Cada vez son más las personas que te rodean que están siendo diagnosticados con depresión o TDAH.

Nos hemos convencido de que somos unos enfermos, personas con problemas, y el resultado ha sido un sinfín de recetas-y en gran medida nocivas- e infinitas ganancias para las compañías farmacéuticas. (Matt Rourke / AP)

La próxima vez que estés en una habitación llena de gente, mira alrededor. Un porcentaje de miedo de la gente en la habitación con usted está sufriendo de un trastorno mental.

O al menos eso es lo que nos han hecho creer.

Estados Unidos y el resto del mundo tienen una crisis en sus manos cuando se trata de una enfermedad mental. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición (DSM-5), la más reciente edición de la Biblia para el diagnóstico psiquiátrico, se ofrece a la vista y actualizada "oficial", y no separa lo normal de lo desordenado. Tanto éste y sus predecesores han recibido un montón de críticas por convertir acciones normales diarios de la experiencia humana en enfermedades.

Hay muchas personas que se benefician de la idea de que una proporción asombrosa de población son enfermos mentales, y estos grupos son poderosos, bien organizados y políticamente eficaces. El argumento de que las cosas no están tan mal, que la histeria sobre el trastorno de hiperactividad por déficit de atención o autismo es un poco exagerado, no respaldada por análisis clínicos ni pruebas reales de que realmente existe tal enfermedad.

La Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos (CCHR) es un organismo de control sin fines de lucro de la salud mental, inspirado en las obras de L. Ronald Hubbard, responsable de ayudar a promulgar más de 150 leyes que protegen a los individuos de las prácticas abusivas o coercitivas. Ver http://www.cchr.org