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En la galaxia, los dictadores desean eternizarse y olvidar al pueblo
Fuente Literaria/ Relatos de Ciencia Ficción/ N° 66
Aquellos hombres de ojos alargados, consiguieron su libertad a costa de trabajo. Venían del planeta Ruxori y bajaban a la meseta para divertirse y entretenerse entre sus señores, pocos estudiosos, son analfabetas y estuvieron bajo el poder de partidos de derecha que le subían y bajan el precio de su jornal laboral, a su gusto.
Aquellos hombres de pana, entraban y salían de la mansión con aires de más confianza y altivez. Porque la pana, parecía convertirse en terciopelo de alta costura. El tinglado iba a mejor y cada vez con más trabajadores. En realidad, eran fantasmas y organizaban cursos de formación a los que la gente, tal y como llegaba se iba, porque allí no aparecía nadie. No importaba. El apoyo lo seguían teniendo y el cortijo tenía que seguir creciendo.
Todo el viento parecía ir a favor hasta que, con el desgaste del tiempo, ya no se las prometían tan felices. El pueblo parecía despertar asqueado de tener que pagar tantos viajes, tanta servidumbre enchufada. Más de 24.000, con un coste de 6.000 millones al año. Y para no decir, las oficinas de la casa. 243.000 funcionarios, familiares en paro de los inquilinos (a dedo en la jerga coloquial) que se podían seguir manteniendo con los votos de los trabajadores del campo y el famoso PER que era los que los había hecho dignos. Ser reconocidos, gracias a los patrones del cortijo.
Afuera, dos grandes naves de transporte de esclavos, sometidos a la fuerza, cultivaban y eran regresados a sus satélites originarios, esta galaxia, se encontraba a unos mil años luz de La Vía Láctea donde se ubica nuestro universo y La Tierra. Con su gran estrella, El Sol, que luce radiante con mucho esplendor.
La casa ha tenido varios dueños, varias generaciones de la misma familia. Pero todos con la misma idiosincrasia, con la misma fachada humilde, pero con la misma alma de ricos. Los terratenientes de siempre disfrazados de salvadores de la patria. Qué lástima de mi Planeta, cayó en manos comunistas de cofradías., de la nuestra, de las tierras donde se construyeron la mansión aquellos desaliñados, pero inteligentes dirigentes.
Chaves, el abuelo. Griñón, el nieto que, por aquello del feminismo como oleada de la época, tuvo la decencia de dejar a una hija: la Señorita Díaz. El cortijo va con los tiempos. Son ellos, los socialistas, los igualitarios, los feministas, los progres. Da igual que no pudiéramos tener los medicamentos que necesitábamos. Ellos sabían cuáles eran mejores para todos nosotros. Al final gracias a ellos fuimos libres y volvimos a ser los que fuimos.
Cara de póker. O mejor dicho y en andaluz: “Cara de chufla” se nos ha quedado a todos. Se le ha quedado a mi pueblo, a mi gente. Vaya vida de ricos a costa de nosotros. Los terratenientes que un día creímos desterrar, volvieron a gobernarnos 40 años más. Y nosotros sin saberlo. O sin querer verlo.
Militares disfrazados de civiles y, tomaron quince, la Asamblea Nacional.
Como ejemplo de una buena familia adinerada, las generaciones de los socialdemócratas andaluces fueron heredando riqueza, privilegios y un cortijo de numerosas hectáreas de terreno y otras muchas propiedades. La señorial Junta de Andalucía socialista, vendida siempre como casa de trabajadores ha sido sin lugar a dudas una mansión de 40 años de obras millonarias para el buen vivir de sus inquilinos.
Vieron la oportunidad y en sus naves arribaron a este planeta a restablecerse y ser dueños de todo.
Las primeras reformas parecían sembrar en sus grandes jardines muchos rosales con perfume obrero que saldrían para entrar por las ventanas de todos los hogares y traer de nuevo un renacer y una ilusión obsoleta para las ciudades del sur del sistema galáctico. Desde que amanecía, la casa era un no parar de idas y venidas de los llamados a la salvación de todos aquellos que los habían puesto a vivir ahí. Qué libres éramos e íbamos a ser.
El primer inquilino ignoraba, o tal vez no, que sus compañeros de viaje (sus trabajadores) iban a ser los mismos, incluso serían más y los que él siempre quisiera para seguir haciendo a ese pueblo cada vez más libre. Todo empezó y todo se fraguó de una sutil, pero a la vez inteligente forma para que nadie dudara de que pudiera haber alguna vez “listas negras”.
Los túneles de las sombras
Pasaron los años y el cortijo comienza a ser mansión. Todo favorece a los entresijos del partido único. El que se había conseguido el afecto y la estima de los lugareños más mayores. Aquéllos que habían perdido todo, incluso a sus familiares por el camino. Nunca habían trabajado. Con ello, consiguieron la libertad y hasta se sentían orgullosos de hablar andaluz cuando una televisión bajaba para entretener a los señores de la meseta. Esos señores estudiados que se divertían con el analfabeto andaluz de campo, ya no nos importaba. Nosotros estábamos salvados. Éramos los de antes, ya no teníamos el yugo de la derecha. Nos veían de otra manera. Teníamos una autonomía que habíamos elegido y nos hacía iguales a ellos.
Siempre llevaba a un cantante con su instrumento de cuerda en la nave y un androide con inteligencia artificial, la compre en esos viajes, largos que siempre emprendo y di con un lugar gobernado por militares, que tienen control sobre el cantón de vías aéreas y robaban a los viajeros y los que guían el transporte de bienes- raíces a quinientos kilómetros en ruta lineal. Este cantautor es un éxito instantáneo del rock latino, sino la letra es un mensaje que invita a la generosidad. “Dar es dar, dar y, no explicarle a nadie, no hay nada que explicar”
Ya es navidad.
Aparecen los Grinch, odian la navidad y, es verde como feo, peludo como envidioso, maligno y egoísta, su corazón es más pequeño que lo normal, se roban todos los regalos navideños, hasta el pernil que nos ofrece el gobierno mediante la voz del presidente, luego, a los días, todo se olvida. Los
Los más pobres viven cerca de nuestra caverna y no hacen a la gente feliz, dicen representar al gobierno en las comunas. Pero, nuestro androide los complace y perdona, porque les habla con la verdad junto a nuestra encantadora niña, cazadora de fantasmas
La creación de las bases para la libertad política ha sido uno de los logros más importantes de la humanidad, a pesar de que aún hoy sigamos en la brega por dejar atrás la manera autocrática como se ha gobernado en muchos lugares de la tierra. Ella abrió las puertas de la historia al mundo moderno y ha sido posible en aquellos países en donde existe una auténtica separación entre la Iglesia y el Estado. Muchos de los gobiernos que aún mantienen ese peligroso contubernio tienen los márgenes de violación de los derechos humanos más aberrantes de hoy en día
Los asuntos religiosos quedaron atrás. Todos son laicos y esclavos., es decir que los asuntos religiosos deben o deberían permanecer en la órbita de las iglesias para garantizar que sus doctrinas no se entrometan en los temas políticos o de gobierno y, ni mucho menos trazar los lineamientos morales que deben regir el comportamiento de la sociedad.
Cuando se ha logrado la madurez política, el actuar de la ciudadanía en todos los campos, incluidos los más sutiles de la cotidianidad, está definido por el respeto a las convicciones de los otros, siendo este el soporte filosófico e indiscutiblemente la única vía para mantener la autonomía y la libertad.
Permear los distintos gobiernos parece ser la estrategia seguida por numerosas iglesias que han puesto a gravitar el éxito electoral de algunos candidatos a cargos de elección popular en la “aceptación” de sus principios doctrinarios, independientemente o no de las convicciones del aspirante quien se somete sumiso al ámbito de su poder, en el cual las más oprimidas son, retomando el eslogan de la HJCK, las “inmensas minorías”.
Preocupa entonces que para aferrarse al poder y mantener el “orden” establecido de las cosas, los políticos de extrema derecha busquen respaldo en retardatarios sectores de la población sacrificando una de las conquistas que ha requerido el mayor derramamiento de sangre de la historia y estén usando en muchos casos a las iglesias, aún sin profesar alguno de sus credos, pero el ansia de dominarlo todo puede echar al traste cualquier convicción.