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Entrevista a Viengsay Valdés, primera bailarina del BNC ( + fotos)

09/04/2013 23:00 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

La Habana no es tan mágica; ni perfectamente bella. No siempre huele bien; no siempre está de buen humor. Pero La Habana es madre de todos los cubanos y para hallarse a uno mismo, siempre habrá que regresar a ella

Viengsay Valdés, primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC), tiene esa certeza. Después de bailar en escenarios de todo el mundo, siempre regresa por una simple razón. ¿Cómo llegaste al ballet? Al comenzar el prescolar hice las pruebas de gimnasia artística. Me destaqué, iba a los concursos provinciales. Para obtener buenos resultados tenía un entrenamiento muy fuerte. Me despertaba muy temprano y debía tomar dos ómnibus para llegar a la escuela. Esa rutina sirvió para crearme una disciplina firme. Luego mi familia comprendió que la gimnasia es una especialidad con un corto tiempo de desarrollo. Como estaba todo el tiempo bailando, lo mismo música clásica que Los Van Van, me llevaron a los exámenes en la Escuela Elemental «Alejo Carpentier». ¿Qué marcó tu formación como bailarina en los primeros años? Viví con mi tía y mi abuelita durante algunos años, porque mis padres estaban de misión fuera de Cuba. Fue muy difícil tenerlos alejados. Ellos siempre se mantenían en contacto; en aquella época no había tantas posibilidades de comunicación y recuerdo que me mandaban, por correo postal, cassettes grabados: escuchaba con detenimiento los consejos directamente de sus voces. Creo que desde entonces comenzaba a entender el sentido del deber. De alguna manera, el mismo esfuerzo que realizaban ellos al estar lejos de casa, sirvió para formarme. ¿Qué papel tuvieron tus padres en tu desarrollo profesional y personal? Mi madre siempre me dijo que no me conformara, que intentara darlo todo para lograr mis propósitos. Las palabras de mi madre me marcaron. A los 12 años sabía lo que quería: bailar en el BNC y trabajar duro para ser Primera Bailarina de la compañía cubana. Desde entonces, con mucha constancia, me esforcé cada día. Mi padre era más sencillo, para él todo estaba bien, quizás porque me veía como su niña. Pero mi madre poco a poco se iba dando cuenta cuando me fallaba algo o cuando podía haberlo hecho mejor. Me lo decía cuando terminábamos la función. Siempre conté con su crítica y esa confianza la agradezco, era un gran apoyo. Aún hoy es muy exigente. Le debo todo a mi familia: la educación, los valores, el sentido de pertenencia, la dedicación al trabajo…, la determinación que me caracteriza. Cuando bailas fuera de Cuba en las giras del BNC o en las galas a las que eres invitada, ¿sientes la ausencia de tu familia? Mis padres nunca perdieron una función de ballet. Desde que era pequeñita siempre estaban en el teatro; solo su presencia me daba más confianza. Luego, ya en el BNC, sabía que era un orgullo para ellos verme como parte de la compañía, y siguieron yendo a verme a todas las funciones, incluso cuando bailaba un mismo ballet dos días diferentes de la temporada. Cuando bailo fuera de Cuba me los llevo conmigo en la mente, su presencia nunca se va, aunque sepa que no están sentados en el público; los siento presentes. Ahora papi ya no está, y mami continúa la tradición. Yo sigo bailando –también– para ellos. En los últimos años varios de tus partenaires decidieron bailar fuera de Cuba. ¿Qué crees de quienes toman esa decisión? Pienso que cada ser es un mundo independiente. Cada cual tiene el derecho de tomar sus decisiones. La mía fue quedarme junto a mis raíces y construir una carrera sólida en la que pudiera mostrar mi escuela cubana al mundo y al mismo tiempo regresar a casa. La mayoría de los bailarines que se van a hacer carrera fuera de su tierra natal, no son tan reconocidos en su propio país. He ahí la importancia de que un Estado, como el cubano, apoye el desarrollo de una escuela y una compañía nacional para forjar cientos de artistas locales de calidad. Las grandes compañías extranjeras seducen a los jóvenes bailarines; en tu opinión, ¿qué debiera hacerse en Cuba para tener una compañía más atractiva? El bailarín cubano se crece y luce apasionado cuando baila; lo hace desinteresadamente. No considero que sea una cuestión de dinero, sino de motivaciones, ampliar el repertorio, nuevos retos, y un debido respeto a su valor profesional. Alentarles con propuestas novedosas para que ganen en experiencia y versatilidad. La prensa puede desempeñar también un papel importante, no para halagar, sino para con justa crítica ayudar a darles alas y que el mundo entero conozca nuestros talentos.


Sobre esta noticia

Autor:
El Mundo (4808 noticias)
Visitas:
4783
Tipo:
Nota de prensa
Licencia:
Distribución gratuita
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