astillero alcanza los 135000m2, dejando fuera de ordenación instalaciones y edificios existentes, a la vez de limitar futuros aprovechamientos urbanísticos de actuales zonas ociosas.
Una desmedida afección que afecta al 15% de la superficie del conjunto del astillero y que por operativa funcional y necesidades expansivas de la propia factoría, debiera restringir dicha área de influencia acorde a planteamientos integradores y de mayor coherencia territorial.
Como el hecho de su renuncia a seguir manteniendo el espirito inspirador de Vilar do Colo, a través del despropósito que supuso su apertura a usos comerciales y de servicios, cuando lo que requería la situación era la puesta en marcha de herramientas eficaces de gestión y de condiciones financieras favorables que facilitasen la implantación de una oferta industrial diversificada y plural, que nunca el acceso a su terciarización.
Por eso, Fene es sin duda una realidad territorial que se debate entre el esplendor de otra época y el declive del tiempo presente; paradigma de los nefastos efectos de una desindustrialización sin ton ni son, que dejó un ayuntamiento sumido en condiciones ínfimas, tanto urbanísticamente como socialmente, hasta el extremo de causar situaciones de vida asfixiantes en amplios sectores de una sociedad marginada, que agobiada y sin expectativas reivindica con afán la puesta en práctica de un plan de dinamización económica como solución.
Pretensión que lamentablemente, a juzgar por la total falta de voluntad y nulo compromiso de las formaciones políticas, difícilmente podrá garantizar su aplicación, y mucho menos, augurar resultados que reviertan la situación; impidiendo con ello toda probabilidad para que quienes viven en Fene tengan garantía de futuro y puedan echar raíces en su localidad.
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