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¿Era la relación entre hombres y mujeres de hace más de un siglo mejor que la actual?
Manuel Vicent dice sobre el amor, no sin bastante cinismo que, al fin y al cabo sólo es algo que inventaron los juglares de la edad media. Sin embargo, el propio autor escribe en su novela “Cuerpos Sucesivos” (Alfaguara, 2003), “El amor es una conjunción espiritual, que se alimenta de imaginación, sueños, viajes, huidas, aventuras, renovaciones, fantasías, palabras, palabras, palabras. El alma solo es un hálito. La muerte del amor es la costumbre, el tedio, la hermandad de las carnes, la falta de imaginación. También hay que bajar con el amor al pozo del sexo, pero el sexo solo es un calambre si no se le dota de misterio, de oscuridad, de la pulsión de la muerte.”
Hay quienes aseguran que el amor sólo dura dos años. ¿Es cierto esto? ¿Confundimos amor romántico con amor verdadero? ¿Existe un amor pleno y generoso que lo entrega todo sin pedir nada a cambio? ¿Hay amor más allá del sexo?
Pero, ¿qué dicen los filósofos sobre el amor? André Comte-Sponville (París 1952), por ejemplo, en su ensayo “Ni el sexo ni la muerte”, nos ofrece las ideas que sobre el amor desarrollaron Platón, Schopenhauer y Spinoza. Comte-Sponville se remonta a la antigua Grecia para profundizar en “El banquete” de Platón donde se contraponen los discursos de Aristófanes y de Sócrates, utilizados en la obra clásica como personajes de ficción.
Aristófanes describe el amor tal y como nos gustaría a todos, o casi todos, que fuera. Un amor de ensueño, un amor en mayúsculas. Sócrates describe el amor no como le gustaría que fuese, sino como es en realidad para él. Abocado siempre a la falta, a la incompletud, a la búsqueda. Los dos discursos son muy interesantes, el de Aristófanes porque nos ilumina sobre nuestras fantasías amorosas; y el de Sócrates porque nos esclarece nuestras desilusiones amorosas, según él esto no es otra que la verdad misma del amor.
Hay un ensayo, “Por qué duele el amor”, de Eva Illouz, socióloga maroquí, en el que la autora compara la premodernidad y la modernidad en lo que se refiere al significado cultural y social del amor. Se basa para su ensayo en la comparativa de los contrastes que utilizan las novelas de autoras como Jane Austen y Edith Wharton. Escritoras que reflejaron con fidelidad la época que les tocó vivir. Eva Illouz se centra en “Sentido y sensibilidad” y “Orgullo y prejuicio”, de Austen, y “La edad de la inocencia”, de Wharton, el texto nos muestra cómo eran los comportamientos y las formas de pensar y vivir el amor en la época premoderna. Constatando que estas maneras de actuar no tienen nada que ver con lo que ocurre hoy en día.
Hoy se tiende a confundir el amor con el enamoramiento de los primeros años y esto nada tiene que ver
El objetivo no es comprobar la autenticidad del amor, sino explicar por qué en la actualidad lo que entendemos por amor se vive y se piensa de manera tan diferente. Se trata de un trabajo bien detallado y completo que nos permite dar una respuesta a este interrogante. El amor es una experiencia que supera y excede la voluntad, es una fuerza irresistible e incontrolable. Pero en la época premoderna el amor estaba sujeto a normas de conducta tan estrictas que lo mantenían bajo control.
La modernidad, por su parte, ha traído relajación en las normas morales y sociales que sustentan el amor. Si relajamos los recursos morales y el conjunto de restricciones sociales, la estructura de la modernidad nos expone a nuestro propio esquema psíquico. Esto, por otro lado, trae cierta debilidad que se manifiesta abiertamente en los medios de comunicación, la publicidad, el cine o la misma literatura. Estas influencias, por descontado, han conseguido que en nuestras mentes cambie lo que entendemos por amor.
Estos cambios de criterio derivan inevitablemente en una alteración del concepto de amor. Hoy se tiende a confundir el amor con el enamoramiento de los primeros años y esto nada tiene que ver. Por lo que a la pregunta, ¿existe el amor verdadero? La respuesta es sí. ¿Por qué? Pues porque sólo este sentimiento es capaz de sacar de nosotros lo mejor, el cariño, la cercanía, la necesidad de hacer feliz a la otra persona por encima de nuestras propias necesidades y porque sólo el amor es capaz de dar sentido a nuestra vida. Así que si estos son los parámetros a juzgar y además se supone que estamos con la persona correcta, entonces la respuesta, vuelvo a repetir, es sí, el amor verdadero existe.
Quizás la obra de los mayores poetas de la historia de la literatura no ayude mucho a saber qué es de verdad el amor. Todos sabemos que Romeo y Julieta es pura ficción, igual que Tristán e Isolda, Hamlet y Ofelia o Calisto y Melibea. Pero, ¿acaso hay algo más bello que este tipo de amor?