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Un importante e histórico fenómeno ocurre en Republica Dominicana ante la vista indiferente de sus sociólogos, psicólogos, cronistas e historiadores
Nuestro país por no decir nuestra isla ha sido victima de las acciones permanentes de grupos e individuos que por sus apetencias de fama, ambición o poder han intentado influenciar a nuestra gente de diversas formas.
La historia comienza con la casual y accidental entrada del grupo de delincuentes españoles con que llegó acompañado Cristóbal Colón a nuestra isla. La población indígena de entonces exhibía una organización político-social diferente a la de los invasores, una ética singular y una moral al estilo del jardín del Edén. La adultez y la adolescencia y aun el estado civil de las personas se identificaban y/o evidenciaban en la escasa vestimenta, en las partes del cuerpo que se cubrían o mostraban y en su inocencia sin igual.
Imagine usted este extraordinario grupo de ladrones, homicidas y salteadores escogidos de las cárceles españolas para acompañar a Colón en una travesía con destino incierto, llegar a una isla paradisíaca después de haber superado los sustos y temores propios de un viaje traumático por vía marítima. Imagínelos llegando con toda su carga de libidinosidad, ambiciones, malas costumbres y deseos de saciar sus aberrantes apetitos en uso de la mal ganada libertad.
Como consecuencia desaparece una población indígena moralmente sana con el solo defecto de creer en dioses diferentes a los de los españoles. Los que pudieron sobrevivir en las lomas de Bahoruco terminaron fusionándose y mezclándose con uno que otro blanco europeo de los que llegaron en las incursiones del pirataje ingles y francés de la época. Una gran mezcla de culturas extrañas que obligaban a la redefinición inconciente de la ética y la moral, como también del dogma. Por lo menos debemos agradecer que a pesar de las malas costumbres los blancos traían, aunque con equivocada concepción algunas ideas y creencias propias del creciente dogma cristiano y los negros una fe inquebrantable en las cosas que no podían ver, llegando al grado de creer que su esclavitud era castigo de los dioses de sus creencias; ya de la fe de los indígenas en sus cemies no se podía hablar, pues las fuertes influencias de la fe negra y las creencias blancas opacaron a las del reducto indígena.
Asistimos a la creación y desarrollo de una colonia española que solo fue útil para sacar nuestro oro hacia la madre patria, exterminar a los pobladores indígenas inocentes y de sencillo vivir.
Mas tarde sufrimos la dominación del Haití libre que nos duro casi 22 años y que se dio en dos ocasiones ¡Vaya mezcla de costumbres la que heredamos! Por ser una isla en el mundo “colocada en el mismo trayecto del sol”, como dijera nuestro gran poeta nacional, Pedro Mird.
27 de febrero de 1844, un grito de independencia, completa liberación se convierte en el primer paso hacia la reafirmación de nuestra identidad como pueblo.
Surgen las luchas intestinas de interéses y de negación a una identidad que unos acogen con beneplácito y que otros desechan por racismo y ficticio deseo de seguir siendo llamados hijos de la madre patria España.
Al producirse la constitución del 6 de noviembre de 1844 en San Cristóbal, Los trinitarios sientan las bases para el desarrollo de una nueva sociedad, un nuevo país con altos principios éticos y morales; surgen las ideologías mas puras del nacionalismo, el respeto y la convivencia pacifica que se evidenciaba en los discursos y escritos de los precursores de nuestras libertades democráticas. Un Juan Pablo Duarte que decía: “Sed justos, lo primero, si queréis ser libres y felices” y la determinación y fuerza moral de un Francisco del Rosario Sánchez que dijo: “Entro por Haití, porque no puedo hacerlo por otra parte, pero si alguien pretendiere mancillar mi nombre, decidle que soy la bandera dominicana.
Palabras e ideas como las de Los trinitarios fueron las que mantuvieron el espíritu patriótico, nacionalista y ético de hombres como Francisco A. Caamaño, Juan Bosh y José Francisco Peña Gómez, entre otros valientes y honestos dominicanos para propugnar por un régimen de derechos y respeto permanente en Republica Dominicana y que vimos reflejarse en todos aquellos dominicanos que a pesar de las limitaciones se revelaron ante las dominaciones extranjeras y la de los dictadores anarquistas que como Pedro Santana, Ramón Cáceres, Buenaventura Báez, Ulises Heraux, Leonidas Trujillo y el dueto Balaguer-Ramfis nos Subyugaron y humillaron en reiteradas ocasiones.
¿Qué ocurre entonces hoy?
No logramos reponernos bien de los 30 años de opresión trujillista y nos cae una invasión de los norteamericanos que viene a frenar nuevamente el desarrollo moral, político y económico de nuestro pueblo.
Mi énfasis en la ética y la moral es por el hecho de que en cada uno de esos periodos importantes de nuestra historia de una u otra manera se violentaron esos principios.
Primero los españoles violaron a nuestras indias y quien sabe en que tipo de depravaciones las hundieron; esclavizaron a los hombres y los presionaron hasta exterminarlos.
Luego los haitianos nos llenan de nuevos dioses y ritos, casi todos fundamentados en la explotación y exhibición de la eroticidad emanada de los contoneos rituales de los cuerpos humanos desnudos, sumado todo esto a las aberrantes prácticas de la sodomía, los incestos y las violaciones sexuales públicas. Más tarde la dominación de un Trujillo egomaniaco que se daba el lujo de tener a la mujer que quería, sin importarle la edad, el color ni el abolengo; y que hizo fortuna para si y su familia en base a la explotación de la miseria económica y la pobreza intelectual de la generalidad de los dominicanos y dominicanas de entonces.
La supertolerancia presenta la homosexualidad como aceptable y normal...al grado de dominar...los medios de comunicación de masa
Logramos salir airosos de un a guerra civil en 1965 y echar, aparentemente fuera a los invasores gringos, pero no para todo ahí. Los intereses de las fuerzas neocolonialistas norteamericanas se enfrentaban a la lucha ideológica contra la unión soviética y Cuba y ponen el ojo en el caribe antillano; habían perdido el poder de Cuba por la lucha liderada por Fidel Castro, así que no podían darse el lujo de permitirse perder sus influencias en La Española. Para nadie puede ser un secreto en este país el hecho de que de una u otra forma es Norteamérica la que decide nuestro destino político social y en cierto grado moral. Eso quedó demostrado con el ascenso al poder del Dr. Joaquín Balaguer, cortesano de Trujillo y su principal cerebro durante los 30 años de dominación y quedo demostrado también con el extraño fenómeno que representa la desaparición de nuestro bello y significativo folklore. Desaparece el merengue típico, mengua la practica de nuestros bailes y entra a dominar la onda del pop, rock y posteriormente el reggae, rap y reguetón.
Si pudiéramos hacer una lista de los actores de nuestra historia reciente, discriminando entre protagonistas y mártires y la comparásemos con la lista de los actuales funcionarios y dirigentes políticos de hoy tendríamos la obligación de golpearnos la cabeza contra el techo al descubrir la realidad. Lo mismo podemos observar en las esferas de poder de las fuerzas represivas de la nación ¡Diablos! ¡Nos manejan las mismas personas de siempre! con la agravante de que los que lucharon por nuestra liberación hoy están sumados a los que nos manipulan y explotan.
Dos fenómenos se han fortalecido en el accionar político: La supertolerancia y la impunidad; y un nuevo actor ha penetrado a las esferas de poder, el narcotraficante, al que públicamente se sataniza, pero que de manera soterrada se endiosa, pues es el que patrocina las campañas de nuestros políticos.
Un elemento más se suma para acelerar el proceso de degeneración e involución moral, las drogas narcóticas. Se avanza con alta celeridad en el aspecto tecnológico, medico, científico; se globaliza la información y la permisibilidad en lo que dicen y muestran los medios de comunicación de masa es extrema.
La supertolerancia presenta la homosexualidad como aceptable y normal y esta clase también entra al ruedo social en política, prensa y arte al grado de casi dominar en su totalidad los medios de comunicación de masa.
Los protagonistas del microtráfico de drogas se mueven libremente en nuestros barrios, haciendo extremas ostentaciones económicas, desmanes y exhibiciones de poder con el apoyo de las autoridades políticas y la complicidad de agentes de las fuerzas represivas de la nación, los cuales, a veces cobran por el silencio y la protección descarada que les dan.
Ya no me sorprende el hecho de que nuestros jóvenes quieran celebrar Halloween, el día de gracias norteamericano, y se hallan inventando los denominados rapa-partys como imitación de las fiestas jóvenes y adolescentes norteamericanas; es que hemos sido penetrados en todo el sentido de la palabra y esto ha sido en todos los aspectos y esferas: en el arte, en la religión, en la cultura, en la política, en la costumbre, en todo.
Esto debe obligarnos a definir la palabra ética y a reformular nuestro concepto de moral. Tomemos en cuenta que nuestros orígenes nos llevaron a tener una moral, una fe y una idea fundamentada en principios cristianos, pero actualmente habría hasta que redefinir la palabra cristianismo, pues este ahora se practica más acomodadicimamente que antes.
Nuestra identidad se fue por la borda de un barco que naufraga y todo esto ante la mirada indiferente de nuestros sociólogos que solo se dedican al estudio de tradiciones mágico religiosas, bailes negros y tipos de mascaras carnavalescas, dejando de lado lo relativo a la moral, al comportamiento social, a la perdida del patriotismo, el nacionalismo, el civismo y en definitiva, a todo lo relativo a nuestra identidad como pueblo único, perrillos de Dios (Dominicanos).
Me pregunto ¿Estará ocurriendo lo mismo en toda Latinoamérica? ¿O solo nos ha tocado a nosotros? Me siembra dudas el hecho de que nuestra isla quisqueyana tiene la manía de ser primada de America.
Quiero señalar finalmente que lo que digo, lo digo con alta responsabilidad y conciencia, por lo que no me importa que se me llame desadaptado social, ni que se me critique del modo que sea, pues lo que pretendo es despertar la conciencia dormida de los dominicanos y dominicanas y llamar la atención de los latinos que de una u otra manera han pasado por las mismas que nosotros. Pretendo llamar la atención de los que hacen la historia y de los que estudian los procesos de transformación social, a los fines de que estos no solo vean ocurrir los cambios, sino, que puedan sugerir formulas para que dichos cambios afecten a nuestras sociedades de forma positiva y no que continúen impactándonos de la manera tan negativa que lo han hecho. Pretendo llamar la atención de las autoridades educativas y de aquellos que tabulan planes en cuartos fríos para supuestamente transformar los procesos de enseñanza aprendizajes sin previamente haber bajado a la realidad para tomarla en cuenta al momento de planificar. Finalmente, pretendo que nos preguntemos con plena conciencia crítica: ¿Vivimos un proceso de evolución social, ética y moral? ¿O nos enfrentamos a una acción permanente de retroceso e involución hacia el hombre animal?
¡Diablos! ¡Me la lucí!